LUNES DE LA OCTAVA DE PENTECOSTÉS
Forma Extraordinaria del Rito Romano
Porque
tanto amó Dios al mundo, que entregó a su Unigénito, para que todo el que cree
en él no perezca, sino que tenga vida eterna. Porque Dios no envió a su Hijo al
mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por él. El que cree
en él no será juzgado; el que no cree ya está juzgado, porque no ha creído en
el nombre del Unigénito de Dios. Este es el juicio: que la luz vino al mundo, y
los hombres prefirieron la tiniebla a la luz, porque sus obras eran malas. Pues
todo el que obra el mal detesta la luz, y no se acerca a la luz, para no verse
acusado por sus obras. En cambio, el que obra la verdad se acerca a la luz,
para que se vea que sus obras están hechas según Dios».
Jn
3,16-21