Homilía de maitines
SOLEMNIDAD DEL CORPUS
CHRISTI
Forma Extraordinaria
del Rito Romano
Homilía de San Agustín, obispo
Tratado
26 sobre san Juan
Mediante
el alimento y la bebida los hombres buscan esto, no tener hambre ni sed, esto
no lo proporciona realmente sino ese alimento y esa bebida que hacen inmortales
e incorruptibles a quienes los toman, esto es, a la sociedad misma de los
santos, donde habrá paz y unidad plenas y perfectas. Por eso ciertamente, como
algunos hombres de Dios lo han entendido antes que nosotros, nuestro Señor
Jesucristo ha confiado su cuerpo y sangre mediante cosas que, de muchas, se
reducen a alguna unidad. En efecto, uno se constituye en unidad a partir de
muchos granos; el otro confluye a la unidad a partir de muchos granos..
Finalmente expone ya cómo sucede lo que dice, y qué significa comer su cuerpo y
beber su sangre. Quien come mi carne y bebe mi sangre permanece en mí y yo en
él. Comer, pues, aquella comida y beber aquella bebida es esto: permanecer en
Cristo y tenerlo a él, que permanece en nosotros. Y, por eso, quien no
permanece en Cristo y aquel en quien Cristo no permanece, sin duda no come su
carne ni bebe su sangre, sino que, más bien, come y bebe para su condena el
sacramento de realidad tan grande, porque se atrevió a acercarse inmundo a los
sacramentos de Cristo, los cuales nadie toma dignamente, sino quien está
limpio; de éstos está dicho: Dichosos los de corazón limpio, porque ésos verán
a Dios. Afirma: Como me envió el Padre, que vive, y yo vivo por el Padre,
también quien me come vivirá también ése mismo por mí. No asevera: «Igual que
como al Padre y vivo por el Padre, también quien me come vivirá también ese
mismo por mí». En efecto, a diferencia de la participación en el Hijo, la cual
nos hace mejores mediante la unidad de su cuerpo y sangre, cosa que significan
ese comer y beber, la participación en el Padre no hace mejor al Hijo, que
nació igual. Nosotros, pues, vivimos por él mismo al comerlo, esto es, al
recibirlo a él, Vida eterna que no teníamos en virtud de nosotros; en cambio,
por el Padre vive él, enviado por él porque se vació a sí mismo, hecho obediente
hasta la muerte de cruz. De hecho, si, como también nosotros vivimos por él,
que es mayor que nosotros, «Vivo por el Padre» lo entendemos según lo que en
otra parte asevera: El Padre es mayor que yo, esto ha sucedido porque fue
enviado. El envío es ciertamente su vaciamiento de sí mismo y la aceptación de
la forma de esclavo, lo cual se entiende rectamente si se conserva también la
igualdad de la naturaleza del Hijo con el Padre. El Padre, en efecto, es mayor
que el Hijo hombre, pero tiene al Hijo, Dios igual, ya que el mismo en persona,
el único Cristo Jesús, es Dios y hombre, Hijo de Dios e hijo de hombre.
Respecto a esa afirmación, si se entienden rectamente estas palabras, ha dicho:
«Como me envió el Padre, que vive, y yo vivo por el Padre, también quien me
come vivirá también ése mismo por mí», como si dijera: «Mi vaciamiento, en el
que me envió, ha hecho que yo viva por el Padre, esto es, que refiera a él,
como a mayor, mi vida; en cambio, que cada uno viva por mí, lo hace la
participación con que me come. Así pues, yo, rebajado, vivo por el Padre;
aquél, erguido, vive por mí». Ahora bien, si« Vivo por el Padre» está dicho
porque aquél procede de éste, no éste de aquél, sin detrimento de la igualdad
está dicho. Sin embargo, diciendo «Quien me come vivirá por mí», no significó
la idéntica igualdad suya y nuestra, sino que muestra la gracia de Mediador. Éste
es el pan que ha bajado del cielo para
que, comiéndolo, vivamos, ya que por nosotros no podemos tener vida eterna.
Afirma: A diferencia de vuestros padres, que comieron el maná y murieron, quien
come este pan vivirá eternamente48. Quiere, pues, que el que ellos murieron se
entienda de forma que no viven eternamente. De hecho, temporalmente morirán en
realidad aun quienes comen a Cristo; pero viven eternamente, porque Cristo es
la Vida eterna.