II DOMINGO DESPUÉS DE PENTECOSTÉS
Forma Extraordinaria del Rito Romano
«Un hombre daba un gran
banquete y convidó a mucha gente; a la hora del banquete mandó a su criado a
avisar a los convidados: “Venid, que ya está preparado”. Pero todos a una
empezaron a excusarse. El primero le dijo: “He comprado un campo y necesito ir
a verlo. Dispénsame, por favor”. Otro dijo: “He comprado cinco yuntas de bueyes
y voy a probarlas. Dispénsame, por favor”. Otro dijo: “Me acabo de casar y, por
ello, no puedo ir”. El criado volvió a contárselo a su señor. Entonces el dueño
de casa, indignado, dijo a su criado: “Sal aprisa a las plazas y calles de la
ciudad y tráete aquí a los pobres, a los lisiados, a los ciegos y a los cojos”.
El criado dijo: “Señor, se ha hecho lo que mandaste, y todavía queda sitio”.
Entonces el señor dijo al criado: “Sal por los caminos y senderos, e insísteles
hasta que entren y se llene mi casa. Y os digo que ninguno de aquellos
convidados probará mi banquete”».
Lc 14, 16-24