martes, 24 de mayo de 2016

DÍA 24 DE MAYO . "MISERICORDIAS MARIAE IN AETERNUM CANTABO"


DÍA 24 DE MAYO
[Después de recitar el santo rosario y las letanías, se da comienzo al piadoso ejercicio del mes de mayo, con algún canto introductorio como “Venid y vamos todos”.]
INVOCACIONES INICIALES
A LA VIRGEN MARÍA, REINA Y MADRE DE MISERICORDIA
Te saludamos, Virgen María, Reina clemente que, habiendo experimentado la misericordia del Padre  de un modo único y privilegiado, acoges a todos los que en ti se refugian y los escuchas cuando te invocan.  Avemaría y Gloria
Te saludamos, Virgen María, Madre de la misericordia, atenta siempre a los ruegos de tus hijos, para impetrar indulgencia y obtenerles el perdón de los pecados.  Avemaría y Gloria
Te saludamos, Virgen María, dispensadora del amor divino,  que ruegas incesantemente a tu Hijo por nosotros, para que su gracia enriquezca nuestra pobreza y su poder fortalezca nuestra debilidad.  Avemaría y Gloria

DÍA 24  DE MAYO
[Después se lee lo propio para cada día del mes]
Virgen poderosa, cuando me asalta algún temor acerca de mi eterna salvación, ¡cuánta confianza siento con solo recurrir a ti y considerar, de una parte, que tú, Madre mía, eres tan rica en gracias, que san Damasceno te llama “el mar de gracia”; san Buenaventura, “la fuente de donde brotan todas las gracias”; san Efrén, “el manantial de la gracia y de todo consuelo”; san Bernardo, “la plenitud de todo bien”. Y ver, por otra parte, que eres tan inclinada a dispensar mercedes, que te crees ofendida, como dice san Buenaventura, de quien no te pide gracias. Clementísima Reina, ya sé que tú, conoces mejor que yo las necesidades de mi alma y que me amas más de lo que yo puedo amarte. ¿Sabes, pues, qué gracia te pido? Otórgame aquella que creas más conveniente para mi alma. Pídesela a Dios por mí, y así quedaré plenamente satisfecho.
Jaculatoria: Jesús mío, concédeme la gracia que María te pida para mí.

ORACIÓN PARA FINALIZAR LA VISITA DIARIA
¡Inmaculada Virgen y Madre mía santísima! A ti, que eres la “Madre de mi Señor”, la Reina del mundo, la abogada, la esperanza y el refugio de los pecadores, acudo en este día yo que soy el más necesitado de todos. Te alabo, Madre de Dios y te agradezco todas las gracias que hasta ahora me has hecho, especialmente la de haberme librado del infierno que tantas veces he merecido.  Te amo, Señora y Madre mía, y por el amor que te tengo te prometo servirte siempre y hacer todo lo posible para que seas también amada de los demás. En ti pongo mi esperanza y mi eterna salvación.  Madre de misericordia, acéptame por tu hijo y acógeme bajo tu manto, y ya que eres tan poderosa ante Dios, líbrame de las tentaciones y dame fuerza para vencerlas hasta la muerte. Te pido el verdadero amor a Jesucristo. De ti espero la gracia de una buena muerte.  Madre mía, por el amor que tienes a Dios, te ruego que siempre me ayudes, pero mucho más en el último momento de mi vida. No me desampares mientras no me veas a tu lado en el cielo, bendiciéndote y cantando tus misericordias por toda la eternidad. Amén. [Se puede terminar con alguna oración popular a la Virgen como la Salve, Oh Señora mía, Bendita sea tu pureza, etc, o un canto apropiado.]