DIOS CONFIERE A LA NATURALEZA HUMANA
DERECHOS UNIVESALES
Reflexión diaria del
Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia (n. 152-154)
El 10 de diciembre de 1948
es la fecha en que las Naciones Unidas hacen la proclamación Universal de los
Derechos del Hombre, un acontecimiento importante en la historia de la
humanidad, sobre todo al contemplar los acontecimientos terribles que le
precedieron: la primera y la segunda guerra mundial.
La Iglesia ve positiva esta
declaración en cuánto que defiende la dignidad humana dada por Dios Creador a sus criaturas.
Y es en cuanto criatura de Dios donde el
hombre encuentra la raíz de los derechos fundamentales: Dignidad humana,
otorgada por Dios y después herida profundamente por el pecado, y que fue asumida
y redimida por Jesucristo mediante su encarnación, muerte y resurrección.
Los derechos no nacen de la mera
voluntad de los seres humanos, del Estado o en los poderes públicos,
sino en el hombre mismo y en Dios su Creador.
Estos derechos son universales,
inviolables e inalienables: universales, porque están presentes en
todos los seres humanos, sin excepción alguna de tiempo, de lugar o de sujeto; inviolables,
en cuanto que su incumplimiento es un atentado contra el hombre; e inalienables, porque
nadie puede privar legítimamente de estos derechos a uno sólo de sus
semejantes, sea quien sea.
Los derechos del hombre han de ser
proclamados, defendidos y respetados en su conjunto, porque buscan la promoción
de cada uno de los aspectos del bien de la persona y de la sociedad... Aquello
que decimos sobre la negación de un artículo de la fe, que también rechaza los
otros; así también lo podemos decir de los derechos humanos. Es triste
comprobar como la misma sociedad que los proclama, atenta contra ellos con
leyes y mentalidad antinaturales y anti-vida (Aborto y Eutanasia).
Para nosotros, cristianos, Dios es el origen de estos derechos; y si se
niega a Dios se negarán también en consecuencia los derechos de las personas.