LA CONVERSIÓN DEL CORAZÓN, INICIO DEL
RESPETO AL HOMBRE
Reflexión diaria del
Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia (n. 158-159)
La solemne proclamación de los derechos
del hombre se ve contradicha por una dolorosa realidad de violaciones, guerras
y violencias de todo tipo: en primer lugar los genocidios y las deportaciones
en masa; la difusión por doquier de nuevas formas de esclavitud, como el
tráfico de seres humanos, los niños soldados, la explotación de los
trabajadores, el tráfico de drogas, la prostitución. También en los países
donde están vigentes formas de gobierno democrático no siempre son respetados totalmente
estos derechos; pensemos solamente en el aborto que niega el derecho a la vida
de los más indefensos o la práctica de la eutanasia.
Existe desgraciadamente una distancia
entre la « letra » y el « espíritu » de los derechos del hombre.
La doctrina social, considerando el
privilegio que el Evangelio concede a los pobres, no cesa de confirmar que los
más favorecidos deben renunciar a algunos de sus derechos para
poner con mayor liberalidad sus bienes al servicio de los demás y que una
afirmación excesiva de igualdad puede dar lugar a un individualismo donde cada
uno reivindique sus derechos sin querer hacerse responsable del bien común.
La Iglesia, consciente de que su misión,
esencialmente religiosa, incluye la defensa y la promoción de los derechos
fundamentales del hombre, desarrolla su compromiso pastoral en
una doble dirección: de anuncio del fundamento cristiano de los derechos del
hombre y de denuncia de las violaciones de estos derechos.
La Iglesia confía sobre todo en la ayuda del Señor y de su Espíritu que,
derramado en los corazones, es la garantía más segura para el respeto de la
justicia y de los derechos humanos y, por tanto, para contribuir a la paz. Sin
duda, es necesaria la CONVERSIÓN DE LOS CORAZONES.