Homilía
de maitines
DOMINGO
DE QUINCUAGÉSIMA
Forma
Extraordinaria del Rito Romano
Homilía de San
Gregorio, Papa.
Nuestro Divino Redentor
previniendo que los ánimos de sus discípulos se habían de perturbar a causa de
su Pasión, mucho antes de que estas sucediese, les dio noticia de ella y de su
Resurrección, a fin de que viéndole morir, como Él se lo había dicho, estuviesen
ciertos de que también había de resucitar. Mas sabiendo el Señor que los
discípulos, como carnales que eran, no podían comprender las palabras de este
misterio, quiso realizar en su presencia un milagro, y así, dio vista aun
ciego, para que mediante estas obras maravillosas se afirmaran más y más la fe
de aquellos que no comprendían las palabras del misterio celestial.
Mas los milagros de nuestro
Señor y Salvador, han de ser admitidos, hermanos carísimos, de manera que
creamos en verdad que se realizaron, entendiendo, además que con su
significación quieran indicarnos algún misterio. Sus obras, por una parte
manifiestan su poder y por otra nos revelan algún misterio. Y, a la verdad,
quien fue históricamente aquel ciego lo ignoramos, y con todo sabemos lo que
designa alegóricamente. El ciego representa el género humano, el que arrojado
de los goces del paraíso en los primeros padres, y viéndose privados de la
claridad de la luz celestial, sufren las tinieblas de su condenación. Con todo,
es iluminado con la presencia de su Redentor, de manera que movido con el deseo
vea los goces de la luz interna, y de esta suerte dirija sus pasos por el
camino de una vida santificada por las buenas obras.
Debemos observar haber sido
iluminado el ciego al acercarse a Jesús a Jericó, el ciego recobra la vista, lo
cual tuvo lugar para darnos a entender que cuando Dios unió a sí mismos la
flaqueza de nuestra humanidad, el género humano cobro la vista que había
perdido. Y ciertamente, humillándose Dios con los sufrimientos del hombre, este
fue elevado al goce de los bienes divinos. Y se describe acertadamente aquel
ciego, sentado junto al camino, mendigando; ya que la misma verdad dice: “Yo
soy el camino”.