sábado, 13 de febrero de 2016

LA BARCA DE LA IGLESIA. San Beda el venerable.


Homilía de maitines

SÁBADO DESPUÉS DE CENIZA
Forma Extraordinaria del Rito Romano

HOMILIA DE SAN BEDA, VENERABLE, PRESBITERO
Libro 2 cap 28 sobre el cap. 6 de San Marcos, t. 4
El trabajo de los discípulos en el gobierno de la nave, y el viento que les era contrario, designan los diferentes trabajos de la santa Iglesia, la cual se esfuerza con llegar al reposo de la patria celestial como a puerto seguro en medio de las olas contrarias del siglo y de las embestidas de los espíritus inmundos. Y muy bien se hace notar, que la nave estaba en medio del mar, y que Jesús estaba solo en la tierra, ya que no pocas veces la Iglesia, no solo se halla afligida por las persecuciones de los Gentiles, sino que perecería, si fuere posible, abandonada temporalmente por su Redentor.
He ahí aquella exclamación de la Iglesia, cuando acosada por las olas y las tempestades de sus pruebas, pide auxilio y protección, gimiendo y clamando; “¿Por qué, Señor, os mantenéis lejos de mí, desdeñándome en la necesidad y la tribulación?”. Apropiase también las palabras del enemigo que la persigue, añadiendo los siguientes versículos del mismo salmo: “Porque él dice para sí: Dios todo lo olvida y vuelve su rostro para no ver nunca nada”
Con todo, “El no olvida la oración de los pobres, ni apara su rostro de los que esperan en él, antes por el contrario ayuda a los que pelean a fin de que puedan vencer, y corona a los vencedores. Por lo cual aquí se dice manifiestamente que vio a sus discípulos mientas se fatigaban remando. Les vio el Señor trabajando en el mar, aunque él estaba en la tierra. Porque si bien parece que de momento difiere el auxiliar a los atribulados, con todo no deja de fortalecerlos con su mirada para que no desfallezcan en las tribulaciones. Y aun algunas veces les socorre manifiestamente, como si el anduviese sobre las aguas y calmase las olas  tempestuosas.
Transcrito por Dña. Ana Mª Galvez