ACTÚA
COMO SI TODO DEPENDIERA DE TI, SABIENDO QUE EN REALIDAD TODO DEPENDE DE DIOS
REFLEXIÓN DIARIA DEL COMPENDIO DE LA DOCTRINA SOCIAL DE LA IGLESIA
(n. 56-58)
“Al conformarse con Cristo Redentor, el
hombre se percibe como criatura querida por Dios y eternamente elegida por Él,
llamada a la gracia y a la gloria, en toda la plenitud del misterio del que se
ha vuelto partícipe en Jesucristo. La configuración con Cristo y
la contemplación de su rostro infunden en el cristiano un
insuprimible anhelo por anticipar en este mundo, en el ámbito de las relaciones
humanas, lo que será realidad en el definitivo, ocupándose en dar de comer, de
beber, de vestir, una casa, el cuidado, la acogida y la compañía al Señor que
llama a la puerta
(cf. Mt 25, 35-37).”
(cf. Mt 25, 35-37).”
Primero, hemos de recordar que todo es don de Dios y
la llegada de su Reino de paz y amor, de justicia y de verdad, de vida y
santidad será también gratuitamente regalado por el Señor. Es más, viendo
nuestra sociedad actual con realismo vemos la magnitud de los problemas, de las
desigualdades y de las dificultades que superan nuestra pequeñez, nos
amedrentan y pueden paralizar nuestra acción. Es cierto: hay situaciones que sólo
la intervención directa de Dios podría solucionarlo…
Pero -aquí está
la segunda cosa que hemos de recordar- nosotros hemos de poner nuestro grano de
arena; nosotros también somos esos trabajadores a los que se nos dice: Id
también vosotros a mi viña. Nosotros también somos ese muchacho del evangelio
que hemos de poner a disposición de Jesús los cinco panes y los dos peces para
que él los multiplique. A nosotros también se nos han encomendado unos talentos
que hemos de hacer producir.
Hemos de trabajar por un mundo mejor y por construir
el reino de Dios y adelantar su venida, actuando como si todo dependiera de
nosotros, pero sabiendo que en realidad todo depende de Dios”.
El Papa Benedicto XVI comentado la evangelio del sembrador lo decía:
Esta parábola se refiere al misterio de la creación y de la redención, de la
obra fecunda de Dios en la historia. Él es el Señor del Reino; el hombre es su
humilde colaborador, que contempla y se alegra de la acción creadora divina y
espera pacientemente sus frutos. La cosecha final nos hace pensar en la
intervención conclusiva de Dios al final de los tiempos, cuando él realizará
plenamente su reino. Ahora es el tiempo de la siembra, y el Señor asegura su
crecimiento. Todo cristiano, por tanto, sabe bien que debe hacer todo lo que
esté a su alcance, pero que el resultado final depende de Dios: esta convicción
lo sostiene en el trabajo diario, especialmente en las situaciones difíciles. A
este propósito escribe san Ignacio de Loyola: «Actúa como si todo dependiera de
ti, sabiendo que en realidad todo depende de Dios» (cf. Pedro de Ribadeneira,
Vida de san Ignacio de Loyola).