miércoles, 27 de julio de 2022

DÍA 28. SANGRE DE CRISTO, PAZ Y DULZURA DE LOS CORAZONES

DÍA 28. SANGRE DE CRISTO, PAZ Y DULZURA DE LOS CORAZONES

Mes de julio a la preciosísima Sangre de Jesús

 

+Por la señal de la Santa Cruz, de nuestro enemigos, líbranos, Señor, Dios nuestro. En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

 

Ante Jesús Sacramentado, visitándolo en el Sagrario ya presencialmente, ya espiritualmente, recitemos la siguiente oración compuesta por san Alberto Magno:

 

ORACIÓN A LA PRECIOSA SANGRE DE JESÚS

de San Alberto Magno

Yo te adoro, Oh Preciosa Sangre de Jesús, flor de la creación, fruto de virginidad, instrumento inefable del Espíritu Santo, y me regocijo al pensar que tú viniste de la gota de la sangre virginal sobre la cual el amor eterno imprimió su movimiento; Tú fuiste asumida por la Palabra y deificada en Su persona.

Yo estoy embargado de emoción cuando pienso de tu paso del corazón de la Santísima Virgen al corazón de la Palabra, y, siendo vivificada por el aliento de la Divinidad, volviéndote adorable porque te volviste la sangre de Dios.

Yo te adoro dentro de las venas de Jesús, preservada en su humanidad como el maná en la urna de oro, el memorial de la Redención eterna que El cumplió durante los días de su vida terrenal. Yo te adoro, Sangre de la nueva y eterna alianza, fluyendo de las venas de Jesús en Getsemaní, de la carne arrancada por los latigazos en el Pretorio, de sus manos y pies perforados y de su costado abierto en el Gólgota. Yo te adoro en los Sacramentos, en la Eucaristía, donde yo sé que estás sustancialmente presente...

Pongo toda mi confianza en Ti, Oh Sangre adorable, nuestra Redención, nuestra regeneración. Cae, gota a gota, en los corazones que se han alejado de Ti y suavízalos de su dureza.

Oh adorable Sangre de Jesús, lava nuestras manchas, sálvanos de la ira del ángel vengador. Irriga la Iglesia; hazla fructífera con apóstoles y trabajadores de milagros, enriquécela con almas que sean santas, puras y radiantes con belleza divina. Amén.

 

28.          Sangre de Cristo, paz y dulzura de los corazones

“Por Él y para Él quiso reconciliar todas las cosas, las del cielo y las de la tierra, haciendo la paz por la sangre de su cruz.” (Colosenses 1, 20).

La paz es fruto de la sangre de Cristo que nos ha hecho amigos de Dios a los que antes éramos enemigos por el pecado.

Es uno de los dones de su Pascua, ligado al sacramento de la Penitencia: “Paz a vosotros. Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo. Y, dicho esto, sopló sobre ellos y les dijo: Recibid el Espíritu Santo; a quienes les perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos.” (Juan 20, 21-23).

Sólo en Cristo es posible la paz: reconciliándonos a nosotros mismos con nuestra propia historia y nuestra vida a través de su gracia. Así lo expresaba San Pío de Pietrelcina: “El Espíritu de Dios es espíritu de paz y hasta en las faltas más graves nos hace experimentar un arrepentimiento tranquilo, humilde, confiado, que depende precisamente de su misericordia.”

Así, el cristiano puede ser mensajero y constructor de paz a su paso.

 

PROPÓSITO: Como San Francisco de Asís, pedir al Señor: Hazme instrumento de tu paz.  

 

JACULATORIA: Sangre de Cristo, paz y dulzura de los corazones, sálvanos.

 

Para finalizar:

LETANÍAS DE LA PRECIOSÍSIMA SANGRE DE CRISTO