sábado, 23 de julio de 2022

DÍA 24.-SANGRE DE CRISTO, ALIVIO DE LOS ENFERMOS

DÍA 24.-SANGRE DE CRISTO, ALIVIO DE LOS ENFERMOS

Mes de julio a la preciosísima Sangre de Jesús

 

+Por la señal de la Santa Cruz, de nuestro enemigos, líbranos, Señor, Dios nuestro. En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

 

Ante Jesús Sacramentado, visitándolo en el Sagrario ya presencialmente, ya espiritualmente, recitemos la siguiente oración compuesta por san Alberto Magno:

 

ORACIÓN A LA PRECIOSA SANGRE DE JESÚS

de San Alberto Magno

Yo te adoro, Oh Preciosa Sangre de Jesús, flor de la creación, fruto de virginidad, instrumento inefable del Espíritu Santo, y me regocijo al pensar que tú viniste de la gota de la sangre virginal sobre la cual el amor eterno imprimió su movimiento; Tú fuiste asumida por la Palabra y deificada en Su persona.

Yo estoy embargado de emoción cuando pienso de tu paso del corazón de la Santísima Virgen al corazón de la Palabra, y, siendo vivificada por el aliento de la Divinidad, volviéndote adorable porque te volviste la sangre de Dios.

Yo te adoro dentro de las venas de Jesús, preservada en su humanidad como el maná en la urna de oro, el memorial de la Redención eterna que El cumplió durante los días de su vida terrenal. Yo te adoro, Sangre de la nueva y eterna alianza, fluyendo de las venas de Jesús en Getsemaní, de la carne arrancada por los latigazos en el Pretorio, de sus manos y pies perforados y de su costado abierto en el Gólgota. Yo te adoro en los Sacramentos, en la Eucaristía, donde yo sé que estás sustancialmente presente...

Pongo toda mi confianza en Ti, Oh Sangre adorable, nuestra Redención, nuestra regeneración. Cae, gota a gota, en los corazones que se han alejado de Ti y suavízalos de su dureza.

Oh adorable Sangre de Jesús, lava nuestras manchas, sálvanos de la ira del ángel vengador. Irriga la Iglesia; hazla fructífera con apóstoles y trabajadores de milagros, enriquécela con almas que sean santas, puras y radiantes con belleza divina. Amén.

 

24.-Sangre de Cristo, alivio de los enfermos

La enfermedad es anuncio de nuestra muerte y declaración de nuestra condición de criaturas. Por el sufrimiento físico y moral que conlleva, el hombre la rechaza y busca en la medicina y en la ciencia el remedio, donde se esconde su “deseo de eternidad” pero dirigido a esta vida.

La enfermedad se ha vivir desde Dios. Pidiendo la gracia de comprender sus designios sobre nosotros y aceptando su voluntad podemos pedir la curación.

Unidos a la pasión y muerte de nuestro Señor Jesucristo podemos vivir el sufrimiento como medio muy eficaz para purificarnos del pecado y todo apego mundano, cooperando así en la redención del mundo. Así lo expresa San Pablo: “Ahora me alegro de mis sufrimientos por vosotros: así completo en mi carne lo que falta a los padecimientos de Cristo, en favor de su cuerpo que es la Iglesia” (Colosenses 1, 24).

“Beber el cáliz de la sangre del Señor” nos lleva a sufrir con Él, para reinar con Él; pero al mismo tiempo Él es nuestro ángel que en la agonía nos consuela y nuestro cirineo que nos ayuda con la cruz, siendo alivio en la enfermedad.   

 

PROPÓSITO: Visitar a un enfermo como buenos samaritanos u ofrecer los achaques, limitaciones de la edad o la enfermedad por nuestra salvación y la de nuestros familiares y amigos.

 

JACULATORIA: Sangre de Cristo, alivio de los enfermos, sálvanos.

 

Para finalizar:

LETANÍAS DE LA PRECIOSÍSIMA SANGRE DE CRISTO