viernes, 13 de octubre de 2023

DÍA 14. LA CRUCIFIXIÓN. TOMÓ PILATOS A JESÚS Y MANDÓ AZOTARLE

DÍA 14. LA CRUXIFIXIÓN. TOMÓ PILATOS A JESÚS  Y MANDÓ AZOTARLE

 

 

ORACIONES PARA TODOS LOS DÍAS

 

wPara comenzar todos los días

+Por la señal de la Santa Cruz, de nuestros enemigos, líbranos, Señor, Dios nuestro. En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

 

Bendita sea la Santísima Trinidad que formó a María Santísima Inmaculada desde el primer instante de su ser, conservándola pura antes del parto, en el parto y después del parto, y enriqueciéndola con todas las gracias y dones de su divino Espíritu, por todos los siglos de los siglos. Amén. 

 

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo. Como era en el principio ahora y siempre por los siglos de los siglos. Amén. (x 3)

 

ORACIÓNA MARÍA SANTÍSIMA

Soberana Reina de los cielos, Abogada de los pecadores y consuelo de todos los afligidos, que quisiste inspirar al gran Patriarca Santo Domingo de Guzmán, tu fiel siervo, la devoción del Santísimo Rosario, para que con ella pudiera vencer a los obstinados herejes albigenses, enemigos implacables de nuestra Religión y de nuestra fe, proveyendo al mismo tiempo en ella un medio sencillo y eficacísimo para conseguir vuestra protección y atraer sobre nuestra alma las gracias del cielo; alcánzanos de tu divino Hijo, nuestro adorable Redentor, que hagamos este santo ejercicio del mes de Octubre a Ti consagrado, con la mayor piedad, atención y recogimiento, para que por este medio consigamos ser, durante toda nuestra vida, incansables devotos de tu Santísimo Rosario. Tú, ¡oh, Virgen María, cuyas gracias y misericordias para con los que te invocan, no se agotan jamás, haz que en estos días participemos de ellas con mayor abundancia, a fin de que, considerando en esta vida tus virtudes y procurando al mismo tiempo imitarlas, podamos algún día cantar tus alabanzas en la gloria por toda la eternidad. Amén. 

 

w Meditación para cada día y oración final.

DÍA DÉCIMOCUARTO

ENTONCES TOMÓ PILATOS A JESÚS

Y MANDÓ AZOTARLE. (Jn  19, 1)

 

PUNTO 1º- Pensarás, alma mía, tal vez, que con la meditación del día anterior quedó ya agotada la materia de los azotes a la columna. No es así. Un tormento tan atroz no es fácil explicarlo en pocas palabras. Ya has considerado con qué injusticia se sometió a Jesús al tormento de la flagelación, cuán grande fue el número de los azotes, y cuán vil y deshonroso era este tormento. Pues bien; debes además considerar que para azotar al Salvador lo despojaron primero de todas sus vestiduras, dejándole expuesto con la mayor vergüenza a las miradas de todo el mundo. ¿Puede darse mayor deshonra en persona de tanta dignidad? De manera que no se contentaron sus enemigos con despojarle de sus vestiduras en el Calvario para clavarle en la cruz, sino que también cometen con El ahora esta tropelía, más sensible, si se quiere, que la de después. Porque en el Calvario su cuerpo sacratísimo estaba ya desfigurado y cubierto todo 'de sangre, mas ahora se halla todavía lleno de vida y hermosura. ¡Oh si en vista de este tormento de Jesús te despojaras tú, alma mía, de todos los malos hábitos que desfiguran tu inocencia y afean tu belleza espiritual! Entonces sí que podrías llamarte dichosa, porque conseguirías el fruto de la Pasión sacratísima de Jesús. Vela, pues, sobre ti misma para conseguirlo, que con ello no harás más que labrar tu propia felicidad. 

 

PUNTO 2º- Hay que considerar también en la flagelación de Jesús el tormento terrible que causa un golpe fuerte en el sitio donde se tiene alguna herida o algún miembro lastimado. Este dolor es sin comparación mayor que el que se experimenta cuando nos hieren en alguna parte sana, porque entonces sólo experimentamos el dolor del golpe, mas no el horrible desconsuelo de la parte dolorida. Pues bien; fíjate ahora, alma mía, en el tormento de los azotes de Jesús. Aquellos sayones no se contentan con azotarle todo el cuerpo una vez, sino que repiten esta misma operación muchas veces. De manera que unos azotes caían en el lugar en donde otros habían causado dolorosos cardenales y heridas. Y fue tanta la crueldad de los verdugos, que, no quedando ya carne en las espaldas y descubriéndose horriblemente los huesos, aún no cesaban de dar golpes y más golpes, encendidos en un furor diabólico. 

 

PUNTO 3º- También se debe pensar en esta cruelísima flagelación de Jesús, que como iba perdiendo cada vez más sangre, le iban también faltando las fuerzas para sufrir. De esta manera, cuanto más se continuaban los azotes, más sensible, doloroso y horrible se le hacía este tormento. ¿Qué extraño es, pues, que Jesús entrara varias veces en agonía durante el tiempo de los azotes? ¡Ah! sí; Jesús hubiera expirado en este tormento, sino estuviera por Dios determinado que Él muriera en la cruz. Alma mía, avergüénzate, pues, de verte tan imperfecta y amiga de tus comodidades y regalos ante este tormento de Jesús. No quieras ser por más tiempo ingrata a tantos beneficios. Si procuras sufrir con Jesús en esta vida y privarte de todos los regalos, entonces, tendrás en el cielo una recompensa que te hará feliz y dichosa por toda la eternidad. 

 

ORACIÓN A JESÚS

DESFALLECIDO EN LA COLUMNA

Hijo eterno del Padre, amabilísimo Jesús mío, ¡Cómo tengo yo atrevimiento para entregarme a diversiones y placeres viéndote a ti desfallecido con el tormento de los azotes, con tanta sangre derramada, y con tus sacratísimas espaldas todas despedazadas? Yo, Señor y Dios mío, aunque criado para el cielo y redimido con tu sangre, vivo, por desgracia mía, enteramente olvidado de estas verdades. Pienso que mi patria es la tierra y sus aparentes regalos mi eterna dicha. Mas ¡cuán equivocado estoy, oh, Jesús mío! Siguiendo de esta manera sólo podré conseguir mi eterna perdición. Por el desfallecimiento grande, que tuvisteis, bien mío, atado a la columna, os pido me deis fortaleza para vencerme en adelante, buscando únicamente el agradaros y serviros. Para que de este modo por la intercesión de mi Madre santísima la Reina del Rosario, logre después de mi muerte alcanzar la eterna bienaventuranza y alabaos para siempre. Amén. 

 

Obsequio a María: No tomar entre hora alguna cosa de comida y bebida, limitándonos a las horas principales. 

 

w Oraciones para terminar cada día:

 

La Virgen María prometió a Santa Matilde y a otras almas piadosas que quien rezara diariamente tres avemarías, tendría su auxilio durante la vida y su especial asistencia a la hora de la muerte. Confiados en tal promesa, invoquemos a la Madre de Dios diciendo:

Dios te Salve, María, llena eres de gracia, el Señor es contigo. Bendita tú eres entre todas las mujeres y bendito el fruto de tu vientre, Jesús.

Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén. (x 3)

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Sagrado Corazón de Jesús, en vos confío.

Inmaculado Corazón de María, sed la salvación mía.

Glorioso Patriarca san José, ruega por nosotros.

Santos Ángeles Custodios, rogad por nosotros.

Todos los santos y santas de Dios, rogad por nosotros.

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¡Querido hermano, no dejes de honrar en este día a la Santísima Virgen con el rezo del santo Rosario! Si te ha gustado esta meditación, compártelo con tus familiares y amigos.

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