DÍA 13. LA FLAGELACIÓN. PILATOS LES ENTREGÓ A JESÚS
ORACIONES PARA TODOS LOS DÍAS
wPara comenzar todos los días
+Por la señal de la Santa Cruz, de nuestros enemigos, líbranos, Señor, Dios nuestro. En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Bendita sea la Santísima Trinidad que formó a María Santísima Inmaculada desde el primer instante de su ser, conservándola pura antes del parto, en el parto y después del parto, y enriqueciéndola con todas las gracias y dones de su divino Espíritu, por todos los siglos de los siglos. Amén.
Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo. Como era en el principio ahora y siempre por los siglos de los siglos. Amén. (x 3)
ORACIÓNA MARÍA SANTÍSIMA
Soberana Reina de los cielos, Abogada de los pecadores y consuelo de todos los afligidos, que quisiste inspirar al gran Patriarca Santo Domingo de Guzmán, tu fiel siervo, la devoción del Santísimo Rosario, para que con ella pudiera vencer a los obstinados herejes albigenses, enemigos implacables de nuestra Religión y de nuestra fe, proveyendo al mismo tiempo en ella un medio sencillo y eficacísimo para conseguir vuestra protección y atraer sobre nuestra alma las gracias del cielo; alcánzanos de tu divino Hijo, nuestro adorable Redentor, que hagamos este santo ejercicio del mes de Octubre a Ti consagrado, con la mayor piedad, atención y recogimiento, para que por este medio consigamos ser, durante toda nuestra vida, incansables devotos de tu Santísimo Rosario. Tú, ¡oh, Virgen María, cuyas gracias y misericordias para con los que te invocan, no se agotan jamás, haz que en estos días participemos de ellas con mayor abundancia, a fin de que, considerando en esta vida tus virtudes y procurando al mismo tiempo imitarlas, podamos algún día cantar tus alabanzas en la gloria por toda la eternidad. Amén.
w Meditación para cada día y oración final.
DÍA DECIMOTERCERO
PILATOS LES ENTREGÓ A JESÚS AZOTADO,
PARA QUE LO CRUCIFICARAN. (Mc 15, 15)
PUNTO 1º- Es el segundo misterio doloroso del Santo Rosario, los azotes que Jesús, nuestro divino Salvador, padeció atado a la columna No bastaban las injurias, empellones, bofetadas, salivas y malos tratamientos con que sus enemigos habían atormentado a Jesús, desde que le prendieron en el Huerto de las Olivas, sino que también quisieron someterle al tormento de los azotes. Este tormento era grandemente injusto y cruel por varias razones. Pues, en primer lugar, si Pilatos juzgaba a Jesús inocente ¿a qué someterle a esta flagelación, aunque fuera con el fin de librarle de sus enemigos, excitando su compasión y piedad? ¿No era éste ya un crimen imperdonable? Dice David: Altísimo pusiste, Señor, el lugar de tu refugio y el azote no tendrá que ver en tu morada. Esto debiera ser, si siempre la justicia fuera la regla que midiera todas las acciones humanas. Mas como el hombre prevaricó, llega a tanto su osadía, que pone las manos en el mismo Dios. Y Dios es tan bueno y piadoso, que, por salvar al mismo hombre, permite que él le atormente de esta manera sufre Jesús con paciencia estos azotes, para que se vea también, cuánta es la gravedad de nuestros pecados, que merecen, no una muerte cualquiera, sino los más ingeniosos tormentos que pueden acompañarla y hacerla más dolorosa.
PUNTO 2º- El tormento de la flagelación fue también injusto y cruel, tratándose de Jesús, por el número exorbitante y nunca oído de los azotes. Según una piadosa tradición, pasaron éstos de cinco mil. ¿Qué naturaleza criada por fuerte que sea puede resistir sin morir tormento tan prolongado y atroz? En la ley de Moisés, sólo se permitía castigar al reo con cuarenta azotes; pero tratándose de Jesús, del Hijo inocente del Eterno Padre, de la Santidad por esencia, no se tiene para nada esta ley. Le dan tantos azotes y con tal furia, que Jesús entró varias veces en la agonía hubiera expirado en este tormento, si con el poder de su divinidad no se sostuviera a fin de poder sufrir el tormento de cruz. ¡Ay alma mía!¡cuánto tienes que agradecer a tu divino Salvador que, por satisfacción de tus pecados, quiso sufrir tantos azotes!
PUNTO 3º- También debemos considerar que el tormento de los azotes era un castigo vil y de personas muy bajas. Bastaba ser ciudadano romano para no estar sujeto a esta clase de tormentos. San Pablo se libró de él en cierta ocasión por manifestar al centurión que dirigía el castigo que gozaba de este privilegio por ser ciudadano romano. Pero Jesús no invoca en su favor ningún título ni privilegio, a pesar de ser el Hijo de Dios vivo. Quiere someterse a todos los tormentos por curar la soberbia de nuestra alma, que es casi siempre la causa de todos nuestros extravíos. Sigue, pues, tú, alma mía, este ejemplo, que únicamente así es como podrás asegurar tu salvación. El camino del regalo y de la presunción sólo pueden hacerte desgraciada, primero en esta vida, y después eternamente en la otra.
ORACIÓN A JESÚS
ATADO A LA COLUMNA
¡Amantísimo Jesús, cordero sin mancha y espejo purísimo de inocencia, cuánto dolor experimento al contemplar tu cruel e injustísima flagelación! Sería necesario que mi corazón fuera de mármol para no moverme a compasión viéndote así azotado. Pues, por una parte, el tormento cruel que sufres es de los mayores que pueden imaginarse; ya no tienes carnes en las espaldas, descubriéndose los sacratísimos huesos por la multitud de tantos azotes. Y, en segundo lugar, tanta deshonra, como es estar el Hijo de Dios sometido a los azotes, debe llenarme de pena y confusión. ¡Ah, Jesús de mi vida! ¡quién pudiera evitar, que sufrieses este tormento! Mas yo puedo conseguirlo de alguna manera, evitando en adelante el ofenderte. Concédemelo ¡oh, Jesús mío! por los méritos de tu sacratísima Pasión y por la intercesión de tu Santísima Madre, para que, de este modo, llevando aquí una vida inocente y cristiana, llegue algún día a contemplarte en la gloria. Amén.
Obsequio a María: Tomar una disciplina, o hacer alguna penitencia corporal, en memoria de los cinco mil azotes, que Jesús recibió en la columna.
w Oraciones para terminar cada día:
La Virgen María prometió a Santa Matilde y a otras almas piadosas que quien rezara diariamente tres avemarías, tendría su auxilio durante la vida y su especial asistencia a la hora de la muerte. Confiados en tal promesa, invoquemos a la Madre de Dios diciendo:
Dios te Salve, María, llena eres de gracia, el Señor es contigo. Bendita tú eres entre todas las mujeres y bendito el fruto de tu vientre, Jesús.
Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén. (x 3)
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Sagrado Corazón de Jesús, en vos confío.
Inmaculado Corazón de María, sed la salvación mía.
Glorioso Patriarca san José, ruega por nosotros.
Santos Ángeles Custodios, rogad por nosotros.
Todos los santos y santas de Dios, rogad por nosotros.
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¡Querido hermano, no dejes de honrar en este día a la Santísima Virgen con el rezo del santo Rosario! Si te ha gustado esta meditación, compártelo con tus familiares y amigos.
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