Homilía de maitines
MIERCOLES DE TEMPORAS DE CUARESMA
Forma Extraordinaria del Rito Romano
HOMILIA
DE SAN AMBROSIO, OBISPO.
Libro 7 sobre San Lucas, cap. 11
En
la condenación del pueblo judío vemos claramente figurado, lo que sucede
misteriosamente en la Iglesia. Los hijos de la Iglesia vienen de todo el
universo a reunirse para escuchar las palabras del pacífico Salomón; sea como
los Ninivitas, por la penitencia, sea como la reina de Saba, movidos por el
deseo de aprender la sabiduría. Reina es, en verdad, esta Iglesia cuyo reino es
indiviso, constituido por diversos pueblos que viene de regiones muy distantes
para reunirse en un solo cuerpo.
He
aquí, pues, un gran símbolo de Cristo y de la Iglesia, pero con una gran
diferencia. Antes existía solo la figura; actualmente el misterio se cumple en
plena realidad. Allí vemos a Salomón, figura de Jesucristo; aquí a Jesucristo
en su mismo cuerpo. Hay por consiguiente, dos elementos en la Iglesia; los que
no cometen pecados y los que dejan de pecar. Corresponde, en efecto, a la
penitencia, destruir el pecado, y a la sabiduría, no cometerlo.
Por
lo demás, el milagro de Jonás no solo es figura de la pasión del Señor, sino
también testimonio de la gravedad de los pecados cometidos por los Judíos. Y
conviene al propio tiempo que consideremos en las palabras que Jesús les
dirige, la majestad del oráculo y la prueba de su piedad. Pues al citar el
ejemplo de los Ninivitas, les anuncia el castigo y les propone el remedio. Por
lo cual los Judíos no deben desesperar
del perdón, con tal que quieran hacer penitencia.
Transcripto por
gentileza de Dña. Ana María Galvez