viernes, 5 de febrero de 2016

ACTÚA COMO SI TODO DEPENDIERA DE TI, SABIENDO QUE EN REALIDAD TODO DEPENDE DE DIOS REFLEXIÓN DIARIA DEL COMPENDIO DE LA DOCTRINA SOCIAL DE LA IGLESIA (n. 56-58)


ACTÚA COMO SI TODO DEPENDIERA DE TI, SABIENDO QUE EN REALIDAD TODO DEPENDE DE DIOS
REFLEXIÓN DIARIA DEL COMPENDIO DE LA DOCTRINA SOCIAL DE LA IGLESIA (n. 56-58)
“Al conformarse con Cristo Redentor, el hombre se percibe como criatura querida por Dios y eternamente elegida por Él, llamada a la gracia y a la gloria, en toda la plenitud del misterio del que se ha vuelto partícipe en Jesucristo. La configuración con Cristo y la contemplación de su rostro  infunden en el cristiano un insuprimible anhelo por anticipar en este mundo, en el ámbito de las relaciones humanas, lo que será realidad en el definitivo, ocupándose en dar de comer, de beber, de vestir, una casa, el cuidado, la acogida y la compañía al Señor que llama a la puerta
(cf. Mt 25, 35-37).”
Primero, hemos de recordar que todo es don de Dios y la llegada de su Reino de paz y amor, de justicia y de verdad, de vida y santidad será también gratuitamente regalado por el Señor. Es más, viendo nuestra sociedad actual con realismo vemos la magnitud de los problemas, de las desigualdades y de las dificultades que superan nuestra pequeñez, nos amedrentan y pueden paralizar nuestra acción. Es cierto: hay situaciones que sólo la intervención directa de Dios podría solucionarlo…
Pero  -aquí está la segunda cosa que hemos de recordar- nosotros hemos de poner nuestro grano de arena; nosotros también somos esos trabajadores a los que se nos dice: Id también vosotros a mi viña. Nosotros también somos ese muchacho del evangelio que hemos de poner a disposición de Jesús los cinco panes y los dos peces para que él los multiplique. A nosotros también se nos han encomendado unos talentos que hemos de hacer producir.
Hemos de trabajar por un mundo mejor y por construir el reino de Dios y adelantar su venida, actuando como si todo dependiera de nosotros, pero sabiendo que en realidad todo depende de Dios”.

El Papa Benedicto XVI  comentado la evangelio del sembrador lo decía: Esta parábola se refiere al misterio de la creación y de la redención, de la obra fecunda de Dios en la historia. Él es el Señor del Reino; el hombre es su humilde colaborador, que contempla y se alegra de la acción creadora divina y espera pacientemente sus frutos. La cosecha final nos hace pensar en la intervención conclusiva de Dios al final de los tiempos, cuando él realizará plenamente su reino. Ahora es el tiempo de la siembra, y el Señor asegura su crecimiento. Todo cristiano, por tanto, sabe bien que debe hacer todo lo que esté a su alcance, pero que el resultado final depende de Dios: esta convicción lo sostiene en el trabajo diario, especialmente en las situaciones difíciles. A este propósito escribe san Ignacio de Loyola: «Actúa como si todo dependiera de ti, sabiendo que en realidad todo depende de Dios» (cf. Pedro de Ribadeneira, Vida de san Ignacio de Loyola).