viernes, 5 de febrero de 2016

EL ROSARIO DE HOY CON SAN PEDRO JULIÁN EYMARD



Santo Rosario.
Por la señal... 
Monición inicial: El 4 de febrero de 1811, nacía San Pedro Julián Eymard, que fue primeramente sacerdote diocesano y después miembro de la Compañía de María. Adorador eximio del Misterio eucarístico, fundó nuevas congregaciones, una de clérigos y otra de mujeres, para fomentar y difundir la piedad hacia el Santísimo Sacramento. Murió en la aldea La Mure, cerca de Grenoble, en Francia, donde había nacido en el año 1868. Con algunos de sus pensamientos meditamos el rosario de hoy.

MISTERIOS DOLOROSOS
1. La Oración de Jesús en el Huerto
“Comenzad vuestras adoraciones con un acto de amor y abriréis vuestras almas deliciosamente a su acción divina. Es por el hecho que comenzáis por vosotros mismos que os detenéis en el camino. Pero, si comenzáis por otra virtud y no por el amor vais por un falso camino…..El amor es la única puerta del corazón.”
2. La flagelación de Jesús atado a la columna.
“Cuánta tristeza es para Jesús la de permanecer ignorado, abandonado, menospreciado en los sagrarios. Son pocos los cristianos que creen en su presencia real, muchos son los que lo olvidan, y todo porque Él se hizo demasiado pequeño, demasiado humilde, para ofrecernos el testimonio de su amor. Pedid perdón, haced descender la misericordia de Dios sobre el mundo por todos los crímenes....”
3. La coronación de espinas
“No querer llegarse a Nuestro Señor con la propia miseria o con la pobreza humillada es, muy a menudo, el fruto sutil del orgullo o de la impaciencia; y sin embargo, es esto que el Señor más prefiere, lo que Él ama, lo que Él bendice.”
4. Nuestro Señor con la cruz a cuestas camino del Calvario
“Jesucristo quiso igualmente establecer estas relaciones que hemos dicho para significarnos incesantemente los efectos que debe producir la Eucaristía en nosotros.
Los cuales son: primero, hacernos morir al pecado y a las inclinaciones viciosas.
Segundo, hacernos morir al mundo y crucificarnos con Jesucristo, según expresión de San Pablo: Mihi mundus crucifixus est et ego mundo.
Tercero, hacernos morir a nosotros mismos, a nuestros gustos, a nuestros deseos, a nuestros sentidos, para que podamos revestirnos de Jesucristo, para que pueda Él vivir en nosotros y nosotros no ser otra cosa que miembros suyos sumisos a su voluntad.”
5. La crucifixión y muerte del Señor

“Cuantas veces nos hallamos en presencia de la Eucaristía debemos exclamar: Este precioso testamento ha costado la Vida a Jesucristo, y nos da a conocer la inmensidad de su amor, ya que Él mismo dijo que la mayor prueba de amor es dar la vida por sus amigos.”