viernes, 12 de febrero de 2016

CRISTO NO MANDA LO IMPOSIBLE, SINO LO PERFECTO. San Jerónimo, presbítero


Homilía de maitines

VIERNES DESPUÉS DE CENIZA
Forma Extraordinaria del Rito Romano

HOMILIA DE SAN JERONIMO, PRESBITERO
Libro 1 de los Comentarios sobre los caps. 5 y 6 de San Mateo
“Mas yo os digo: Amad a vuestros enemigos, haced bien a los que os han aborrecido”. Muchos hay que considerando los preceptos de Dios partiendo de su flaqueza, no según la virtud de los Santos, creen que es imposible lo que nos ha sido mandado, y afirma ser suficiente virtud el no aborrecer a los enemigos, ya que amarlos es superior a lo que puede la naturaleza. Pero debemos saber, que Cristo no manda lo imposible, sino lo perfecto. David lo practico con Saúl y Absalón y San Esteban rogó por los enemigos que le apedreaban. Del mismo modo Pablo deseaba ser anatema por sus perseguidores. Esto también enseño y practico Jesús diciendo: “Padre perdónales, porque no saben lo que hacen”.
Para que seáis hijos de vuestro Padre que estás en los cielos”. Si aquel que guarda los preceptos de Dios, se hace hijo de Dios; es bien manifiesto que no lo es por naturaleza, sino que esto depende de su voluntad. “Por consiguiente, cuando haces limosna, no quieras tocar la trompeta, como lo hacen los hipócritas en las sinagogas y en las calles, para ser honrados por los hombres”. Aquel que toca la trompeta al hacer limosna, es hipócrita. Aquel que al ayunar desfigura su rostro para demostrar en el semblante la flaqueza de su estómago, también es hipócrita. Aquel que ora en las sinagogas y en las esquinas de las plazas para ser visto de los hombres, es hipócrita.
De todo lo cual se deduce que son hipócritas cuantos hacen sus obras para que sean glorificados por los hombres. A mí me parece que también lo es aquel que dice a su hermano: “déjame que quite la mota de tu ojo”; pues parece que lo hace por la gloria, a fin de que sea tenido por justo. Por lo cual le dice el Señor: “Hipócrita, echa primero la viga de tu ojo”. Por lo tanto, no es la apariencia de la virtud, sino el motivo de la virtud que recibirá recompensa delante de Dios. Si te apartas del camino recto, poco importe que te desvíes a la derecha o a la izquierda, puesto que has abandonado el verdadero camino.
Transcrito por Dña. Ana Mª Galvez