LA
IGLESIA TIENE EL DERECHO Y EL DEBER DE HABLAR
Reflexión diaria del
Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia (nn. 69-71)
Con su doctrina social la Iglesia «se
propone ayudar al hombre en el camino de la salvación»: se trata de su fin primordial y
único. No existen otras finalidades que intenten arrogarse o invadir
competencias ajenas, descuidando las propias, o perseguir objetivos extraños a
su misión. La Iglesia no es enemiga del hombre, todo
lo contrario, ha sido fundada por Jesucristo para llevar a todos los hombres el
mensaje de salvación. Hay un interés por parte de los enemigos de Dios –guiados
por el padre de la mentira- de desfigurar e intentar por todos los medios
denigrar a la Iglesia para desacreditarla y que su mensaje pierda autoridad.
Sin duda, es la lucha entre la luz y las tinieblas. No hemos de perder el
ánimo, pues el Señor está con su Iglesia.
“Id al mundo entero”. La Iglesia es por
tanto maestra de la verdad de fe; no sólo de la verdad del dogma, sino
también de la verdad moral que brota de la misma naturaleza humana y del
Evangelio. Por eso, la Iglesia no
puede renunciar a su misión de pregonar la verdad y denunciar el error y la
injusticia. Muchos desearían que la Iglesia solamente se dedicase a las cosas
religiosas y espirituales, porque su voz
se hace molesta; pero si la Iglesia
renunciase a su misión se negaría a sí misma y no sería fiel a Cristo. La
Iglesia no puede permanecer indiferente ante las vicisitudes sociales.
No podemos
negar que en ciertos momentos históricos, los hombres de la Iglesia llevados
por sus ambiciones y debilidades se han puesto del lado incorrecto –también nos
puede pasar hoy a nosotros cristianos del siglo XXI. Pero siempre, incluso en
esos momentos, ha habido voces –los santos, particularmente- que han cumplido
firmemente con su deber y misión.