domingo, 29 de septiembre de 2024

30. MEDITACIÓN SOBRE LA ELECCIÓN DE ESTADO Y DISCERNIR LA VOLUNTAD DE DIOS. SAN JUAN EUDES

MEDITACIÓN

SOBRE LA ELECCIÓN DE ESTADO

 

MEDITACIONES SOBRE LA HUMILDAD

Y COLOQUIOS INTERIORES DEL CRISTIANO CON SU DIOS

San Juan Eudes

 

Para comenzar cada día:

+Por la señal de la Santa Cruz, de nuestro enemigos, líbranos, Señor, Dios nuestro. En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

 

Poniéndonos en la presencia de Dios, digamos la siguiente oración:

 

Profesión de Humildad

 

Señor Jesucristo, nada somos,

nada podemos ni valemos,

nada tenemos a no ser nuestros pecados.

Somos siervos inútiles, nacidos en la enemistad,

últimos de los hombres,

primeros de los pecadores.

Sea para nosotros la vergüenza y la confusión,

y para ti, la gloria y el honor por siempre jamás.

Señor Jesucristo, compadécete de nosotros. Amén.

 

MEDITACIÓN

SOBRE LA ELECCIÓN DE ESTADO

 

1

Piensa que el único estado que debes escoger es el que Dios te ha señalado desde toda eternidad: porque no te perteneces a ti mismo sino a él, por infinitas razones. Porque te ha creado, conservado, redimido y justificado: por la soberanía que tiene sobre todas sus criaturas; por tantos títulos como pensamientos, palabras, acciones, padecimientos y gotas de sangre Le ha dado el Hijo de Dios para librarte de la esclavitud del diablo y del pecado.

Por eso tiene derecho a disponer de ti, de tu vida y ocupaciones. Porque le perteneces a él infinitamente más que un súbdito a su rey, que un esclavo a su amo, que una casa a su dueño, que un hijo a su padre. Renuncia, por tanto, a ti mismo. Entrégate a Dios, declárale que quieres pertenecerle y servirlo de la manera que más le agrade y en el estado a que le plazca llamarte. Ruégale que te dé a conocer su santa voluntad y haz el propósito de aportar las disposiciones requeridas para descubrirla y seguirla.

 

2

Para disponerte a conocer la divina voluntad tocante a tu vocación debes tener en cuenta siete cosas:

2.1.      Humíllate profundamente y reconoce que eres indigno de servir a Dios en cualquier estado y condición; que, por estar lleno de tinieblas, no puedes discernir por ti mismo la voluntad de Dios.

2.2.      Purifica tu alma de todo pecado y apego al mal, mediante una verdadera conversión y una confesión extraordinaria para alejar de ti cuanto pudiera obstaculizar las luces y gracias celestiales que para ello se requieren.

2.3.      Reafírmale a Dios que deseas pertenecerle totalmente y servirlo de todo corazón y únicamente por su amor, en el género de vida al que le plazca llamarte.

2.4.      Colócate en total indiferencia frente a cualquier profesión en la que puedas agradar a Dios y despójate de tus planes y proyectos. Coloca a los pies de nuestro Señor tus sentimientos, deseos e inclinaciones para que él te comunique los suyos. Abandónale tu libertad para que disponga de u según su beneplácito. Coloca tu corazón entre sus manos como cera blanda o como carta blanca que él grabe y escriba en él la expresión de su adorable voluntad.

2.5.      Suplícale confiadamente que, por su infinita misericordia, a pesar de tu inmensa indignidad, te coloque en el estado que te ha señalado desde toda eternidad y le dé las luces y gracias necesarias para entrar en él y servirlo allí con toda fidelidad.

2.6.      Acompaña tu oración con mortificaciones, limosnas y buenas obras, corporales o espirituales.

2.7.      Implora el auxilio de la santa Virgen, de san José, tu ángel custodio y demás ángeles y santos para que te alcancen la gracia de conocer y seguir lo que Dios pide de ti.

Ruega a Dios que te dé la gracia de poner en práctica estos siete consejos y esmérate por seguirlos.

 

3

Si después de cumplir estas recomendaciones y de asumir las disposiciones en ellas señaladas, sientes inclinación por algún género de vida, no te apures en seguirlo. Examínalo bien para no tomar los instintos de tu voluntad o de tu amor propio, o del espíritu malo, como si fueran del Espíritu de Dios. Para no engañarle, examina atentamente:

3.1.      Si la condición a la que te sientes atraído es tal que puedes en ella servir fácilmente a Dios y realizar tu salvación.

3.2.      Si Dios te ha dado las cualidades físicas y espirituales convenientes y las condiciones requeridas para entrar en ella.

3.3.      Si el deseo que tienes es estable y permanente.

3.4.      Si el motivo que a ello Le lleva es puro y desinteresado, con la única intención de honrar a Dios y cumplir su voluntad.

3.5.      Si aprueban y confirman tu propósito algunos servidores de Dios capaces de dirigirte en asunto

 

Si estas cinco señales de la verdadera vocación de Dios coinciden con el deseo que tienes de un estado o género de vida, sólo te queda tomar la firme resolución de llevarlo a cabo, de buscar los medios conducentes y rogar a Dios que te dé las gracias necesarias para llegar a él y para servirlo y honrarlo conforme a los designios que tiene sobre u. Invoca con este fin la intercesión de la santa Virgen, de los ángeles y de los santos.

 

Jaculatoria: Indícame, Señor, el camino que he de seguir, pues a ti levanto mi alma (1).

 

Para finalizar cada día:

 

LETANÍAS DE LA HUMILDAD

Venerable Cardenal Merry del Val

 

Jesús manso y humilde de corazón, óyeme.

 

Del deseo de ser lisonjeado, líbrame Jesús

Del deseo de ser alabado, líbrame Jesús

Del deseo de ser honrado, líbrame Jesús

Del deseo de ser aplaudido, líbrame Jesús

Del deseo de ser preferido a otros, líbrame Jesús

Del deseo de ser consultado, líbrame Jesús

Del deseo de ser aceptado, líbrame Jesús

 

Del temor de ser humillado, líbrame Jesús

Del temor de ser despreciado, líbrame Jesús

Del temor de ser reprendido, líbrame Jesús

Del temor de ser calumniado, líbrame Jesús

Del temor de ser olvidado, líbrame Jesús

Del temor de ser puesto en ridículo, líbrame Jesús

Del temor de ser injuriado, líbrame Jesús

Del temor de ser juzgado con malicia, líbrame Jesús

 

Que otros sean más estimados que yo. Jesús dame la gracia de desearlo

Que otros crezcan en la opinión del mundo y yo me eclipse. Jesús dame la gracia de desearlo

Que otros sean alabados y de mí no se haga caso. Jesús dame la gracia de desearlo

Que otros sean empleados en cargos y a mí se me juzgue inútil. Jesús dame la gracia de desearlo

Que otros sean preferidos a mí en todo. Jesús dame la gracia de desearlo

Que los demás sean más santos que yo con tal que yo sea todo lo santo que pueda. Jesús dame la gracia de desearlo

 

Oración:

Oh Jesús que, siendo Dios, te humillaste hasta la muerte, y muerte de cruz, para ser ejemplo perenne que confunda nuestro orgullo y amor propio. Concédenos la gracia de aprender y practicar tu ejemplo, para que humillándonos como corresponde a nuestra miseria aquí en la tierra, podamos ser ensalzados hasta gozar eternamente de ti en el cielo. Amén.

 

***

Sagrado Corazón de Jesús, en vos confío.

Inmaculado Corazón de María, sed la salvación mía.

Glorioso Patriarca san José, ruega por nosotros.

Santos Ángeles Custodios, rogad por nosotros.

San Juan Eudes, ruega por nosotros.

Todos los santos y santas de Dios, rogad por nosotros.

***

¡Querido hermano, si te ha gustado esta meditación, compártela con tus familiares y amigos!

***

Ave María Purísima, sin pecado concebida.