sábado, 21 de septiembre de 2024

22. ATRIBUTOS DE DIOS EN LA CREACIÓN DEL HOMBRE. SAN JUAN EUDES

QUINTO COLOQUIO

ATRIBUTOS DE DIOS EN LA CREACIÓN DEL HOMBRE

 

MEDITACIONES SOBRE LA HUMILDAD

Y COLOQUIOS INTERIORES DEL CRISTIANO CON SU DIOS

San Juan Eudes

 

Para comenzar cada día:

+Por la señal de la Santa Cruz, de nuestro enemigos, líbranos, Señor, Dios nuestro. En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

 

Poniéndonos en la presencia de Dios, digamos la siguiente oración:

 

Profesión de Humildad

 

Señor Jesucristo, nada somos,

nada podemos ni valemos,

nada tenemos a no ser nuestros pecados.

Somos siervos inútiles, nacidos en la enemistad,

últimos de los hombres,

primeros de los pecadores.

Sea para nosotros la vergüenza y la confusión,

y para ti, la gloria y el honor por siempre jamás.

Señor Jesucristo, compadécete de nosotros. Amén.

 

QUINTO COLOQUIO

ATRIBUTOS DE DIOS EN LA CREACIÓN DEL HOMBRE

 

1

Dios, por habernos creado, revela múltiples atributos respecto a nosotros. Es nuestro principio y nuestro último fin, nuestro centro y nuestro elemento, nuestro supremo  bien, nuestro prototipo y modelo, nuestro rey y soberano absoluto; nuestro gobernador y defensor y, finalmente, nuestro juez.

Adoremos y alabemos a Dios en todos estos atributos y excelencias. Alegrémonos de su grandeza, de sus perfecciones y de su múltiple poder sobre todas sus criaturas.

Alegrémonos también y bendigámosle porque le pertenecemos por tantos títulos y porque se digna ejercer sus atributos con nosotros. Es, en efecto, singular privilegio y honor tener principio tan noble, fin tan excelso, centro tan divino, bien supremo tan espléndido y comunicativo de sí mismo, prototipo tan acabado, rey tan poderoso, protector tan sabio y tan fuerte, juez tan justo y Dios tan grande, admirable y bueno.

2

Los atributos de Dios no están vacíos ni ociosos: los ejerce continuamente con nosotros y con todas sus criaturas y con frutos maravillosos.

Porque, en cuanto principio, nos da el ser, no sólo una vez en el momento de nuestra creación, sino que incesantemente nos produce con mucha mayor efectividad que la fuente alimenta sus arroyos, el árbol sus ramas, el sol sus rayos. Por eso dependemos de él mucho más que el arroyo de su fuente, las ramas del árbol y los rayos del sol.

En cuanto fin, centro, elemento y supremo bien, sin cesar nos está llamando y atrayendo y nos dice: Venid a mí los que estáis cansados y abrumados y yo os consolaré. ¡Porque si hay una secreta virtud en el corazón dela piedra, en el elemento vital de los peces y en la esfera del fuego que con tanta fuerza los atrae, ¿cuánta más la habrá en nuestro centro verdadero, en nuestro real elemento y en nuestro verdadero medio que es Dios?

Sin embargo, ¿cómo es que tan lánguidamente nos dejamos atraer por él? Tenemos que admitir que son bien grandes nuestros obstáculos y resistencias y bien estorboso y temible el peso de nuestro pecado.

Tú que eres mi supremo bien, mi centro divino, arrebátame a ti y no permitas que ponga trabas para ello.

Además, como último fin, centro, elemento, medio vital y supremo bien, sólo Dios puede darnos la paz verdadera y el Perfecto sosiego y saciar la capacidad inmensa de nuestra alma.

San Agustín escribía: El alma racional ha sido hecha de tal manera capaz de tu majestad que sólo t ú puedes llenarla y nadie más. Y, de hecho, cuando nuestra alma renuncia a todo lo demás para darse enteramente a su Creador, éste la colma de sosiego indecible, de paz que sobrepuja todo sentimiento, y de infinidad de bienes.

Como prototipo nos da un modelo y ejemplar de admirable perfección y santidad, cuando nos dice: Sed santos porque yo soy santo. Sed perfectos como es perfecto vuestro Padre del cielo. Se misericordiosos como vuestro Padre celestial es misericordioso. Sed imitadores de Dios como sus hijos muy amados. Y, lo que, es más, imprime su imagen en los que se dan plenamente a él. Dios mío, me entrego del todo a ti, dígnate imprimir en mí una imagen perfecta de tu santidad y de tus divinas perfecciones.

Como nuestro rey y protector, Dios nos conduce mediante leyes santísimas y siempre está en vela para dirigirnos y amparamos.

Como nuestro juez ejerce sin cesar su justicia y su juicio en el mundo dando a cada uno el castigo o el premio según sus obras.

 

Jaculatoria: Mi corazón se consume por Dios, mi herencia perpetua.

 

Para finalizar cada día:

 

LETANÍAS DE LA HUMILDAD

Venerable Cardenal Merry del Val

 

Jesús manso y humilde de corazón, óyeme.

 

Del deseo de ser lisonjeado, líbrame Jesús

Del deseo de ser alabado, líbrame Jesús

Del deseo de ser honrado, líbrame Jesús

Del deseo de ser aplaudido, líbrame Jesús

Del deseo de ser preferido a otros, líbrame Jesús

Del deseo de ser consultado, líbrame Jesús

Del deseo de ser aceptado, líbrame Jesús

 

Del temor de ser humillado, líbrame Jesús

Del temor de ser despreciado, líbrame Jesús

Del temor de ser reprendido, líbrame Jesús

Del temor de ser calumniado, líbrame Jesús

Del temor de ser olvidado, líbrame Jesús

Del temor de ser puesto en ridículo, líbrame Jesús

Del temor de ser injuriado, líbrame Jesús

Del temor de ser juzgado con malicia, líbrame Jesús

 

Que otros sean más estimados que yo. Jesús dame la gracia de desearlo

Que otros crezcan en la opinión del mundo y yo me eclipse. Jesús dame la gracia de desearlo

Que otros sean alabados y de mí no se haga caso. Jesús dame la gracia de desearlo

Que otros sean empleados en cargos y a mí se me juzgue inútil. Jesús dame la gracia de desearlo

Que otros sean preferidos a mí en todo. Jesús dame la gracia de desearlo

Que los demás sean más santos que yo con tal que yo sea todo lo santo que pueda. Jesús dame la gracia de desearlo

 

Oración:

Oh Jesús que, siendo Dios, te humillaste hasta la muerte, y muerte de cruz, para ser ejemplo perenne que confunda nuestro orgullo y amor propio. Concédenos la gracia de aprender y practicar tu ejemplo, para que humillándonos como corresponde a nuestra miseria aquí en la tierra, podamos ser ensalzados hasta gozar eternamente de ti en el cielo. Amén.

 

***

Sagrado Corazón de Jesús, en vos confío.

Inmaculado Corazón de María, sed la salvación mía.

Glorioso Patriarca san José, ruega por nosotros.

Santos Ángeles Custodios, rogad por nosotros.

San Juan Eudes, ruega por nosotros.

Todos los santos y santas de Dios, rogad por nosotros.

***

¡Querido hermano, si te ha gustado esta meditación, compártela con tus familiares y amigos!

***

Ave María Purísima, sin pecado concebida.