miércoles, 18 de septiembre de 2024

19. OBLIGACIONES QUE TENEMOS POR LOS BENEFICIOS RECIBIDOS DE DIOS. SAN JUAN EUDES

SEGUNDO COLOQUIO

OBLIGACIONES QUE TENEMOS POR LOS BENEFICIOS RECIBIDOS DE DIOS EN NUESTRA CREACIÓN Y CONSERVACIÓN

 

MEDITACIONES SOBRE LA HUMILDAD

Y COLOQUIOS INTERIORES DEL CRISTIANO CON SU DIOS

San Juan Eudes

 

Para comenzar cada día:

+Por la señal de la Santa Cruz, de nuestro enemigos, líbranos, Señor, Dios nuestro. En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

 

Poniéndonos en la presencia de Dios, digamos la siguiente oración:

 

Profesión de Humildad

 

Señor Jesucristo, nada somos,

nada podemos ni valemos,

nada tenemos a no ser nuestros pecados.

Somos siervos inútiles, nacidos en la enemistad,

últimos de los hombres,

primeros de los pecadores.

Sea para nosotros la vergüenza y la confusión,

y para ti, la gloria y el honor por siempre jamás.

Señor Jesucristo, compadécete de nosotros. Amén.

 

SEGUNDO COLOQUIO

OBLIGACIONES QUE TENEMOS POR LOS BENEFICIOS RECIBIDOS DE DIOS EN NUESTRA CREACIÓN Y CONSERVACIÓN

 

1

Consideraré que quien me ha creado, dándome el ser y La vida, no ha sido el mundo, ni el espíritu del mal, ni yo mismo, sino Dios con su infinito poder, sabiduría y bondad. Él nos hizo y suyos somos. Salmo 99, 3. Su poder infinito me sacó de la nada. Su sabiduría inmensa se manifiesta en la admirable disposición de todas las partes de mi cuerpo y de mi alma. Su bondad inefable se revela en que no me dio un ser y una vida mineral, vegetal o animal sino que me formó a su imagen y semejanza. Me hizo nacer con ventajosas circunstancias de tiempo y de lugar y de origen familiar, con atributos del cuerpo y del espíritu y demás condiciones que han acompañado mi nacimiento y que debo ponderar cuidadosamente.

¿Cómo pagaré al Señor todo el bien que me ha hecho? Salmo 116, 12. Le daré gracias, lo bendeciré y amaré con todo mi corazón.

Porque si Dios ha sido el autor y el eterno principio de mi ser y de mi vida y no el mundo, ni Satán ni yo mismo, debo emplearlos enteramente para Dios y para cumplir sus santas disposiciones.

Pero Dios no es sólo el principio de donde salí, sino el prototipo cuya imagen viviente soy. Debo, pues, imitarlo en su santidad, caridad, paciencia, mansedumbre, vigilancia, justicia y misericordia. Examinaré si he empleado mi vida pasada al servicio de quien me la ha dado, o de otros. Me preguntaré si me he esforzado por imitarlo y por expresar en mí su imagen o la imagen de su enemigo.

Si me encuentro culpable, pediré perdón de mis infidelidades, resuelto a vivir únicamente para el autor y fuente de mi vida. Contemplaré atentamente la vida, costumbres y perfecciones de mi divino modelo para imitarlas y poder ser su imagen viviente, con la ayuda de su gracia.

 

2

¿Para qué me ha hecho Dios? Para él, para que piense en él, lo ame, hable de él, obre por él y me sacrifique por su gloria. Porque no es sólo mi principio y prototipo sino también mi fin.

Y si Dios me ha hecho sólo para él, debo grabar profundamente en mi espíritu esta verdad: que la única razón de mi presencia en el mundo es para que lo sirva y lo honre. Es eso lo único necesario, mi única preocupación y anhelo. A ello debo orientar mis pensamientos, palabras y acciones, mi tiempo, todo cuanto tengo, lo que sé y lo que puedo. Ese es mi fin supremo y por consiguiente sólo en ello encontraré mi soberano bien, mi centro y mi elemento, mi tesoro, mi gloria, el descanso pleno de mi espíritu y de mi corazón y mi verdadero paraíso. Fuera de ello sólo encontraré turbación, amargura, angustia, maldición e infierno.

Me examinaré sobre el cuidado que he tenido hasta ahora de este negocio tan importante. Si no habré sido del número de aquéllos a quienes increpa san Bernardo cuando los llama evaluadores idiotas que muestran enorme interés por asuntos baladíes y casi ninguno por lo realmente importante.

De ser así pediré perdón a Dios y me entregaré a él de todo corazón para aplicarme por entero en adelante a este negocio en el que está de por medio nada menos que una eternidad de felicidad o de desdicha.

 

3

Dios me ha creado no solamente una vez sino tantas veces como momentos he vivido en el mundo. Porque desde el instante de mi creación siempre me ha llevado en sus brazos, incluso en su regazo y en su corazón, con mayor amor y solicitud que el de una madre por su hijo. En ningún momento ha dejado de pensar en mí, de amarme y de conservarme. Y lo más admirable es que me ha conservado en el mismo momento en que lo estaba ofendiendo, cuando merecía que me aplastara y me lanzara al infierno.

La conservación es una creación continua: pues si Dios retirara su mano omnipotente, al punto yo volvería a la nada de donde me sacó. De ahí que en cada momento me da el mismo ser que me dio en el primer instante de mi vida, con el mismo poder y el mismo amor,

Por eso le pertenezco por tantos títulos como momentos he vivido en el mundo y debo agradecerle cada instante de mi vida como si se tratara del primero.

¡Oh Dios mío! Si te pertenezco por tantos títulos y tengo tanta obligación de servirte, no permitas que el pecado, el diablo o el mundo tengan parte alguna en lo que es tuyo. Toma, te lo ruego, posesión plena de mi ser y de mi vida. Renuncio para siempre al mundo, al príncipe de este mundo, al pecado abominable. Me entrego enteramente a ti, Dios mío, y declaro que no quiero existir, ni vivir, ni actuar, ni hablar, ni pensar, ni sufrir nada sino por amor a ti.

 

Jaculatoria: Me has creado para ti, Señor, e inquieto andará mi corazón mientras no descanse en ti.

 

Para finalizar cada día:

 

LETANÍAS DE LA HUMILDAD

Venerable Cardenal Merry del Val

 

Jesús manso y humilde de corazón, óyeme.

 

Del deseo de ser lisonjeado, líbrame Jesús

Del deseo de ser alabado, líbrame Jesús

Del deseo de ser honrado, líbrame Jesús

Del deseo de ser aplaudido, líbrame Jesús

Del deseo de ser preferido a otros, líbrame Jesús

Del deseo de ser consultado, líbrame Jesús

Del deseo de ser aceptado, líbrame Jesús

 

Del temor de ser humillado, líbrame Jesús

Del temor de ser despreciado, líbrame Jesús

Del temor de ser reprendido, líbrame Jesús

Del temor de ser calumniado, líbrame Jesús

Del temor de ser olvidado, líbrame Jesús

Del temor de ser puesto en ridículo, líbrame Jesús

Del temor de ser injuriado, líbrame Jesús

Del temor de ser juzgado con malicia, líbrame Jesús

 

Que otros sean más estimados que yo. Jesús dame la gracia de desearlo

Que otros crezcan en la opinión del mundo y yo me eclipse. Jesús dame la gracia de desearlo

Que otros sean alabados y de mí no se haga caso. Jesús dame la gracia de desearlo

Que otros sean empleados en cargos y a mí se me juzgue inútil. Jesús dame la gracia de desearlo

Que otros sean preferidos a mí en todo. Jesús dame la gracia de desearlo

Que los demás sean más santos que yo con tal que yo sea todo lo santo que pueda. Jesús dame la gracia de desearlo

 

Oración:

Oh Jesús que, siendo Dios, te humillaste hasta la muerte, y muerte de cruz, para ser ejemplo perenne que confunda nuestro orgullo y amor propio. Concédenos la gracia de aprender y practicar tu ejemplo, para que humillándonos como corresponde a nuestra miseria aquí en la tierra, podamos ser ensalzados hasta gozar eternamente de ti en el cielo. Amén.

 

***

Sagrado Corazón de Jesús, en vos confío.

Inmaculado Corazón de María, sed la salvación mía.

Glorioso Patriarca san José, ruega por nosotros.

Santos Ángeles Custodios, rogad por nosotros.

San Juan Eudes, ruega por nosotros.

Todos los santos y santas de Dios, rogad por nosotros.

***

¡Querido hermano, si te ha gustado esta meditación, compártela con tus familiares y amigos!

***

Ave María Purísima, sin pecado concebida.