miércoles, 18 de diciembre de 2024

JORNADA CUARTA. PERSEVERANCIA. NOVENA DE NAVIDAD

JORNADA CUARTA

Por la señal de la Santa Cruz, etc.

 

Acto de contrición

¡Señor y Dios mío! Humildemente postrado a tus divinos pies, te pido perdón por mis repetidas infidelidades, y auxiliado de tu santa gracia, te ofrezco no recaer en ellas. Llena, Señor, mi corazón de un verdadero dolor de haberte ofendido y mis ojos de lágrimas que laven mis culpas y sean en tu presencia prendas seguras de mi perfecta contrición. Haz que nunca me aparte de ti en la vida para que me recibas como hijo tuyo en la hora de la muerte y consiga verte y alabarte en el cielo. Amén.

 

MEDITACIÓN

PERSEVERANCIA

A los primeros rayos del alba, María y José emprenden nuevamente su camino, seguidos de las simpatías y bendiciones de los pastores que les desean un breve y feliz viaje. La senda es la misma que cuando venían a Nazareth después de su santo desposorio: ¡pero qué diferencia de una época a otra! Entonces el musgo florido era suave alfombra en que hundían los pies de los camellos, la naturaleza brillaba en todo su esplendor, las aves cantaban en los arbustos llenos de flores y por doquiera se extendía la vista se divisaba un panorama delicioso. Ahora es todo lo contrario: la tristeza y la desolación parecen haber marcado fatalmente cuanto les rodea, y el ánimo angustiado no se atreve ni a considerar su situación.

¿Quién que no fuera María o José no vacilaría antes de emprender la jornada? ¿Qué puede importar a Herodes, hubieran dicho, saber si tiene dos vasallos más o menos? ¿A qué incomodarnos? ¿Qué recompensa ha de recibir el cansancio que nos tomamos para obedecerle?

Los benditos esposos perseveran, sin embargo, y marchan siempre atentos y vigilantes. El día acaba sin que su ánimo desfallezca y aprovechan los últimos resplandores del crepúsculo en buscar un refugio para la noche. Por dicha aún les queda pan y el hueco de una añosa encina sirve a la Virgen Madre para reposar sus ateridos miembros. José cuidadoso del tesoro que le ha confiado el Señor, despende el taleh de sus hombros para que tenga más abrigo su santa y dulce compañera: junta algunas ramas, enciende fuego y el varón fuerte y justo vela y ora, hasta que la aurora del siguiente día aparece en el cielo.

¡Cuánto debe hacernos avergonzar la perseverancia de María y José! ¿En qué la imitamos? ¿Si por acaso en un momento dichoso se forma una buena resolución, perseveramos en ella?

 

ORACIÓN

¡Señora del cielo y la tierra que nos mandas huir del pecado y perseverar en la senda del bien, ten misericordia de nosotros y no mires nuestra flaqueza, sino los méritos de tu Hijo unigénito, y su sangre vertida por las criaturas en el árbol santo de la cruz! Haznos fuertes para poder ser justos y para que te alabemos en el cielo. Amén.

 

ORACIÓN

¡Dulcísima Virgen María! A ti acudimos para que nos alcances del Señor la perseverancia en el bien. Tú sabes madre amorosa cuan débil e imperfecta es la criatura, y que nada puede sin el auxilio de la gracia. Sea ella el escudo en que se emboten las asechanzas del enemigo y la tabla dichosa que entre las olas del mundo nos lleve al puerto de la eterna salvación. Amén.

Tres Ave Marías

Aquí pedirá cada uno a la Santísima Virgen la gracia que desea conseguir.

 

Oración para todos los días

¡Oh, Dios mío! A ti acudo tan lleno de imperfecciones, tan rendido al grave peso de mis pecados, que apenas me atrevo a implorar tu piedad. Hijo soy, aunque ingrato, y tú, Padre de misericordia, tenla de mí y sea mi intercesora para conseguirla la purísima Virgen María, amparo y refugio de los míseros pecadores. Haz que la meditación de estas santas jornadas llene mi corazón de las virtudes que me enseñan y que, así como la reina de los ángeles y el Santo Patriarca José las anduvieron venciendo peligros, incomodidades y toda clase de sufrimientos: así yo venza en la jornada de mi vida todos los obstáculos que el enemigo de las almas ponga a la mía, y llegue a verte y alabarte en el cielo. Amén.

 

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