Miércoles de la III semana de Cuaresma
Comentarios al Evangelio
de la Catena Aurea de Santo Tomás de Aquino
Mateo 15, 01-06
Entonces se llegaron a El unos escribas y fariseos de
Jerusalén, diciendo: "¿Por qué tus discípulos traspasan la tradición de
los ancianos? Pues no se lavan las manos cuando comen pan". Y El
respondiendo, les dijo: "Y vosotros, ¿por qué traspasáis el mandamiento de
Dios por vuestra tradición? pues Dios dijo: Honra al padre y a la madre. Y:
Quien maldijere al padre o a la madre, muera de muerte. Mas vosotros decís:
Cualquiera que dijere al padre o a la madre: Todo don que yo ofrezco a ti
aprovechará. Y no honrará a su padre o a su madre: y habéis hecho vano el
mandamiento de Dios por vuestra tradición". (vv. 1-6)
Rábano
Los hombres
del Genesar y los menos instruidos creen, mientras que los que parecen sabios
van al combate, según aquellas palabras ( Mt 11,25): "Ocultaste estas
cosas a los sabios y prudentes y las revelaste a los pequeñuelos". Por eso
se dice: "Entonces se llegaron".
San Agustín, de consensu evangelistarum, 2,49
El
evangelista ha enlazado el orden de su narración, de manera que las palabras:
"Entonces se llegaron", indican una trasmisión a fin de seguir el
mismo orden en lo que va a decir después.
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 51,1
Designa el evangelista
aquí la época para manifestar la inefable perversidad de ellos, superior a la
de todo hombre. Se llegan ellos al Señor cuando ven los muchos milagros que
obra y los muchos enfermos que se curan con sólo tocar la orla de su vestido. Y
cuando se dice que los escribas y fariseos vinieron de Jerusalén, no debemos
olvidar que estaban diseminados por todas las tribus y que los peores de todos
eran los que habitaban en la metrópoli, en atención a que gozaban de mayores
honores y eran por lo mismo más soberbios.
Remigio
Por dos
motivos son reprensibles. Porque venían de Jerusalén, lugar santo, y porque,
siendo ellos los ancianos del pueblo y los doctores de la ley, vinieron no a
aprender del Señor, sino a combatirlo, diciendo: "Por qué tus discípulos traspasan
la tradición", etc.
San Jerónimo
Gran necedad
la de los fariseos y de los escribas. Arguyen al Hijo de Dios el no observar
las tradiciones y las órdenes de los hombres.
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 51,1
Mirad cómo
son cogidos en su misma pregunta. Porque no dicen: por qué traspasan la ley de
Moisés; sino: la tradición de los ancianos. Por donde se ve bien claro que los
sacerdotes introducían muchas novedades, a pesar de haber dicho Moisés ( Dt
4,2): "No añadiréis nada a la palabra que os propongo hoy, ni quitaréis
nada de ella" y cuando les convenía quedar exentos de ciertas
observancias, se comprometían con otras nuevas, por temor de que alguno les
usurpara el poder supremo, queriendo ser más temibles, como si fueran ellos los
legisladores.
Remigio
San Marcos
nos refiere esas tradiciones con estas palabras ( Mc 7,3): "Los fariseos y
todos los judíos no comían pan, si antes no se lavaban muchas veces las
manos" y por eso reprenden a los discípulos de Cristo, diciendo: "¿Por
qué no se lavan?" etc.
Beda
Ellos toman
en sentido carnal las palabras de los profetas parecidas a éstas ( Is 1,16):
"Lavaos y sed puros". Observaban el lavarse sólo el cuerpo y por eso
establecieron que no se debía comer sino con las manos lavadas.
San Jerónimo
Las manos,
esto es, no las obras del cuerpo, sino del espíritu, deben lavarse para que por
ellas se obre la Palabra de Dios.
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 51,1
Precisamente
los discípulos comían sin lavarse las manos porque despreciaban todo lo
superfluo y sólo atendían a lo necesario y no tenían por precepto de la ley el
lavarse o no lavarse. Practicaban lo uno y lo otro, según se presentaban las
ocasiones. Porque ¿cómo se habían de ocupar de estas superficialidades los que
despreciaban hasta el alimento indispensable?
Remigio
O bien, los
fariseos reprenden a los discípulos del Señor, no porque se laven según lo
exigen las costumbres y la oportunidad de los tiempos, sino porque no se
lavaban según tradición supersticiosa de los ancianos.
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 51,1
Mas Cristo
no se excusó, sino que les replicó inmediatamente, haciéndoles ver que aquellos
que cometían las faltas más grandes no debían preocuparse de las faltas ligeras
cometidas por otros y por eso sigue: "Y El respondiendo, les dijo: Y
vosotros, ¿por qué traspasáis?" No les dice que los discípulos obren bien
con esta infracción, a fin de no dar a los judíos motivo para calumniar, ni
tampoco condena a los discípulos, por evitar el que creyeran que aprobaba
semejantes tradiciones; ni acusa a los ancianos porque hubieran rechazado esa
acusación como injuriosa, sino que hace recaer su reprensión sobre los que
habían venido a verlo. Y con respecto a los ancianos que habían establecido esa
tradición, dice: "Y vosotros, ¿por qué traspasáis el mandamiento de Dios
por vuestra tradición?" Como si dijera
San Jerónimo
"¿con
que vosotros, que despreciáis los preceptos divinos a causa de una tradición
humana, pretendéis reprender a mis discípulos porque tienen en poco aprecio los
preceptos de los ancianos cuando se trata de cumplir los mandamientos de Dios?
Porque Dios ha dicho: "Honra a tu padre y a tu madre" y este honor
del que habla la Escritura no consiste sólo en los saludos y respetos
exteriores, sino en los socorros y donativos que hay obligación de hacer".
"Honra -dice el apóstol ( 1Tim 5,3)- a las viudas que lo son en
verdad" y aquí la palabra honor significa donativo. Por eso el Señor,
teniendo en consideración la indigencia, la edad y la pobreza de los padres,
tiene mandado que los hijos honren a sus padres; es decir, que les den o les
proporcionen las cosas necesarias a la vida.
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 51,2
Quiso el Señor manifestar la necesidad de honrar a los padres y por esta razón manda premiar al que observe este precepto mientras que el que lo quebrante padecerá. Y el premio que promete a los que honran a sus padres consiste en una larga vida sobre la tierra y la pena que sufrirán los que los abandonan, será tan terrible que los llenará de asombro a ellos mismos, y convertirá a otros. Por eso añade: "Y quien maldijere al padre o a la madre, muera de muerte". Son palabras que nos dicen bien claro que esa clase de gente es digna de la pena de muerte. De aquí se sigue que, si el que deshonra a sus padres de palabra es digno de muerte, mucho más dignos de muerte sois vosotros que los deshonráis con vuestras obras. Y no sólo deshonráis a los padres, sino que enseñáis a otros a hacer lo mismo. ¿Cómo, pues, vosotros, que debéis morir, acusáis a mis discípulos?
Además, el
Señor les manifiesta cómo ellos infringen el mandamiento de Dios, cuando añade:
"Y cualquiera que dijere al padre o a la madre: Todo don que yo ofrezco a
ti aprovechará", etc.
San Jerónimo
Deseando los
escribas y los fariseos abolir la ley citada anteriormente, que era la
manutención de los padres y de las madres e introducir la impiedad bajo el velo
de la piedad, enseñaron a los hijos perversos que si alguno quisiere consagrar
a Dios lo que estaba en la obligación de ofrecer a sus padres, debía preferir a
Dios -que es el verdadero padre- a los socorros que reclamaban las necesidades
de sus padres y de sus madres.
Glosa
El sentido
es éste: lo que yo ofrezco a Dios, me aprovecha a mí y a vosotros y por lo
tanto no debéis tomar mis cosas para vuestros usos, sino sufrir que yo las
ofrezca a Dios.
San Jerónimo
De esta
manera los padres, a fin de no incurrir en el crimen de sacrilegio, se
abstenían de las cosas que creían consagradas a Dios y se morían de hambre; de
donde resultaba que las ofrendas de los hijos, bajo el pretexto de que se
destinaban al templo y al culto de Dios, daban una gran ganancia a los
sacerdotes.
Glosa
De modo que
esa enseñanza forma este sentido. Cualquiera -es decir, cualquiera de vosotros,
oh, jóvenes- habrá dicho (esto es, podrá decir o dirá) a su padre o a su madre:
"Oh padre, el donativo que viene de mí y yo ofrezco a Dios te aprovechará
a ti. Maravilloso modo de pensar, como si dijera: pasará a vuestro uso, esto
es, no debéis tomarlo a fin de no haceros culpables de sacrilegio".
También puede entenderse de esta manera, sobreentendiendo algunas cosas.
"Cualquiera que dijere al padre, etc.", sobreentienda que cumplirá el
mandato de Dios, o cumplirá la ley, o será digno de la vida eterna.
San Jerónimo
Puede también entenderse en estas pocas palabras. Obligáis a los hijos a decir a sus padres: el donativo que yo debía ofrecer a Dios, lo consagro a vuestro alimento y te aprovecha a ti, oh padre y madre. Es como si dijera: ¡No!
Glosa
De esta
manera persuadiendo con vuestra avaricia al joven, éste no honrará al padre y a
la madre y por eso sigue: "Y no honrará a su padre y a su madre".
Como si dijera: "vosotros inculcáis a los hijos estos principios perversos
y por eso los hijos no honran después a sus padres. De esta manera hacéis
servir el mandamiento de Dios sobre los socorros que deben dar los hijos a sus
padres, para vuestra avaricia".
San Agustín, contra adversarium legis et prophetarum, 2,1
Evidentemente
Cristo nos demuestra aquí que ésta es la ley de Dios de la que blasfeman los
herejes y de la que los judíos tenían esas tradiciones, distintas de los libros
proféticos y legítimos que el apóstol llama (1, Tim 4) "Fábulas profanas y
cuentos de viejas".
San Agustín, contra Faustum, 16,24
Muchas cosas
nos enseña aquí el Señor. Desde luego no trató de retraer a los judíos de su
Dios ni de infringir los mandamientos de Dios. Tan lejos estuvo de esto, que
reprendía a aquellos mismos que los quebrantaban y no los practicaban tal como
los había dado Moisés.
San Agustín, quaestiones evangeliorum, 1,16
O de otra manera: "Todo don que yo ofrezco, a ti aprovechará", esto es, el donativo que ofreces por causa mía, te pertenece a ti desde luego. Palabras que significan que los hijos cuando han llegado a la edad de poder ofrecer por sí mismos, no necesitan de las ofertas de sus padres. Los fariseos miraban como exentos de toda culpabilidad a los hijos que llegaban a la edad de poder hacer esto y si se lo decían a sus padres, ni les faltaban al respeto ni al honor que se les debe.
07-11
"Hipócritas, bien profetizó de vosotros Isaías,
diciendo: Este pueblo con los labios me honra, mas el corazón de ellos está
lejos de mí. Y en vano me honra, enseñando doctrinas y mandamientos de
hombres". Y habiendo convocado a sí a las gentes, les dijo: "Oíd y
entended. No ensucia al hombre lo que entra en la boca, mas lo que sale de la
boca, eso ensucia al hombre". (vv. 7-11)
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 51,2
Había
demostrado el Señor que no eran dignos los fariseos de acusar a los que
infringían los mandamientos de los ancianos puesto que ellos mismos violaban la
ley de Dios. Ahora insiste de nuevo en esta misma demostración valiéndose del
profeta. Por eso dice: "Hipócritas, bien profetizó de vosotros Isaías,
etc."
Remigio
Se llama
hipócrita a aquel que disimula, porque hace una cosa y siente otra distinta en
su corazón. Con razón, pues, llama hipócritas a los fariseos. Porque con el
pretexto de dar culto a Dios, no deseaban más que amontonar para sí grandes
riquezas.
Rábano
Isaías
previó esta hipocresía de los judíos y los vio combatir el Evangelio y por eso
dijo en nombre del Señor: "Este pueblo me honra con los labios, etc."
Remigio
Porque el
pueblo parecía que se acercaba a Dios y le honraba con sus labios y con su boca
en el mismo hecho de gloriarse de no reconocer más que un sólo Dios. Pero su
corazón estaba muy distante de Dios, puesto que a pesar de haber visto tantas
señales y milagros, no quisieron conocer la divinidad del Señor, ni recibirlo.
Rábano
También le
honraban con los labios, cuando decían ( Mt 22): "Maestro, sabemos que tú
eres la verdad"; mas su corazón estuvo muy lejos de El cuando mandaron
hombres que le armaran emboscadas y le echaran mano en el sermón.
Glosa
O también le
honraban cuando recomendaban la limpieza exterior. Pero no teniendo la
interior, que es la verdadera, estaba su corazón muy lejos de Dios y por eso
era inútil semejante honor. Por eso sigue: "Y en vano me honran enseñando
doctrinas y mandamientos de los hombres".
Rábano
Y no tendrán
recompensa en compañía de los verdaderos adoradores, porque enseñan,
despreciando los mandamientos de Dios, las doctrinas y mandamientos de los
hombres.
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 51,3
Después de
haber recargado el Señor la acusación de los fariseos con el testimonio del
profeta y viendo que no se corregían, no les habla más y se dirige al pueblo:
"Y habiendo convocado a sí a las gentes, les dijo: Oíd y entended".
Como les va a exponer un dogma elevado y lleno de profunda filosofía, no se
contenta con anunciarlo simplemente, sino que los prepara para que reciban su
discurso, ya manifestando el honor y la solicitud que tiene para con el pueblo
-cosa que expresa el evangelista, por las palabras: "Y habiendo convocado
a sí a las gentes, etc."- ya también por las circunstancias en que se
encuentra, puesto que propone su ley a fin de que sea más aceptable, después de
haber resucitado muchos muertos y después de haber triunfado de los fariseos. Y
no se contenta con llamar al pueblo, sino que gana su atención con las
palabras: "Oíd y entended"; esto es, atended y levantad vuestros corazones
para oír esto. Y no les dijo que no había necesidad de distinguir entre los
manjares, ni les añadió que no eran acertadas las prescripciones de Moisés;
sino que valiéndose del testimonio de la naturaleza de las mismas cosas, les
habla como amonestándolos y aconsejándolos: "No ensucia al hombre lo que
entra en la boca, etc."
San Jerónimo
Pone la
palabra "comunica". La palabra comunicar es propia de las Escrituras
y no se emplea en el lenguaje ordinario. El pueblo judío, gloriándose de que
formaba la parte elegida de Dios, da el nombre de alimentos comunes a aquellos
que usan todos los hombres, como por ejemplo, la carne de puerco, la de liebre
y de otros animales que no tienen la pezuña dividida, los que no rumian, y
entre los peces, los que no tienen escamas. Por eso dice en los Hechos de los
apóstoles ( Hch 10,15): "No mirarás como cosa común lo que Dios ha
santificado", de suerte que la palabra común se aplica a los alimentos que
se encuentran en los demás pueblos y no formando parte del pueblo de Dios,
deben tenerse como impuros.
San Agustín, contra Faustum, 6,6
En el
Antiguo Testamento están prohibidas ciertas carnes pero esta prohibición no
está en oposición con las palabras del Señor: "No ensucia al hombre lo que
entra en la boca, etc." ni con las que dice el apóstol ( Tit 1,15):
"Todo lo expuso para los que están puros" y ( 1Tim 4,5): "Toda
criatura de Dios es buena". Comprendan los maniqueos, si pueden, cómo el
apóstol habló aquí de las mismas sustancias. La Escritura por ciertas
preocupaciones propias de los tiempos consideró como impuros algunos animales,
no por su naturaleza, sino a causa de la significación que entonces tenían. Por
ejemplo, si se trata del puerco y del cordero, los dos animales son puros por
su naturaleza porque "toda criatura de Dios es buena" y sin embargo,
el puerco es impuro y el cordero puro por el significado particular que se les
daba. Es como si dijéramos: el necio y el sabio; los dos son puros por el
sonido de la voz, las letras y las sílabas de que se componen. Pero por cierto
significado, una de estas palabras -el necio- puede decirse que es impuro, no
por su naturaleza, sino porque significa alguna cosa impura y quizás en el
orden de las figuras sea el puerco lo mismo que el necio en el de las
realidades. Así este animal significaría completamente lo mismo que las dos
sílabas de necio. La ley considera como impuro al animal que no rumia y esto no
es defecto suyo, sino de la naturaleza. Mas hay algunos hombres, representados
como impuros y figurados por este animal, que son efectivamente impuros por sus
vicios, mas no por su naturaleza. Porque después de haber oído con gusto las
palabras de la sabiduría, después no vuelven jamás a pensar en ellas. Porque
cuando habéis oído una cosa útil y queréis saborearos con la dulzura de su
recuerdo, la traéis como desde el intestino de la memoria a la boca del
pensamiento ¿y qué es esto sino rumiarla con el espíritu? Por eso los que no
obran así figuran al puerco. Esta multitud de cosas figuradas por las
locuciones o por las observancias figurativas, conmueven útil y suavemente a
las almas racionales y en el pueblo primitivo hay muchos preceptos puestos de
esta manera, no sólo para recordarlos, sino para que sean observados. Exigían aquellos
tiempos que se profetizasen las cosas que posteriormente tenían que ser
reveladas, no sólo con palabras, sino también con hechos. Pero reveladas
después por Cristo y en Cristo, no han sido impuestas como un yugo a la fe de
las naciones. Sin embargo, la autoridad de los profetas no ha perdido su valor.
Pregunto yo a los maniqueos si la sentencia del Señor: "No ensucia al
hombre lo que entra en la boca" es verdadera o falsa. Si dicen que es
falsa, ¿por qué el doctor Adimanto, que la atribuye a Cristo, se vale de ella
como de una objeción contra el Antiguo Testamento? Y si es verdadera, ¿cómo
admiten ellos en contra de ella que el alimento ensucia al hombre?
San Jerónimo
Puede el
prudente lector oponernos aquí y preguntarnos: si lo que entra en la boca no
ensucia al hombre ¿por qué no comemos de los manjares consagrados a los ídolos?
Debemos contestar que esos mismos manjares son puros por su naturaleza,
"porque toda criatura de Dios es buena", pero la invocación de los
ídolos y de los demonios los hace impuros para aquellos que los comen con
conciencia de que están consagrados a los ídolos y su conciencia, que está
enferma, queda sucia, como dice el apóstol (1, Tim 8).
Remigio
Y todo aquel que tenga una fe capaz de comprender que todo lo que viene de Dios bajo ningún concepto puede ensuciar, santifique su comida con la palabra de Dios y la oración y coma de lo que quiera. Pero, no de manera que sus alimentos puedan servir de escándalo a los débiles, como dice el apóstol (como arriba).
12-14
Entonces llegándose sus discípulos, le dijeron:
"¿Sabes que los fariseos se han escandalizado cuando han oído esta
palabra?" Mas El respondiendo dijo: "Toda planta que no plantó mi
Padre celestial, arrancada será de raíz. Dejadlos, ciegos son, y guías de ciegos.
Y si un ciego guía a otro ciego, entrambos caen en el hoyo". (vv. 12-14)
San Jerónimo
Todas las
observancias judaicas que hacían consistir su religión en rechazar tal manjar o
en aceptar este otro, habían sido destruidas con una sola palabra del Señor.
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 51,3
Los fariseos
después de haber comprendido lo que el Señor les acababa de decir, no lo
volvieron a contradecir. Porque quedaron completamente convencidos no sólo con
los argumentos que les puso, sino también haciéndoles ver sus engaños y
malicia, Sin embargo, se escandalizaron, no las gentes, sino los fariseos, por
eso se dice: "Entonces llegándose sus discípulos, le dijeron: ¿Sabes que
los fariseos se han escandalizado cuando han oído esta palabra?"
San Jerónimo
Puesto que
con tanta frecuencia usa la Escritura la palabra escándalo, conviene exponer
aunque ligeramente el significado de esa palabra. Podemos llamar escándalo a
todo lo que sirve de estorbo, caída, o de tropiezo, cuando leemos, pues:
"Cualquiera que escandalizare", debe entenderse, cualquiera que por
sus palabras o por sus hechos diere ocasión a la caída.
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 51,3
Cristo no
destruyó el escándalo de los fariseos, sino más bien los acusó por el
escándalo. Por eso sigue: "Mas El, respondiendo, dijo: Toda planta que no
plantó mi Padre celestial, arrancada será de raíz". Los maniqueos
sostienen que estas palabras recaen sobre la ley; pero semejante modo de pensar
está en oposición con lo que se ha dicho antes. Porque si efectivamente habla
aquí el Señor de la ley, ¿cómo más arriba hubiera podido defender la ley,
diciendo ( Mt 15,3): "¿Por qué traspasáis el mandamiento de Dios a causa
de vuestra tradición?" ¿Con qué objeto hubiera alegado las palabras del
profeta? Y si Dios dijo ( Ex 20,12): "Honra a tu padre y a tu madre",
¿diremos que esta ley de Dios no es planta de Dios?
San Hilario, in Matthaeum, 14
Las palabras
del Señor: "Toda planta que no plantó el Padre celestial será arrancada de
raíz", nos enseñan que debemos desechar toda tradición humana bajo cuyo
pretexto se traspasan los preceptos de la ley.
Remigio
No puede
existir toda doctrina falsa y toda observancia supersticiosa, ni sus autores.
Porque como no las plantó Dios, es preciso arrancarlas de raíz; sólo vivirá,
pues, lo que plantó Dios.
San Jerónimo
¿Por ventura
será también arrancada aquella planta que menciona el apóstol ( 1Cor 3)
"Yo he plantado y Apolo ha regado". Esta cuestión se resuelve por lo
que sigue: "Mas Dios la dio el incremento". El mismo apóstol dice
también (como arriba). "Vosotros sois la agricultura de Dios: vosotros
sois la construcción de Dios" ( Mt 15,9) y en el mismo lugar: "Somos
cooperadores de Dios" ( Mt 15,9). Y si somos cooperadores, claro está, que
plantando Pablo y regando Apolo, Dios planta y riega con sus cooperadores.
Abusan de este pasaje los que afirman que en Dios hay muchas naturalezas,
diciendo: Si la planta que no plantó el Padre será arrancada de raíz, está
claro que la que plantó no puede ser arrancada de raíz. Pero oigan las palabras
de Jeremías ( Jer 2,21) "Yo os planté a vosotros viña verdadera, ¿cómo os
habéis cambiado en agraz de viña ajena?". Dios la plantó efectivamente y
nadie puede arrancar de raíz su planta. Pero como esta planta tiene sus raíces
en el libre albedrío, nadie la puede arrancar si ella no le da su
consentimiento.
Glosa
O también, significa esta plantación los doctores de la ley y sus discípulos que no tenían a Cristo por fundamento.
Después el
Señor dice la razón de por qué serán arrancados de raíz: "Dejadlos, son
ciegos, guías de ciegos".
Rábano
Efectivamente
son ciegos, esto es, están privados de la luz de los mandamientos de Dios y
arrastran a otros al precipicio, yerran y conducen a otros al error ( 2Tim 3),
por eso se añade: "Si un ciego guía a otro ciego, los dos caen en el
hoyo".
San Jerónimo
Esto es precisamente lo que manda el apóstol ( Tit 3,10): "Evita al hereje, que ha sido corregido por primera y segunda vez, en la persuasión que semejante hombre es un perverso". En este sentido manda también el Salvador dejar a su libertad a los doctores perversos. Porque El sabía lo difícil que es el que esos hombres puedan volver a la verdad.
15-20
Y respondiendo Pedro, le dijo: "explícanos esa
parábola". Y dijo Jesús: "¿aun también vosotros sois sin
entendimiento? ¿No comprendéis que toda cosa que entra en la boca, va al
vientre, y es echado en un lugar secreto? Mas lo que sale de la boca, del
corazón sale, y esto ensucia al hombre. Porque del corazón salen los
pensamientos malos, homicidios, adulterios, fornicaciones, hurtos, falsos
testimonios, blasfemias. Estas cosas son las que ensucian al hombre. Mas el
comer con las manos sin lavar, no ensucia al hombre". (vv. 15-20)
Remigio
Tenía el
Señor la costumbre de hablar por parábolas y por esta razón, después de haberlo
escuchado Pedro, creyendo que las palabras: "No ensucia al hombre lo que
entra en la boca" ( Mt 15,11), era una parábola, preguntó al Señor de esta
manera: "Explícanos esa parábola". Y como había hecho la pregunta en
nombre de los demás, de ahí que el Señor lo reprendiera a él y a los demás. Por
eso sigue: "¿Aun también vosotros sois sin entendimiento?"
San Jerónimo
El Señor
reprende a Pedro porque éste creyó que era una parábola lo que El dijo con toda
claridad. De donde se deduce que el oyente que quiere entender con claridad lo
que es oscuro o tratar como oscuro lo que es claro, es un necio.
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 51,4
Lo reprende
el Señor, no porque su pregunta se apoyase en alguna duda, sino en el escándalo
de los fariseos. Las gentes no comprendieron lo que les había dicho y los discípulos
se escandalizaron. De aquí el que le preguntaran como de parte de los fariseos,
y el que al oír cosas tan elevadas como: "Toda planta que no plantare mi
Padre celestial, será arrancada de raíz"( Mt 15,13) fueran reprendidos.
Pero Pedro, que era fogoso, no se calla tan fácilmente y por eso el Señor lo
reprende y le dice el motivo de su reprensión en estos términos: "¿No
comprendéis que todo lo que entra en la boca va al vientre y es echado en un
lugar secreto?".
San Jerónimo
Algunos han
calumniado al Señor por este pasaje, diciendo que El no conocía las leyes
físicas de nuestro cuerpo puesto que dice que los alimentos caen en el vientre
y luego para la digestión pasan a un lugar secreto, siendo así que una vez
deglutidos los alimentos, se distribuyen en todos los miembros, en las venas,
en los nervios y hasta en la médula de los huesos. Pero este reparo no tiene
fundamento, porque los alimentos después de la digestión se transforman en un
humor ligero, en una substancia líquida y esta sustancia que corre por las
venas y los miembros es lanzada por ciertos resortes secretos -que los griegos
llaman poros- a las partes inferiores del cuerpo y después caen en lugares
secretos.
San Agustín, de vera religione, 40
Después que
los alimentos han sido disueltos, esto es, han perdido su forma, pasan a formar
el cuerpo y disueltos toman una forma conveniente y renuevan los tejidos. Un
movimiento propio de la vida distingue en cierto modo unos de otros y toma para
levantar el edificio visible del cuerpo los que conducen a este fin. Mas los
que no sirven para este objeto, son lanzados por ciertas vías a propósito.
Parte de ellos, los más gruesos, vuelven a la tierra a fin de transformarse de
nuevo. Otra parte es exhalada del cuerpo y otra recibe las cantidades ocultas
de todo el animal y sirve para la generación.
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 51,4
Y al decir
el Señor estas cosas a sus discípulos, les responde aún según la enfermedad de
los judíos. Porque les dice que el alimento sale y no queda. Y aunque
permaneciera, no ensuciaría el cuerpo. Pero ellos no podían comprender esto.
Por eso Moisés les había dicho que se considerase como impuro todo el tiempo en
que permanecían dentro los alimentos y les manda lavarse por la tarde, por ser
éste el tiempo que media entre la digestión y la expulsión de los alimentos.
San Agustín, de Trinitate, 15,10
El Señor ha
dado a entender dos cosas diferentes bajo el nombre de boca: el cuerpo y el
corazón. Porque el decir: "Que lo que entra en la boca, etc."
significa el cuerpo y en las palabras: "Mas lo que sale de la boca sale
del corazón y esto ensucia al hombre", habla del corazón.
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 51,4
Lo que está
dentro del corazón permanece en el hombre y no sólo lo que queda, sino lo que
sale del hombre puede ensuciarlo, y mucho más lo que sale. Por eso añade:
"Del corazón salen los pensamientos malos, etcétera". Y pone en
primer lugar los pensamientos malos, por el vicio que tenían los judíos de
tender lazos al Señor.
San Jerónimo
Lo que hay
de principal en el alma del hombre no lo coloca Cristo en el cerebro como
Platón, sino en el corazón y según esta opinión, son reprensibles los que
opinan que todos los pensamientos son resultado de las sugestiones del demonio
y no de la propia voluntad del hombre. El demonio puede ayudar, incitar o
enardecer los malos pensamientos, pero no puede ser el autor de ellos. Porque
si desde sus emboscadas inflama con su aliento la llama ligera de nuestros
pensamientos, no debemos concluir de esto que él penetra en las profundidades
del corazón; sino que él, por las posturas y movimientos del cuerpo, conjetura
lo que pasa en el interior. Así, por ejemplo, si ve que nosotros miramos con
interés e insistencia el rostro bello de una mujer, comprende por nuestros
ojos, que nuestro corazón se halla herido por las flechas del amor.
Glosa
De los
pensamientos malos provienen también las acciones malas y las palabras malas
prohibidas por la ley. Por eso añade: "Los homicidios", que están prohibidos
por el precepto "No matarás" ( Ex 20,13); los adulterios y
fornicaciones, que también lo están por este otro precepto: "No
fornicarás" ( Ex 20,14); los hurtos, por: "No hurtarás" ( Ex
20,15); los falsos testimonios por: "No levantarás falsos testimonios
contra el prójimo" ( Ex 20,16); las blasfemias por: "No tomarás el
nombre de tu Dios en vano" ( Ex 20,7).
Remigio
El Señor,
después de nombrar los vicios prohibidos por la ley divina, añade con
oportunidad: "Esto es lo que ensucia al hombre", es decir, lo vuelve
inmundo e impuro.
Glosa
Y como la
perversidad de los judíos que preferían sus tradiciones a los preceptos divinos
había dado origen a estas palabras del Señor, de ahí que el Señor concluya con
las siguientes palabras para demostrarles la inconveniencia de esas
tradiciones: "Mas el comer con las manos sin lavar, no ensucia al
hombre".
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 51,4
Mas el Señor no dijo que no ensucia al hombre el comer manjares prohibidos por la ley, a fin de que no pudieran contradecirlo, sino que concluye con aquello mismo sobre que versaba la cuestión.