PASIÓN DEL SEÑOR SEGÚN SAN JUAN. Catena Aurea de Santo Tomás de Aquino
VIERNES SANTO
Comentarios al Evangelio
de la Catena Aurea de Santo Tomás de Aquino
Juan
18, 01-02 Cuando Jesús hubo dicho estas cosas, salió con sus discípulos
de la otra parte del arroyo de Cedrón, en donde había un huerto, en el cual
entró con sus discípulos. Y Judas, que lo entregaba, sabía también aquel lugar,
porque muchas veces concurría allí Jesús con sus discípulos. (vv. 1-2)
San Agustín, in Ioannem, tract., 112
Terminado el sermón que el Señor
había dirigido a sus discípulos después de la cena, y la oración elevada al
Padre, empieza el evangelista San Juan la historia de su pasión, en estos términos:
"Habiendo dicho esto, salió con sus discípulos hacia la otra parte del
torrente", etc. No sucedió esto en seguida de concluida la oración, sino
que mediaron otras cosas que omitió y se leen en los otros evangelistas.
San Agustín, De cons. evang. 3, 3
Se suscitó entre ellos una contienda
sobre quién era el mayor, según dice San Lucas (22,24), y añade que el Señor
dijo a Pedro: "He aquí que Satanás os ha solicitado para cribaros como el
trigo" ( Lc 22,31), etc. Y, según San Mateo (26,30) y San Marcos (14,26),
después de rezado el Himno salieron para el Monte de los Olivos. Y continuando
su relación San Mateo, dijo: "Entonces fue el Señor con ellos a una granja
llamada Gethsemaní", ( Mt 26,36). Este es el lugar de que habla San Juan,
donde había un huerto, en el que entró Jesús con sus discípulos.
San Agustín, ut supra
Las palabras después de haber dicho
esto, son para que no pensemos que la entrada en el huerto fue antes.
Crisóstomo, in Ioannem, hom. 82
Pues ¿por qué no dice que cesando en
su oración fue al huerto? Porque aquella oración fue pronunciada para los
discípulos. Fue, pues, de noche, y pasó el río, y se apresuró a ir al sitio
conocido por el traidor, ahorrando a sus enemigos el trabajo, y mostrando a sus
discípulos que va voluntariamente.
Alcuino
Dice "a la otra parte del
arroyo de Cedrón"; esto es, a la otra parte del torrente de los cedros,
pues es genitivo del griego cedran 1. Pasó el torrente, el que se encuentra en el camino del torrente de su
pasión, y bebió en el camino en donde estaba el huerto, para borrar en un
huerto el pecado que en el huerto había sido cometido, pues la palabra paraíso
significa huerto de delicias.
Crisóstomo, ut supra
Pero para que no pienses al nombrar
el huerto que era para esconderse, añadió: "Pues Judas, que le entregaba,
conocía el lugar, porque Jesús lo frecuentaba con sus discípulos".
San Agustín, ut supra
Con profunda sabiduría del Padre de
los hijos, fue allí tolerado el lobo que, cubierto con piel de oveja, aprendió
entre ellos el lugar donde, dada la ocasión, dispersaría el pequeño rebaño
acometiendo insidiosamente al pastor.
Crisóstomo, ut supra
Muchas veces había concurrido allí
Jesús con sus discípulos, para comunicarles secretos que no debían saber los
demás. Esto lo hizo en los montes y en los huertos, buscando siempre lugar
apartado de la muchedumbre, para que el alma no se distrajera de lo que oía.
Allí, pues, fue Judas, pues era donde Jesús pasaba muchas noches, así como hubiera
ido a su domicilio, si hubiera creído encontrarle durmiendo.
Teofilacto
Sabía Judas que el Señor
acostumbraba enseñar a sus discípulos algo sublime y misterioso en los días
festivos y en tales lugares y, por cuanto aquellos eran días solemnes, creyó
que estaría allí para preparar a sus discípulos a celebrarlos.
Notas
1. El toponímico Kedrwn, es la transliteración griega del hebreo kidron, turbio, oscuro, sombrío. El nombre designa el torrente que atraviesa el valle que separa Jerusalén del monte de los Olivos, y también el valle mismo.
03-09 Judas, pues,
habiendo tomado una cohorte y los alguaciles de los Pontífices y de los
fariseos, vino allí con linternas y con hachas y con armas. Mas Jesús, sabiendo
todas las cosas que habían de venir sobre El, se adelantó y les dijo: "¿A
quién buscáis?" Le respondieron: "A Jesús Nazareno". Jesús les
dice: "Yo soy". Y Judas, aquel que lo entregaba, estaba también con
ellos. Luego, pues, que les dijo yo soy, volvieron atrás y cayeron en tierra.
Mas El les volvió a preguntar: "¿A quién buscáis?" Y ellos dijeron:
"A Jesús Nazareno". Respondió Jesús: "Os he dicho que yo soy,
pues si me buscáis a mí, dejad ir a éstos". Para que se cumpliese la
palabra que dijo: De los que me diste, a ninguno de ellos perdí. (vv. 3-9)
Glosa
Había demostrado el Evangelista el
modo como Judas pudo dar con el sitio donde estaba Cristo; ahora explica cómo
llegó, diciendo: "Judas, pues, habiendo tomado una cohorte y los
subalternos de los Pontífices", etc.
San Agustín, in Ioannem, tract., 112
La cohorte no fue de judíos, sino de
soldados. Entiéndase que la recibió del Procónsul para prender al culpable,
observando el procedimiento de autoridad legítima, a fin de que nadie osara
hacer resistencia, a pesar de ser tanta y tan bien armada la gente que iba, que
asustaba y acobardaba la idea de que alguno se atreviera a defender a Cristo.
Crisóstomo, in Ioannem, hom. 82
¡Pero de qué modo se ganaron a los
soldados con dinero, que iban dispuestos a todo!
Teofilacto
Llevaban haces y linternas, por si
Cristo se escapaba ocultándose en la oscuridad.
Crisóstomo, ut supra
Muchas veces habían enviado, en
otras ocasiones, a prenderlo, pero no lo consiguieron. De donde claramente se
ve que en aquella se entregó espontáneamente. Por eso dice: "Jesús, pues,
sabiendo todo lo que iba a venir sobre El, se adelantó y les dijo: "¿A
quién buscáis?"
Teofilacto
No pregunta para querer saber (pues
perfectamente conocía todo lo que le iba a suceder), pero queriendo manifestar
que, aun estando presente, no podía ser visto ni distinguido por ellos;
"Díjoles el Señor: Yo soy".
Crisóstomo, ut supra
Estando en medio de ellos, cegó sus
ojos. Y para manifestar que no fue por causa de la oscuridad, indica el
Evangelista que llevaban luces. Si, pues, no las llevaran, habían de conocerle
al menos por la voz. Y si Judas, que siempre había estado con El, no le
conocía, tampoco le hubieran conocido ellos; por esto añade: "Estaba
también Judas", etc. Hizo esto el Señor para manifestar que, no sólo no le
hubieran podido prender, pero que ni aun le hubieran visto estando en medio de
ellos, si El no lo hubiera permitido; por esto dice: "En cuanto les dijo:
yo soy, retrocedieron", etc.
San Agustín, ut supra
¿Dónde está la cohorte de soldados?
¿Dónde está el terror y el aparato de las armas? Una voz rechazó, hirió y
derribó a tan gran turba, enfurecida de odio y temible por las armas, sin
disparar una saeta. Es que Dios se ocultaba bajo la carne, y el eterno día de
tal modo se escondía en los miembros humanos, que era buscado por las tinieblas
con la luz de las linternas y de los haces para distinguirle. ¿Qué hará como
Juez el que como reo así obra? Ahora, por medio del Evangelio, hace resonar por
todas partes esta palabra: "Yo soy", dice Cristo, y los judíos
esperan al anticristo, para volverse atrás y caer en tierra, porque los que
abandonan el cielo desean la tierra.
San Gregorio, super Ezech. hom 9
¿Por qué razón los elegidos caen de
cara y los réprobos de espalda, sino porque el que cae de espalda no ve a dónde
cae, al paso que el que cae de frente ve dónde cae? Por eso los malvados, que
caen en las cosas invisibles, caen de espaldas, porque caen en donde no pueden
ver lo que les viene detrás, mientras que los justos, que se abniegan a sí
mismos y a las cosas visibles para levantarse por medio de las invisibles, caen
como de cara, porque, arrepentidos por el temor, se reconcentran y humillan.
Crisóstomo, in Ioannem, hom. 83
Nadie diga que el Señor mismo indujo
a los judíos a que le matasen, entregándose El mismo en sus manos; pues
claramente les demostró lo que bastaba para que ellos desistiesen. Pero por
cuanto permanecían en su malicia, y no tenían excusa, entonces se entregó El
mismo en sus manos. Por eso, "Volvió, pues, a preguntarles, ¿a quién
buscáis? pero ellos", etc.
San Agustín, in Ioannem, tract., 112
Ya habían oído primero, yo soy, pero
no habían comprendido que el que pudo todo lo que quiso, no quiso esto. Pero si
nunca hubiera permitido el ser prendido por ellos, no habrían llevado a cabo
aquello por lo que venían, ni El hubiera hecho aquello por lo que había venido
y, por tanto, después de haber mostrado su poder a los ojos de los que querían
y no podían prenderle, se deja prender para hacerles cumplir inconscientes su
voluntad. Y sigue: "Si, pues, me buscáis a mí, dejad ir a éstos".
Crisóstomo, ut supra
Como si dijera: "Si me buscáis
a mí, nada tenéis que ver con éstos; he aquí que yo mismo me entrego",
demostrando así la consecuencia de su amor a los suyos, hasta la última hora.
San Agustín, ut supra
Esto manda a sus enemigos, y hacen
esto que manda; les permite que se vayan aquellos que El no quiere que
perezcan.
Crisóstomo, ut supra
Para demostrar el Evangelista que
esto no fue efecto de la voluntad de ellos, sino del poder del que era
prendido, añade: "Para que se cumpliese la palabra que dijo: Porque no
perdí a los que me diste", etc. Esta perdición no se refería a la muerte
natural, sino a la eterna, pero el Evangelista la entendió de la muerte
presente.
San Agustín, ut supra
¿Acaso no habían de morir después? ¿Cómo entender que los perdería si entonces morían, sino porque aún no creían en El como creen los que se salvan?
10-11 Mas Simón
Pedro, que tenía una espada, la sacó: e hirió a un siervo del Pontífice; y le
cortó la oreja derecha. Y el siervo se llamaba Malco. Jesús entonces dijo a
Pedro: "Mete tu espada en la vaina. ¿El cáliz que me ha dado el Padre, no
le tengo de beber?" (vv. 10-11)
Crisóstomo, in Ioannem, hom. 82
Confiando Pedro en la palabra que
había dicho el Señor sobre lo que había de suceder, se arma contra los que
habían venido. Por eso dice: "Teniendo, pues, Simón Pedro una
espada", etc. ¿Cómo, pues, el que había recibido orden de no tener bolsa
ni dos túnicas, tiene espada? Me parece que él venía preparado temiendo los
acontecimientos próximos.
Teofilacto
O bien, porque necesitando la espada
para el sacrificio del cordero, la llevaba aun después de la cena.
Crisóstomo, ut supra
Pero ¿cómo el que tenía orden de no
devolver una bofetada, es homicida? Porque tenía el mandato principal de no
vengarse; pero aquí no se vengaba sino que defendía al Maestro. Además, aun no
eran perfectos, y si no, verás después cómo Pedro es azotado y lo lleva con
humildad. No sin causa, añade después: "Y le cortó la oreja derecha".
Paréceme que esto quiere significar la impetuosidad del apóstol, porque él
tiraba a la cabeza.
San Agustín, in Ioannem, tract., 112
Sólo este Evangelista expresa el
nombre de este criado, cuando dice: "El nombre de este siervo era
Malcho", así como sólo San Lucas expresa que el Señor le tocó la oreja y
le curó.
Crisóstomo, ut supra
Entonces hizo este milagro para
enseñarnos que conviene hacer bien a los que nos hacen mal, revelando al mismo
tiempo su poder. Pero el Evangelista citó el nombre para que los que leyeren
pudiesen averiguar si verdaderamente sucedió esto. Y dice que era criado del
Sumo Pontífice, porque es notable el hecho, no sólo porque le curó, sino porque
hizo la cura en favor de aquel que había venido a prenderle, y poco después le
había de abofetear.
San Agustín, ut supra
El nombre de Malcho quiere decir que
ha de reinar 1. ¿Qué significa, pues, esta oreja amputada en la defensa del Señor y por
el Señor curada, sino que cortado el oído del hombre viejo se ha renovado en el
espíritu y no en la vetustez de la letra? El que haya recibido de Cristo,
¿quién duda que ha de reinar con Cristo? El que fuese criado revela aquella
antigüedad que engendra la esclavitud, así como su curación es figura de la
libertad.
Teofilacto
También la amputación de la oreja
derecha del siervo del Príncipe de los Sacerdotes era signo de la sordera de
éstos, que había invadido principalmente a los Príncipes de los Sacerdotes,
pero su curación significa la sumisión de la inteligencia que rendirán los
Israelitas a la venida de Elías.
San Agustín, ut supra
El Señor reprobó el hecho de Pedro,
y prohibió su repetición en lo sucesivo, y por eso dijo, pues, Jesús:
"Vuelve tu espada a la vaina"; lo dijo amonestándole a la paciencia,
y para que esto quedara escrito.
Crisóstomo, ut supra
Al mismo tiempo que le contuvo con
la reprensión, como refiere San Mateo, por otra parte le consolaba diciendo:
"¿No quieres que beba el cáliz que me dio mi Padre?" Manifestando que
lo que sucedía no era efecto del poder de los judíos sino de su permisión, y
que lejos de ser contrario a Dios, era obediente hasta la muerte.
Teofilacto
En lo que dice El mismo de su cáliz,
revela cuán grata y aceptable le parecía la muerte por la salvación de los
hombres.
San Agustín, ut supra
En cuanto a lo que dice que es el
Padre quien le ha dado el cáliz de la pasión, es lo que dice el Apóstol:
"No perdonó a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros"
( Rom 8,32). Pero el Autor de este cáliz es el mismo que lo bebe, por lo que
dice el Apóstol: "Cristo nos amó y se entregó a sí mismo por
nosotros" ( Ef 5,2).
Notas
1. El griego MalcoV, proviene del hebreo melek, rey.
12-14 La cohorte,
pues, y el tribuno, y los ministros de los judíos, prendieron a Jesús, y lo
ataron. Y lo llevaron primero a Anás, porque era suegro de Caifás, el cual era
el Pontífice de aquel año. Y Caifás era el que había dado el consejo a los
judíos: Que convenía que muriese un hombre por el pueblo. (vv. 12-14)
Teofilacto
Después de hecho cuanto bastaba para
contener a los judíos, como ellos de ningún modo entraran en razón, entonces
permitió ser llevado; y por esto dice: "La cohorte, pues, y el tribuno, y
los ministros", etc.
San Agustín, in Ioannem, tract., 112
Prendieron, pues, al que no se
acercaron, ni entendieron, ni oyeron aquello: "Acercáos a El y seréis
iluminados" ( Sal 33,6), porque si se acercasen de corazón, lo tomarían en
palmas no para matarle, sino para recibirle; pero del modo que le prendieron se
apartaron más lejos de El. Sigue: Y ataron a Aquel por quien más bien debieron
querer ser desatados; y tal vez estaban con ellos los que libertados después
por El dijeron: "Desataste mis ataduras" ( Sal 115,16). Después que
los aprensores por la traición de Judas ataron al Señor, para que se entienda
que Judas no es digno de alabanza por la utilidad de esta traición, sino
punible por la espontaneidad del crimen, dice: "Y le llevaron primero a
casa de Anás", etc.
Crisóstomo, in Ioannem, hom. 82
Gozaban, pues, y se gloriaban en lo
que hacían, llevándolo como en trofeo.
San Agustín, in Ioannem, tract., 113
Ni calla el motivo por qué esto se
hizo así, añadiendo: "Pues era suegro de Caifás", etc. Con razón,
queriendo San Mateo contar esto con más brevedad, dice que fue conducido a
Caifás, porque si fue llevado primero a Anás, su suegro, es para que se
entienda que así lo quiso Caifás.
Beda
A fin de que siendo condenado por
otro juez de igual jurisdicción, pareciese menos criminal su sentencia. O tal
vez porque en tal dirección podía estar situada su casa que fuera preciso pasar
por ella. O bien por disposición divina sucedió que los que estaban unidos por
parentesco lo estuviesen también por crimen. Pero lo que dice de ser Pontífice
de aquel año, es contrario a la Ley, en la que estaba mandado que no hubiera
más que un solo sumo Pontífice, muerto el cual sucediera su hijo. Pero el
pontificado estaba ya corrompido por la ambición.
Alcuino
Refiere Josefo que este Caifás había
comprado el sacerdocio por un año; no es, pues, de extrañar que un Pontífice
inicuo juzgara inicuamente, pues frecuentemente el que llega por avaricia al
sacerdocio, se conserva en él por la injusticia.
Crisóstomo, ut supra
No se aturda el que oiga hablar de prisiones; recuerde la profecía, de que la muerte de Jesús fue la salvación del mundo. Así sigue: "Era pues, Caifás quien había aconsejado a los judíos; porque conviene que muera un hombre por el pueblo"; tanto era, pues, la superabundancia de la verdad, que rebosaba hasta en la boca de los enemigos.
15-18 Simón Pedro y
otro discípulo, seguían a Jesús. Y aquel discípulo era conocido del Pontífice,
y entró con Jesús en el atrio del Pontífice. Mas Pedro estaba fuera a la
puerta. Y salió el otro discípulo, que era conocido del Pontífice, y le dijo a
la portera, e hizo entrar a Pedro. Y dijo a Pedro la criada portera: "¿No
eres tú también de los discípulos de este hombre?" Dice él: "No
soy". Los criados y los ministros estaban en pie a la lumbre, porque hacía
frío, y se calentaban; y Pedro se estaba también en pie calentándose con ellos.
(vv. 15-18)
San Agustín, De cons. evang. 2, 6
No todos los Evangelistas refieren
del mismo modo la negación de Pedro, que es comprendida entre las afrentas
hechas al Señor, pues San Mateo y San Marcos cuentan primero las injurias, y
después la tentación de Pedro; pero San Lucas explica primero las tentaciones
de Pedro, y después los ultrajes hechos al Señor. San Juan empieza a decir
sobre la tentación de Pedro: "Seguían a Jesús, Simón Pedro y otro
discípulo".
Alcuino
Seguían al Maestro por devoción,
aunque de lejos por el temor.
San Agustín, in Ioannem, tract., 113
Quién fuese el otro discípulo, puede
asegurarse sin temeridad, por el silencio que guarda San Juan, pues acostumbra
a darse a conocer de este modo, y añadiendo: al que amaba Jesús. Y sin duda,
pues, es él mismo.
Crisóstomo, in Ioannem, hom. 82
El mismo se oculta por humildad,
pues refiere con gran sinceridad el modo cómo en el momento de huir todos él
siguió, y posponiéndose a Pedro, precisado a nombrarse a sí mismo, para dar a
conocer la certeza con que puede asegurar mejor que los otros lo que sucedió en
el atrio, porque se hallaba dentro, prescinde de su propia alabanza, diciendo:
"Aquel discípulo era conocido del Pontífice". No da gran importancia
a lo que dice de sí, pero porque había dicho que entró con Jesús solo, a fin de
que no se forme de él una elevada idea, añade la razón. El haber ido Pedro fue
un acto de amor; el no haber entrado lo fue de temor. Por lo que sigue: "Pero
Pedro estaba a la puerta fuera".
Alcuino
Fuera estaba el que había de negar
al Señor; y no estaba en Cristo quien no se atrevía a confesarle.
Crisóstomo, ut supra
Mas que Pedro entró en la casa con
permiso, lo explica diciendo: "Salió, pues, aquel discípulo y habló a la
portera, e introdujo a Pedro"; pero no fue él quien le introdujo, porque
Pedro estaba unido a Cristo y le seguía: "Dícele la criada portera: ¿por
ventura eres tú de los discípulos de este hombre? Dice él: No soy". ¿Qué
dices, oh Pedro? ¿No dijiste antes: Si conviniere daré mi vida por ti ( Mt
26,35)? ¿Qué, pues, ha sucedido que no puedes soportar ni aun la pregunta de
una portera? No era soldado el que preguntaba, sino una vil portera. Ni dijo:
Eres discípulo de un seductor, sino de aquel hombre; palabra que es de
compasión. Dice, pues: "¿Acaso también tú?" porque Juan estaba
dentro.
San Agustín, ut supra
¡Pero qué es de admirar si Dios
predijo la verdad y el hombre presumió la falsedad! En verdad que en esta
negación de Pedro ya comenzada debemos observar que no sólo niega a Cristo
diciendo que no es Cristo, sino que (se niega) a sí mismo, negando que sea cristiano.
El Señor no había dicho a Pedro: Negarás que eres mi discípulo, sino "me
negarás" ( Mt 26,34; Lc 22,51). Negó, por tanto, a Cristo cuando negó ser
su discípulo. ¿Qué otra cosa hizo de este modo sino negar que era cristiano?
¡Cuántos, aun niños y doncellas supieron despreciar la muerte confesando a
Cristo después de él, y conquistaron el reino de los cielos! Lo que entonces no
pudo éste que había recibido las llaves de aquel reino, porque se dijo:
"Dejad ir a éstos", porque de los que me diste no perdí a ninguno de
ellos. He aquí, pues, a Pedro que si después de haber negado a Cristo marchara
de aquí, sin duda perecería.
Crisóstomo, in Serm. De Petro et Elia
Es sin duda un secreto, que la
Divina Providencia permitió que cayera primero el mismo Pedro, a fin de templar
la dureza de la sentencia para con los pecadores en vista de este caso. Pedro,
doctor y maestro de todo el mundo, pecó y alcanzó el perdón, a fin de que este
ejemplo de indulgencia fuese la regla para todos los jueces. Esta es la razón
por la que yo pienso que la potestad sacerdotal no ha sido encomendada a los
ángeles, porque siendo éstos impecables castigarían a los pecadores sin
compasión. Por eso se ha constituido sobre los hombres a otros también
pecadores, para que, reconociendo en sí las mismas pasiones que en los otros,
se muestren benignos con ellos.
Teofilacto
Hay algunos que queriendo atribuir a
Pedro una falsa gracia, dicen que éste negó porque quería estar siempre con
Cristo y seguirle; pues conocía que si confesaba ser discípulo de Cristo, le
separarían de El y no podría en adelante seguir y ver al que amaba, y por esta
razón fingió ser uno de los ministros, para evitar que, conociéndole por su
tristeza, fuese echado fuera. Por eso dice: "Estaban, pues, en pie los
criados y los ministros alrededor del fuego, porque hacía frío y se calentaban,
y Pedro estaba con ellos", etc.
San Agustín, ut supra
No era invierno, y sin embargo hacía
frío, como suele suceder en el equinoccio de verano.
San Gregorio, Moralium 2, 3
Ya se había enfriado en el corazón de Pedro el calor de la caridad, y renaciendo en él el amor a la vida presente, como si padeciese la misma enfermedad que los perseguidores, se calentaba.
19-21 El Pontífice,
pues, preguntó a Jesús sobre sus discípulos y sobre su doctrina. Jesús le
respondió: "Yo manifiestamente he hablado al mundo; yo siempre he enseñado
en la sinagoga y en el templo, a donde concurren todos los judíos, y nada he
hablado en oculto. ¿Qué me preguntáis a mí? Preguntad a aquellos que han oído
lo que yo les hablé: he aquí éstos saben lo que yo he dicho". (vv. 19-21)
Crisóstomo, in Ioannem, hom. 82
Como no podían imputarle a Cristo
ningún crimen, le preguntaron sobre sus discípulos; por lo que se dice:
"El Pontífice, pues, preguntó a Jesús sobre sus discípulos"; tal vez
dónde estaban, o cómo los había reunido. Esto lo decía, queriendo tratarle como
sedicioso y acusarle de innovador, sin atender casi a nada más que a sus
discípulos.
Teofilacto
Sobre su doctrina investiga cuál es;
si discrepaba de la Ley de Moisés, o la contradecía, para tomar de aquí
pretexto para condenarle como antagonista de Dios.
Alcuino
No pregunta por amor a conocer la
verdad, sino para encontrar motivo de acusación y entregarlo al Pretor romano
para que le condene. Pero el Señor de tal modo atemperó su respuesta, que ni
ocultó la verdad, ni demostró que se defendía. Sigue: "Respondió Jesús: Yo
he hablado al mundo manifiestamente; Yo siempre enseñé en la sinagoga y en el
templo", etc.
San Agustín, in Ioannem, tract., 113
No es de pasar por alto esta
cuestión. Si, pues, a sus discípulos no les hablaba claramente, sino que les
ofrecía hora en que les hablaría descubiertamente, ¿cómo ha hablado
manifiestamente al mundo? Además, hablaba mucho más claro a sus discípulos
cuando se hallaban separados de las turbas, y entonces les explicaba las
parábolas que presentaba oscuras a los demás. Pero se ha de entender que cuando
dijo "He hablado públicamente", es como si dijera: "Muchos me
han oído", aunque interiormente no comprendían. Y cuando hablaba aparte a
sus discípulos, tampoco lo hacía en secreto; porque ¿quién habla secretamente
haciéndolo en público, principalmente si lo dice a pocos para que lo comuniquen
a muchos?
Teofilacto
Recuérdese aquí aquella profecía que
dice: "No hablé en secreto ni en lugar tenebroso de la tierra" ( Is
45,19).
Crisóstomo, in Ioannem, hom. 82
O en verdad habló en secreto, pero
no como ellos buscaban, tímida y sediciosamente, sino diciendo cosas sublimes,
en presencia de grande auditorio. Queriendo probar sobradamente la verdad de su
aserto, añade: "¿Qué me preguntas? Pregunta a aquellos que me oyeron qué
es lo que les he dicho; éstos lo saben". Como diciendo: Tú me preguntas
por los míos; pregunta a mis enemigos, que me preparan acechanzas. Estas
palabras son sólo propias de un hombre que fía en la verdad de su dicho. Este
es un irrefutable argumento de la verdad (una prueba sin réplica) que resulta
de la declaración de los enemigos citados por el acusado.
San Agustín, ut supra
Hasta lo mismo que habían oído y no habían entendido era de tal naturaleza, que no podían por ello acusarle justa y verazmente; y cuantas veces intentaron preguntarle para encontrar de qué acusarle, les respondió de modo que resultó contra ellos su falacia y frustró sus calumnias.
22-24 Cuando esto
hubo dicho, uno de los ministros que estaban allí dio una bofetada a Jesús,
diciendo: "¿Así respondes al Pontífice?" Jesús le respondió: "Si
he hablado mal, da testimonio del mal; mas si bien, ¿por qué me hieres?" Y
Anás lo envió atado al Pontífice Caifás. (vv. 22-24)
Teofilacto
Como Jesús apelara al testimonio de
los que le habían oído, queriendo un ministro excusarse de ser de los que
admiraban a Jesús, le dio una bofetada. Por eso dice: "Luego que hubo
dicho", etc.
San Agustín, De cons. evang. 3, 6
Esto demuestra bien que Anás era
Pontífice, pues no había sido aún enviado a Caifás cuando se dijo esto; y estos
dos, Anás y Caifás, eran Pontífices, como lo dice San Lucas en el principio de
su Evangelio.
Alcuino
Aquí se cumple aquella profecía de
Isaías: "Presenté mi mejilla a los que me abofeteaban" ( Is 3,6).
Pero Jesús, herido injustamente, contestó con mansedumbre: "Si he hablado
mal, pruébalo; pero si he hablado bien, ¿por qué me hieres?".
Teofilacto
Como si dijera: Si hallas algo reprensible
en lo que he dicho, demuestra lo que dije mal; y si no puedes probarlo, ¿por
qué te enfureces? O de otro modo: Si enseñé malamente en las sinagogas,
atestíguaselo al Príncipe de los Sacerdotes; pero si enseñé bien, de modo que
hasta vosotros, siendo ministros, os admirabais, ¿por qué ahora me hieres
cuando antes te admirabas?
San Agustín, in Ioannem, tract., 113
¿Qué más verdadero, suave y justo
que esta respuesta? Si consideramos quién es el abofeteado, ¿no querríamos que
el agresor fuese consumido por fuego del cielo, o tragado por la tierra, o
revolcado por el demonio, o castigado con cualquier pena grave? ¿Acaso le
faltaría poder para mandar alguno de estos castigos al que creó el mundo, si no
prefiriera mejor enseñarnos la paciencia con que se vence al mundo? Tal vez
diga alguno: ¿por qué no hizo lo que El mismo mandó, no contestando así al
agresor, sino presentándole la otra mejilla? Porque al dar una respuesta tan
llena de mansedumbre, no sólo ofreció la otra mejilla, sino que preparó todo el
cuerpo para clavarlo en la cruz. Así demostró mejor que cumplía el precepto de
la paciencia con la predisposición de su corazón que con demostración exterior
de su cuerpo, pues puede suceder que el hombre ofrezca airado la otra mejilla,
siendo más perfecto contestar mansamente la verdad con ánimo tranquilo y
dispuesto a sufrir mayores agravios.
Crisóstomo, in Ioannem, hom. 82
¿Qué cosa era más justa que la de
replicar al Señor o aceptar su dicho? Pero no fue así, porque lo que se hacía
no era un juicio, sino un acto tiránico y sedicioso. No sabiendo qué hacer, lo
envían atado a Caifás. Sigue: "Y Anás lo envió atado al Pontífice
Caifás".
Teofilacto
Sospechando que siendo éste más
astuto podría imaginar algún medio para condenar a muerte a Jesús.
San Agustín, ut supra
Desde el principio le conducían a
casa de éste, como dice San Mateo, porque era el Príncipe de los Sacerdotes en
aquel año. Es necesario comprender que ejercían el pontificado sucesivamente un
año cada uno, y es de creer que Jesucristo fue conducido primero a casa de Anás
por orden de Caifás, o bien porque las casas de éstos estuvieran situadas en
tal disposición que no pudiera pasarse sino por casa de Anás.
Beda
Lo que se ha dicho de llevarle atado no se ha de entender de que entonces le ataran, sino que estaba atado desde que le habían aprehendido; por tanto, lo envió a Caifás como se lo habían presentado. Y pudo también suceder que en aquel acto le hubiesen soltado mientras le preguntaban, y después, atado otra vez, le hubiera enviado a Caifás.
25-27 Estaba, pues
allí, en pie, Simón Pedro calentándose. Y le dijeron: "¿No eres tú también
de sus discípulos?" Negó él, y dijo: "No soy". Dícele uno de los
criados del Pontífice, pariente de aquél a quien Pedro le había cortado la oreja:
"¿No te vi yo a ti en el huerto con El?" Y otra vez negó Pedro, y
luego cantó el gallo. (vv. 25-27)
San Agustín, in Ioannem, tract., 113
Habiendo dicho el Evangelista que
Anás había mandado a Jesús atado a casa de Caifás, volvió a continuar su narración
desde donde había dejado a Pedro, para explicar lo que había sucedido en la
casa de Anás sobre las tres negaciones de Pedro. Dice, pues: "Estaba Simón
Pedro en pie y calentándose". Aquí resume lo que antes había dicho.
Crisóstomo, in Ioannem, hom. 82
El fervoroso discípulo estaba
inmóvil de espanto separado de Jesús, y esto es para que aprendamos cuán débil
es la naturaleza cuando Dios abandona al hombre. Preguntado por segunda vez,
niega también por lo que sigue: "Dijéronle, pues: ¿por ventura eres tú de
sus discípulos?".
San Agustín, De cons. evang. 3, 6
Vemos que en esta ocasión, no ya en
la puerta, sino estando al fuego, negó Pedro por segunda vez, lo que no podía
suceder si no hubiera vuelto después de que había salido fuera, como dice San
Mateo. Había, pues, salido y le vio fuera otra criada. Esto es, que habiéndose
levantado y salido vio a Pedro, y dijo a los que allí estaban (esto es, a los
que juntamente con él estaban alrededor del fuego dentro en el atrio): "Y
éste estaba con Jesús Nazareno" ( Mt 26,71). Aquel, pues, que había salido
fuera, habiendo oído esto, volviendo, juró a aquellos que lo afirmaban que no
conocía a aquel hombre ( Mt 26,72). San Juan dice a continuación:
"Dijeron: ¿por ventura eres tú de sus discípulos?". Lo que creemos fue
dicho a Pedro, que volvía. Y esto se confirma, no sólo por lo que dicen San
Mateo y San Marcos de la otra criada que citan, sobre esta segunda negación,
sino que también por lo que dice San Lucas, refiriéndose a lo que otro de los
que asistían hizo con Pedro. Por lo que dice San Juan: "Dijéronle, pues, a
él". San Juan, siguiendo su narración, cuenta de este modo la tercera
negación: "Uno de los siervos del Pontífice le dice", etc. San Mateo
y San Marcos señalan en número plural a aquellos que hablaban con Pedro
(mientras San Lucas habla de uno, San Juan también de uno, y éste pariente de
aquel a quien cortó la oreja). Fácil es de entender que San Mateo y San Marcos
siguieron la costumbre de usar el plural por el singular, o que tal vez uno,
porque lo había visto, afirmaba de ciencia propia, y los demás, apoyados en
éste, acusaban juntamente a Pedro.
Crisóstomo, ut supra
Ni los recuerdos del huerto, ni lo
que allí se dijo, ni el mucho amor que allí con sus palabras había manifestado,
vienen a la memoria de Pedro. Por lo que sigue: "Otra vez, pues, negó
Pedro; y en el momento el gallo cantó".
San Agustín, ut supra
¡He aquí cumplida la profecía del
médico y demostrada la presunción del enfermo! No se verificó, pues, lo que
éste había dicho: "Pondré mi vida por ti" ( Jn 13,37); sino que
sucedió lo que Jesús había predicho: "Me negarás tres veces" ( Lc
22,61).
Crisóstomo, ut supra
Los evangelistas escribieron acordes
la negación de Pedro, no acusando al discípulo, sino para enseñarnos cuán malo
es no entregarse totalmente en manos de Dios y confiar en sí mismo.
Beda
En sentido espiritual están significados por la primera negación de Pedro aquellos que antes de la pasión negaron que Jesús fuese Dios; en la segunda, aquellos que negaron, después de su resurrección, su divinidad e igualmente su humanidad. También significa el primer canto del gallo la resurrección de Jesucristo como cabeza, y por el segundo la resurrección de todo el cuerpo (universal). Por la primera criada que obligó a Pedro a negar, se entiende la avaricia; por la segunda la voluptuosidad, y por el criado o muchos criados los demonios que seducen para negar a Cristo.
28-32 Llevan, pues,
a Jesús desde casa de Caifás al Pretorio, y era por la mañana; y ellos no
entraron en el Pretorio por no contaminarse y poder comer la Pascua. Pilatos,
pues, salió fuera a ellos, y dijo: "¿Qué acusación traéis contra este
hombre?" Respondieron, y le dijeron: "Si éste no fuera malhechor, no
te lo hubiéramos entregado". Pilatos les dijo entonces: "Tomadle allá
vosotros, y juzgadle según vuestra Ley". Y los judíos le dijeron: "No
nos es lícito a nosotros matar a alguno". Para que se cumpliese la palabra
que Jesús había dicho, señalando de qué muerte había de morir. (vv. 28-32)
San Agustín, in Ioannem, tract., 114
Vuelve el Evangelista al punto de su
narración donde había quedado, cuando explicó la negación de Pedro, y dice:
"Conducen, pues, a Jesús desde casa de Caifás al Pretorio". Ya había
dicho que había sido enviado a Caifás desde casa de Anás, compañero y suegro
suyo; pero ¿por qué de casa de Caifás es llevado al Pretorio, que no es más que
la residencia del procónsul Pilato?
Beda
Se llama Pretorio el tribunal del
Pretor; y los pretores se llaman prefectos o preceptores, porque imponen sus
preceptos a los ciudadanos.
San Agustín, ut supra
O por alguna causa urgente, Caifás
se había trasladado de la casa de Anás (a donde ambos habían acudido para oír
al Salvador) al Pretorio del procurador Pilato, dejando a su suegro el cuidado
de oír a Jesús. O bien Pilato había constituido su tribunal en la casa de
Caifás, por ser suficientemente espaciosa para habitar su dueño y separadamente
el juez.
San Agustín, De cons. evang. 3, 7
Sin embargo, desde el principio era
conducido al mismo Caifás, a quien al fin fue llevado como reo convicto, pues
ya antes había opinado Caifás que Jesús debía morir, y que sin demora fuese
entregado a Pilato para que le condenara a muerte. Sigue: "Era, pues, de
mañana".
Crisóstomo, in Ioannem, hom. 82
Es llevado a Caifás antes del canto
del gallo, y a Pilato entrada la mañana; con lo que demuestra el Evangelista
que en todo el intermedio de la madrugada fue Jesús interrogado por Caifás sin
conseguir nada, y por esto le remitió a Pilato. Pero dejando para los otros
Evangelistas los demás detalles, pasa adelante. Sigue, pues: "Y ellos no
entraron en el Pretorio".
San Agustín, in Ioannem, tract., 114
Esto es, en aquella parte de la casa
de Caifás que Pilato ocupaba 1. Por qué no entraron lo expresa a continuación: "Para no
contaminarse, a fin de comer la Pascua".
Crisóstomo, ut supra
Porque era entonces cuando los
judíos celebraban la Pascua. Pero Jesús la había anticipado un día, reservando
su muerte para que se realizara en el sexto día de la semana, que era cuando se
celebraba la antigua Pascua. O bien tomando por Pascua todos los días de la festividad.
San Agustín, ut supra
Porque habían empezado los días de
los ázimos, en los cuales no podían entrar en la habitación de un extranjero
sin contaminarse.
Alcuino
Se llamaba Pascua propiamente el día
en que el cordero era sacrificado, en la tarde del día catorce de la luna, y
los siete días siguientes se denominaban de los ázimos, durante los cuales no
podía tenerse en las casas nada fermentado. Pero el día de la Pascua se cuenta
entre los ázimos, según San Mateo ( Mt 26,17). En el día primero de los ázimos
se acercaron los discípulos a Jesús y le preguntaron: "¿Dónde quieres que
te preparemos la comida de Pascua?" Los días de los ázimos se llamaban
Pascua, como en este pasaje: "Para que comieran la Pascua", porque la
Pascua no era en el día del sacrificio del cordero, que se sacrificaba el día
catorce por la tarde, sino una gran solemnidad que se celebraba el día quince,
después de comer la Pascua 2. Este es,
en efecto, el día catorce de la luna, en el que el Señor, así como los demás
judíos, celebró la Pascua, y en el día quince, cuando se celebraba la gran
solemnidad, fue crucificado. Pero el día catorce de la luna empezó su
inmolación desde que fue aprehendido en el huerto.
San Agustín, ut supra
¡Oh impía ceguedad! ¡Temían
contaminarse en el Pretorio de un juez extranjero, y no hacían escrúpulo de
verter la sangre de un hermano inocente! Pues que el acto de matar al Señor,
autor de la vida, no debe atribuirse a su conciencia, sino a ignorancia.
Teofilacto
Pero Pilato, aunque procediendo
benignamente, sale al fin. Sigue: "Salió, pues, Pilato al encuentro de
ellos", etcétera.
Beda
Era costumbre de los judíos entregar
atado al juez a aquel que juzgaban reo de muerte, para que, viéndolo atado,
entendiera que era condenado a muerte.
Crisóstomo, ut supra
Pero Pilato, aunque le vio atado y
llevado en toda forma, no consideró esto como prueba irrecusable o indudable de
la acusación, sino que preguntó así: "Y les dijo: ¿De qué tenéis que
acusar a este hombre?" Con esta pregunta da a comprender lo improcedente
que sería concederles el suplicio en virtud de un juicio que ellos habían
usurpado. Pero ellos, rehusando sostener directamente la acusación, se evaden
alegando ciertas conjeturas. Por lo que sigue: "Respondieron y dijeron:
"Si no fuera malhechor", etc.
San Agustín, ut supra
Pregúntese y que respondan los
libertados de los espíritus inmundos, los enfermos curados, los leprosos
limpiados, sordos oyendo, mudos hablando, ciegos viendo, muertos resucitados y,
lo que es más que todo, ignorante hecho sabio, si Jesús es malhechor; pero esto
lo decían porque ya lo había anunciado el profeta: "Ellos me volvían mal
por bien" ( Sal 34,12).
San Agustín, De cons. evang. 3, 8
Pero veamos si esto es contrario a
lo que dice San Lucas, que le acusaron de ciertos crímenes. Dice:
"Empezaron a acusarle diciendo: Hemos hallado a éste sublevando nuestra
nación, y prohibiendo dar tributo al César, y proclamando que El es el
Cristo-Rey" ( Lc 26,2). Pero, según San Juan, por el contrario, aparecen
los judíos como no queriendo declarar los crímenes, para que sometiéndose
Pilato a la autoridad de ellos, desistiese de averiguar qué era lo que le
imputaban, y le considerase reo por el solo hecho de haber merecido ser
entregado por ellos. Pero debemos entender que se dijo esto y lo otro que San
Lucas contó, pues cada uno citó muchas preguntas y respuestas, según les
pareció suficiente para su relato; porque el mismo San Juan dice ciertas cosas
que fueron objetadas y que veremos en su lugar. Sigue: "Díceles, pues,
Pilato: Tomadle, pues, vosotros", etc.
Teofilacto
Como si dijera: Por cuanto vosotros
exigís sentencia de condenación con una arrogancia como si nunca hubierais
pecado, juzgadlo vosotros y condenadle; yo de ningún modo juzgaré así como
juez.
Alcuino
Como si dijera: Vosotros, que tenéis vuestra legislación, sabéis qué ley juzga tales delitos. Obrad según sabéis que es justo.
Sigue: "Dijeron, pues, los
judíos: A nosotros no nos es lícito matar a alguno".
San Agustín, in Ioannem, tract., 114
Pero la Ley ¿no mandó que no se
perdonara a ningún malhechor, principalmente de los seductores en materia de
religión? Pero se ha de entender que si ellos dijeron que no les era lícito
matar a alguno, fue por la santidad de la fiesta que ya habían empezado a
celebrar. ¿De tal manera os ha hecho perder el juicio la malicia, que os creéis
limpios de la sangre inocente y la entregáis a otro para que la derrame?
Crisóstomo, in Ioannem, hom. 82
O bien ellos no le condenaban a
muerte por haber perdido gran parte de su poder con la sujeción a la dominación
romana. O de otro modo: él había dicho: "Vosotros juzgadle según vuestra
Ley", cuando ellos afirmaban que el crimen de Jesús no era según la ley
judía; pues decían así: "A nosotros no nos es lícito"; pues no pecó,
según nuestra ley, sino que su crimen es público porque se llama Rey. También
porque deseaban crucificarle para difamarle con este género de muerte, pues no
les era permitido crucificar, sino que mataban de otro modo, como lo demuestra
el haber apedreado a San Esteban. Y por esto añade: "Para que se cumpliese
la palabra de Jesús", etc., por cuanto a los judíos no les era permitido
crucificar. O dice esto el Evangelista porque no debía ser crucificado sólo por
ellos, sino que también por los gentiles.
San Agustín, ut supra
Así se lee en San Marcos donde dice:
"He aquí que subimos a Jerusalén, y el Hijo del hombre será entregado a
los Príncipes de los sacerdotes y a los escribas, y le entregarán a los
gentiles" ( Mc 10,33). Pilato, pues, era romano, y le habían enviado los
romanos de procurador a Judea. Para que se cumpliese, pues, la palabra de
Jesús, esto es, la de ser entregado a los gentiles para que le matasen, no
quisieron los judíos aceptar el permiso de juzgarle, diciendo: "A nosotros
no nos es lícito matar a alguno".
Notas
1. El pretorio designa la residencia del gobernador romano de una provincia. Cuando el procurador romano atendía asuntos públicos en Jerusalén ocupaba, según parece, el palacio de Herodes. Allí estaría el pretorio. El palacio de Caifás dista unos 300 metros del palacio de Herodes.
2. El día 14 del mes de Nisán se realizaba el sacrificio del cordero, que era consumido en las primeras horas del día 15. Este día era propiamente el de la pascua, y comenzaba con él la fiesta de los ácimos, que duraba 7 días.
33-38 Volvió,
pues, a entrar Pilatos en el Pretorio, y llamó a Jesús y le dijo: "¿Eres
tú el Rey de los judíos?" Respondió Jesús: "¿Dices tú esto de ti
mismo, o te lo han dicho otros de mí?" Respondió Pilatos: "¿Soy acaso
yo judío? Tu nación y los Pontífices te han puesto en mis manos: ¿qué has
hecho?" Respondió Jesús: "Mi reino no es de este mundo. Si de este
mundo fuera mi reino, mis ministros sin duda pelearían para que yo no fuera
entregado a los judíos; mas ahora mi reino no es de aquí". Entonces
Pilatos le dijo: "¿Luego Rey eres tú?" Respondió Jesús: "Tú
dices que yo soy Rey. Yo para esto nací y para esto vine al mundo, para dar
testimonio de la verdad: todo aquel que es de la verdad escucha mi voz".
Pilatos le dice: "¿Qué cosa es verdad?" (vv. 33-38)
Crisóstomo, in Ioannem, hom. 82
Queriendo
Pilato librar a Jesús del odio de los judíos, no dilató el juicio; por lo que
dice: "Entró, pues, Pilato en el Pretorio y llamó a Jesús", etc.
Teofilacto
Aparte de
esto, como tenía gran opinión de Jesús, se proponía apurar exquisitamente todas
las cosas dejando a un lado el estrépito de los judíos. Y sigue: "Y le
dijo: ¿Eres tú el Rey de los judíos?"
Alcuino
Con estas
palabras manifestó Pilato que los judíos le acusaban del crimen de que se
proclamaba Rey de los judíos.
Crisóstomo, ut supra
Esto lo
había oído Pilato de muchos; y porque ninguna otra cosa tenían que decir, a fin
de evitar largas investigaciones, quiso traer a discusión lo que comúnmente se
decía. Sigue: "Responde Jesús: ¿Dices esto por ti mismo, o te lo han dicho
otros?"
Teofilacto
Insinúa
Jesús con estas palabras que Pilato es un juez parcial, como si dijera: Si
dices esto por ti mismo, manifiesta las señales de mi rebelión; pero si lo
oíste a otros, abre una indagación en regla.
San Agustín, in Ioannem, tract., 115
Sabía el
Señor el sentido con que preguntaba y lo que se le respondería, pero El hizo
esta pregunta al procónsul, no para saber, sino para que constase lo que quiso
que se supiese.
Crisóstomo, ut supra
No preguntó,
pues, como ignorante, sino queriendo que los judíos fuesen condenados por boca
del mismo Pilato. "Respondió Pilato: ¿Acaso yo soy judío?".
San Agustín, ut supra
Hizo
desaparecer la sospecha de que se le pudiese imputar que hablaba por sí mismo,
haciendo ver que lo había oído de los judíos; por lo que sigue: "Tu nación
y tus Pontífices te han entregado en mis manos". Y después, preguntando:
"¿Qué has hecho?" da a entender suficientemente cuál era el crimen
que se le imputaba, como si dijera: Si niegas que eres Rey, ¿qué has hecho para
que te entregaran en mis manos? Como si no se admirara de que fuese entregado
al juez para ser castigado porque se llamase Rey.
Crisóstomo, ut supra
Tranquiliza,
pues, a Pilato sobre que no existe ningún peligro, y quiere manifestarle que no
es sólo hombre, sino también Dios e Hijo de Dios, y hace desaparecer la
sospecha de tiranía que había aterrado a Pilato; y sigue: "Respondió
Jesús: mi reino no es de este mundo", etc.
San Agustín, ut supra
Esto es lo
que nuestro buen Maestro nos quiso demostrar. Pero antes quiso hacernos ver la
vana opinión que los hombres tenían de su reino, tanto los gentiles como los
judíos, a quienes Pilato la había oído, como si hubiese cometido un crimen
digno de muerte por haber supuesto un reino que ellos creían ilegítimo. O bien,
como aquellos que están en posesión del poder acostumbran envidiar a los que
han de sucederles, los romanos y los judíos querían precaver que este nuevo
poder les fuese contrario. Porque si a la pregunta de Pilato hubiese contestado
en seguida, habría parecido que su respuesta se dirigía sólo contra la falsa
opinión de los gentiles, y no a la de los judíos. Pero después de la respuesta
de Pilato, la respuesta de Jesús se dirige a los gentiles y a los judíos, como
si dijera: Judíos y gentiles, oíd: no impido vuestra dominación en este mundo.
¿Qué más queréis? Creyendo, venid al reino que no es de este mundo. ¿Cuál es,
pues, su reino sino el de los que creen en El, a quienes dice no sois de este
mundo, aunque quiera que estéis en este mundo? Por lo que no dice: Mi reino no
está en este mundo, sino "no es de este mundo" ( Jn 8,23). Es, pues,
de este mundo todo lo que en la humanidad, si bien creado por Dios, fue
generado de la raza viciada de Adán. Fue, pues, hecho un reino, no ya de este
mundo, de todo aquello que fue regenerado en Cristo. Así, pues, Dios nos sacó
del poder de las tinieblas y nos trasladó al reino del Hijo de su amor.
Crisóstomo, ut supra
O dice en
esto que no tiene aquí un reino como el de los reyes de la tierra, porque su
poder viene del cielo, y no es humano, sino mucho más esclarecido. Y sigue:
"Si mi reino fuera de este mundo", etc. Pone de manifiesto la
imbecilidad del reino de este mundo que toma su fuerza de sus ministros, cuando
el reinado de Dios no necesita a nadie y se basta a sí mismo.
San Agustín, ut supra
Habiendo
probado que su reino no es de este mundo, añadió: "Ahora, pues, mi reino
no es de aquí". No dice: No está aquí, porque aquí está su reino hasta el
fin de los tiempos, conteniendo dentro de sí la mala yerba mezclada con el
trigo hasta la siega; pero, sin embargo, no es de aquí, sino que peregrina en
este mundo.
Teofilacto
O bien no
dice: No está aquí, sino "no es de aquí"; pues reina en el mundo y
ejerce su providencia disponiendo de las cosas según su voluntad; su reino no
tiene su fundamento en causas inferiores, sino en los cielos, antes de los
siglos.
Crisóstomo, ut supra
Tomando de aquí motivo, los herejes dicen que es ajeno a la constitución del mundo. Pero aunque dice: "Mi reino no es de aquí", no priva al mundo de su providencia y de su gobierno, sino que quiere demostrar solamente que su reino no es humano ni perecedero.
"Pilato
le dice: ¿Luego tú eres Rey? Jesús responde: Tú lo dices", etc.
San Agustín, ut supra
No porque
temiera declararse Rey, sino porque habló de modo que ni se negó Rey, ni
confesó ser tal Rey que se creyera que su reino era de este mundo. Las palabras:
"Tú lo dices" quieren decir: Como hombre carnal hablas correctamente.
En seguida añadió: "Yo he nacido para esto". La sílaba de este
pronombre debe pronunciarse de tal manera que no pueda entenderse en este
sentido: Yo he nacido en tal condición, sino en este otro: "Para esto he
nacido", recordando aquella expresión "A esto vine al mundo",
por la que manifestó claramente que se refería a su nacimiento, por el que
encarnado vino al mundo; no a aquel nacimiento sin principio por el cual era
Dios.
Teofilacto
O de otro
modo: Preguntado por Pilato si era Rey, respondió el Señor: "Yo para esto
he nacido". Es decir: Yo he nacido para ser Rey; pues por lo mismo que he
sido engendrado por un Rey, afirmo que yo también soy Rey.
Crisóstomo, in Ioannem, hom. 83
Si, pues, ha
nacido Rey, no hay más que recibirle. "A esto (dijo) he venido, para dar
testimonio a la verdad"; esto es, para persuadir a todos de esto mismo. Y
es de notar que hizo brillar su humildad cuando sufría en silencio que los que
le llevaban dijesen: "Este es un malhechor". Pero cuando fue
preguntado acerca de su reino, habló a Pilato de tal modo que le instruyera,
elevándole a cosas más sublimes. Y por las palabras "Para dar testimonio
de la verdad" dio a entender que no había hecho nada subversivo.
San Agustín, ut supra
Dando
Jesucristo testimonio de la verdad, lo da de sí mismo, porque ésta es su
palabra: "Yo soy la verdad" ( Jn 14,6); pero como no todos tienen fe,
añadió: "Todo el que es de la verdad oye mi voz". Oye, en verdad, con
los oídos del alma; esto es, obedece a mi voz, como si dijera: Cree en mí. Por
las palabras: "Todo el que es de la verdad" expresa la gracia de su
vocación ( Rom 8). Si consideramos la naturaleza en que hemos sido creados,
habiéndonos creado a todos la verdad, ¿quién habrá que no sea de la verdad?
Pero no todos han recibido de la verdad la gracia de obedecer a la verdad.
Porque si dijo "Todo el que pertenece a la verdad oye mi voz", podrá
creerse que se llama venido de la verdad el que obedece a la verdad; pero no
dice esto, sino "Todo el que es de la verdad oye mi voz". Oye,
ciertamente; pero él no es de la verdad porque oye su voz, sino que oye porque
es de la verdad, pues este don le ha sido dado por la verdad.
Crisóstomo, ut supra
Con estas
palabras le atrae y le persuade a que se haga de los discípulos de la verdad;
con estas breves palabras de tal modo le cautivó, que preguntó: "¿Qué es
verdad?"
Teofilacto
Pues casi había desaparecido de entre los hombres y era desconocida de todos los incrédulos.
39-40 Y
cuando esto hubo dicho, salió otra vez a los judíos y les dijo: "Yo no
hallo en El ninguna causa. Costumbre tenéis vosotros que os suelte uno en la
Pascua. ¿Queréis, pues, que os suelte al Rey de los judíos?" Entonces
volvieron a gritar todos, diciendo: "No a éste, sino a Barrabás". Y
Barrabás era un ladrón. (vv. 39-40)
San Agustín, in Ioannem, tract., 115
Cuando dijo
Pilato: "¿qué es la verdad?" creo que le vino a la memoria en seguida
la costumbre que tenían los judíos de dar la libertad a un preso en la Pascua;
y así, no esperó que Jesús le respondiera, para no perder tiempo, cuando
recordó la costumbre de soltar uno en la Pascua, lo que verdaderamente deseó,
como lo manifiesta esto que dijo: "Y en cuanto preguntó, salió otra vez",
etc.
Crisóstomo, in Ioannem, hom. 83
El sabía que
esta pretensión debía hacerse con tiempo, pues convenía librarle del ímpetu de
los judíos, y por eso salió.
Alcuino
O tal vez no
esperó a oír la respuesta, porque quizá no era digno de oírla. Sigue: "Y
les dijo: Yo no encuentro en El ninguna causa".
Crisóstomo, ut supra
No dijo:
porque delinquió, y es digno de muerte, indultadle por la festividad; sino que
primero, justificándole, les exhorta en seguida para que si no querían
reconocer su inocencia a mayor abundamiento, le perdonasen por razón de la
festividad; y por esto les dijo: "Es costumbre vuestra", etc.
Beda
Esta
costumbre no era precepto de ley, sino que venía de tradición de sus padres,
para que, en memoria de la libertad de Egipto, la diesen en la Pascua a un
preso. Y después, exhortándolos, dice: "¿Queréis, pues, que os deje en
libertad al Rey de los judíos?"
San Agustín, ut supra
No pudo
arrancar de su corazón la creencia de que Jesús era Rey de los judíos. Como si
el título de la cruz hubiera quedado clavado en su corazón por la misma verdad,
aquella sobre la que preguntó ¿qué es la verdad?
Teofilacto
Pilato
respondió de una manera admirable, que Jesús no había faltado en nada, pero
siguieron preocupándole con la idea que quería ser Rey, y que el representante
de la potestad de los romanos no podía absolver a aquel que se titulaba Rey, y
émulo del poder de Roma. Así, pues, al decir: yo absolveré al Rey de los
judíos, presentó a Jesús como inocente, y se mofó de los judíos, como si dijera:
Al que vosotros acusáis de que se llama Rey, a éste mando absolver, porque tal
Rey no existe.
San Agustín, ut supra
Porque oído
esto, clamaron como sigue: "Clamaron todos otra vez diciendo: no a éste,
sino a Barrabás, pero Barrabás era un ladrón". No os reprobamos ¡oh
judíos, porque librasteis en la Pascua a un malhechor, sino porque matasteis a
un inocente! Lo que sin embargo, si no se hubiera realizado, no se habría
verificado la verdadera Pascua.
Beda
Por cuanto
despreciaron al Salvador, y libraron al ladrón, el diablo ejerce en ellos hasta
el día sus latrocinios.
Alcuino
El nombre de Barrabás es interpretado así: "Este hijo del maestro de ellos", esto es, del diablo, porque fue maestro del ladrón en sus crímenes y de los judíos en su perfidia.
Juan
18, 01-05 Pilatos, pues, tomó entonces a Jesús, y azotóle. Y los
soldados, tejiendo una corona de espinas, se la pusieron sobre la cabeza y le
vistieron un manto de púrpura. Y venían a El y decían: "Dios te salve, rey
de los judíos": y le daban de bofetadas. Pilatos, pues, salió otra vez
fuera, y les dijo: "Ved que os lo saco fuera, para que sepáis que no hallo
en El causa alguna". (Y salió Jesús llevando una corona de espinas, y un
manto de púrpura). Y Pilatos les dijo: "Ved aquí el hombre". (vv. 1-5)
San Agustín, in Ioannem, tract., 116
Como los
judíos clamaron que no querían que Pilato les pusiese a Jesús en libertad en
celebración de la Pascua, sino al ladrón Barrabás, añade: "Entonces Pilato
tomó a Jesús, y lo azotó". Se puede creer que Pilato no hizo esto sino con
el fin de que, dándose por satisfechos los judíos con los oprobios inferidos a
Jesús, desistieran de ensañarse hasta pedir su muerte. Esta es la razón porque
Pilato permitió o tal vez mandó que su cohorte hiciera lo que sigue. Refiere el
Evangelista lo que los soldados hicieron, pero no dijo que por orden de Pilato.
Sigue, pues: "Y los soldados, tejiendo una corona de espinas la impusieron
sobre su cabeza, y le vistieron un traje de púrpura y se acercaban a El y le
decían: Dios te salve, rey de los judíos".
Crisóstomo, in Ioannem, hom. 83
Como Pilato
le había dado este nombre, ellos lo toman para ultrajarle.
Beda
Pusiéronle
por diadema una corona de espinas, y por manto de púrpura, como lo usaban los
reyes antiguamente, le envolvieron con un harapo de púrpura, lo que no está en
contradicción con lo que dice San Mateo, que le pusieron una capa de escarlata.
Porque (como dice Orígenes), la púrpura y la escarlata son de un mismo género,
porque son gotas de color de sangre que fluyen de las incisiones del árbol de
la grana, con las que se tiñe tela de ambos colores. Lo que los soldados hacían
por irrisión, era para nosotros un misterio, pues por la corona de espinas se
significan nuestros pecados, los cuales cargó sobre sí, y son como las espinas
que brotan de la tierra de nuestro cuerpo; así como en el vestido de púrpura se
representa nuestra carne dominada por las pasiones. O también la gloria de la
Iglesia cubierta de púrpura con los triunfos de la sangre de los mártires.
Crisóstomo, ut supra
Lo que
ejecutaban los soldados no era en cumplimiento de una orden del procurador,
sino que lo hacían para complacer a los judíos. Sin duda que por instigación de
éstos, le atormentaron desde que comenzó la noche, y sobornados con dinero se
prestaron a toda clase de excesos. Pero en medio de tantos ultrajes, Jesús
sufrió en silencio. Tú, pues, oyendo esto, fíjalo en tu consideración, y viendo
cómo el Rey del universo y Señor de los ángeles sufre las injurias con
paciencia en silencio, imítale.
San Agustín, ut supra
Así se
cumplía lo que Cristo había dicho de sí mismo. Así los mártires aprendían a
sobrellevar todo lo que sus perseguidores quisieron hacer con ellos. Así el
reino, que no era de este mundo, triunfaba del mundo soberbio, no luchando
violentamente, sino sufriendo con humildad.
Crisóstomo, ut supra
A fin, pues,
de que a la vista de lo que los soldados habían hecho aplacaran su encono, les
presentó a Jesús coronado. Por lo que sigue: "Salió fuera Pilato otra vez
y les dijo: He aquí que os lo presento de nuevo para que conozcáis que no hallo
ningún delito en El".
San Agustín, ut supra
Esto prueba que Pilato no ignoraba lo que habían hecho los soldados, y que si no lo había mandado, lo había permitido, por la razón antes indicada de que, saciándose a su satisfacción sus enemigos con sus oprobios, desistieran de pedir su muerte. Sigue: "Salió, pues, Jesús llevando una corona de espinas y un vestido de púrpura"; no deslumbrando con las insignias reales, sino saturado de oprobios. Sigue: "Y les dijo: He aquí el Hombre". Como diciendo: si envidiáis al Rey, perdonadle ya, porque viendo estáis su abatimiento; apláquese la envidia ante el furor de los ultrajes.
06-08 Y
cuando le vieron los Pontífices y los ministros, daban voces diciendo:
"Crucifícale, crucifícale". Pilatos les dice: "Tomadle allá
vosotros, y crucificadle; porque yo no hallo en El causa". Los judíos le
respondieron: "Nosotros tenemos ley, y según la ley debe morir, porque se
hizo Hijo de Dios". Cuando Pilatos oyó estas palabras, temió más. (vv.
6-8)
San Agustín, in Ioannem, tract., 116
La envidia
de los judíos no se apaga a vista de tanta ignominia, sino que se enciende más
y crece. Por esto dice: "Y cuando le vieron los Pontífices y ministros,
clamaban diciendo: Crucifícalo".
Crisóstomo, in Ioannem, hom. 83
Vio, pues,
Pilato que todo era en vano, y por eso les dice: "Tomadle vosotros y
crucificadle". Esta palabra era execrable e impulsaba a los judíos a
ejecutar un acto que no estaba permitido. Ellos presentaban a Jesús para que el
juez sentenciara un juicio, pero sucedió lo contrario, porque el juicio del
procurador fue más bien absolverlo. Por esto añade: "Yo no encuentro en El
causa", defendiéndole siempre de las acusaciones, de lo que se deduce
evidentemente que consintió los primeros suplicios por el furor de ellos. Pero
nada bastó para que aquellos judíos fieros como perros sintieran la vergüenza.
"Respondiéronle los judíos: Nosotros tenemos ley, y según ella debe morir,
porque se hizo Hijo de Dios".
San Agustín, ut supra
¡He aquí
otra mayor envidia! Después de semejante pretensión, parecía pequeña la audacia
de investirse de la autoridad real, y, sin embargo, Jesús nada había usurpado
falsamente, porque era verdaderamente ambas cosas: Unigénito Hijo de Dios, y
Rey constituido por Dios sobre el monte santo de Sión ( Sal 2); y para
demostrar entonces ambas cosas, prefirió, siendo tan poderoso, ser igualmente
paciente.
Crisóstomo, ut supra
Mientras ellos disputaban mutuamente, El callaba, cumpliéndose aquella profecía de que "No abrió su boca y toleró su juicio con humildad" ( Is 53,7).
San Agustín, De cons. evang. 3, 8
Esto puede
convenir con lo que recuerda San Lucas, dicho en la acusación de los judíos:
"Hemos encontrado a éste sublevando nuestra nación" ( Lc 23,2), para
añadir: "porque se hizo Hijo de Dios".
Crisóstomo, ut supra
Cuando
Pilato oyó esto, se aterró, no fuera verdad lo que decían y juzgara
inicuamente, y así sigue: "Como, pues, oyese Pilato estas palabras, temió
más".
Beda
No temió por lo que oyó de la ley, pues era extranjero, sino que por lo que más temió fue por si sacrificaba al Hijo de Dios. Pero los judíos no se horrorizaron por lo que decían, sino que, por el contrario, le sacrificaban por aquello mismo por que debían adorarle.
09-12 Y
volvió a entrar en el Pretorio y dijo a Jesús: "¿De dónde eres tú?"
Mas Jesús no le dio respuesta. Y Pilatos le dice: "¿A mí no me hablas? ¿No
sabes que tengo poder para crucificarte, y que tengo poder para soltarte?"
Respondió Jesús: "No tendrías poder alguno sobre mí, si no te hubiera sido
dado de arriba. Por tanto, el que a ti me ha entregado, mayor pecado
tiene": Y desde entonces procuraba Pilatos soltarle. (vv. 9-12)
Crisóstomo, in Ioannem, hom. 83
Aterrorizado
Pilato, inquiere de nuevo. Sigue: "Y entrando otra vez en el Pretorio,
dijo a Jesús: ¿De dónde eres tú?" Pero no le vuelve a preguntar:
"¿Tú, qué has hecho?" Sigue: "Jesús no le dio ninguna
respuesta", porque ya había oído: "Yo, para esto nací y a esto vine,
para dar testimonio de la verdad", y: "Mi reino no es de aquí".
Cuando debiera Pilato resistir y salvarle, hizo lo contrario, y se dejó llevar
del ímpetu de los judíos. Por esta razón, pues, Jesús no le respondió, porque
preguntaba en vano. Y a juzgar por las obras no quería Jesús valerse de
excusas, demostrando que para esto había venido espontáneamente.
San Agustín, in Ioannem, tract., 116
Este
silencio de nuestro Señor Jesucristo, repetido frecuentemente, se encuentra
reproducido en las narraciones de todos los evangelistas: el mismo silencio
ante el Príncipe de los sacerdotes, y en casa de Herodes, y hasta en la del
mismo Pilato, para que se cumpliera la profecía de Isaías: "Como cordero
sin balar delante del que le esquila, no abrió su boca" ( Is 53,7). Del
mismo modo no respondió a los que le preguntaban, no obstante que muchas veces
había respondido a cualquiera que le preguntó. Por eso su silencio de ahora es
comparado al del cordero, a fin de no ser tenido por reo, sino por inocente;
esto es, no como reo convencido por la conciencia de sus crímenes, sino como
mansa víctima inmolada por pecados ajenos.
Crisóstomo, ut supra
Como calló,
le dijo Pilato: "¿No me respondes? ¿Ignoras que tengo poder para
crucificarte y tengo poder para soltarte?" Ved cómo se condena a sí mismo.
Si, pues, todo depende de ti, ¿por qué no le absuelves, no hallando en El
crimen? Y como profirió sentencia contra sí mismo, respondió Jesús: "No
tendrías ninguna potestad sobre mí si no te fuese dada de arriba", dando a
entender que no sucedía aquello en el orden natural de las demás cosas, sino
que se elevaba a un fin espiritual. Pero oyendo esto, no se crea que el
Salvador le absolvía de todo crimen, y por esto dice: "Quien me entregó a
ti tiene mayor pecado". Y ciertamente éste era el modo de dar a entender
que ni unos ni otros estaban libres de pecado. O como si dijera: esto ha sido
permitido sin que por ello sean menos culpables.
San Agustín, ut supra
He aquí que
responde. Por tanto, cuando no respondía, no era que callaba como reo astuto,
sino como oveja; y cuando respondía, era como Pastor que enseñaba. Aprendamos,
pues, lo que enseñó por medio del Apóstol: "No hay poder que no venga de
Dios" ( Rom 13,1). Y mayor pecado comete el que entrega a la potestad a un
inocente para que le condene, que la potestad misma que condena a muerte por
temor de un mal mayor. (Tal era, en verdad, el poder que Dios le había dado con
sumisión a la potestad del César). Esta es la razón por qué dijo: "No
tendrías potestad alguna sobre mí (esto es, cualquiera que sea la que tengas),
si tal como es no te hubiese sido dada de arriba"; pero porque sé hasta
dónde llega (la que no es tanta que seas libre omnímodamente), por esto el que
me entregó a ti tiene mayor pecado; él entregándome a tu potestad por envidia,
y tú abusando de tu potestad sobre mí por miedo. No debe el juez matar a un
inocente por temor; pero es mucho peor hacer el mal por envidia que por miedo.
Por esto no dice el que me entregó a ti tiene pecado (como si él no lo
tuviera), sino que dijo mayor pecado tiene, para que entendiera que también él
lo tenía.
Teofilacto
Dice, pues,
quien me entregó a ti, esto es, Judas, o también la turba. Como el Señor dio
una respuesta convincente, como la de que "si Yo mismo no me entregara y
el Padre lo permitiera no tendrías potestad sobre mí", desde entonces se
empeñó más Pilato en absolverle. Por eso sigue: "Y desde entonces buscaba
Pilato medio de soltarle".
San Agustín, ut supra
Lee lo anteriormente dicho y verás los esfuerzos de Pilato por salvar a Jesús, y de esto sacarás en consecuencia (por este motivo) que no habría consentido en el pecado matando al inocente que había sido entregado a su potestad.
13-16 Mas
los judíos gritaban diciendo: "Si a éste sueltas, no eres amigo del César,
porque todo aquel que se hace Rey contradice al César". Pilatos, pues,
cuando oyó estas palabras, sacó fuera a Jesús y se sentó en su tribunal, en el
lugar que se llama Lithóstrotos, y en hebreo Gabbatá. Y era el día de la
preparación de la Pascua y como la hora de sexta, y dice a los judíos:
"Ved aquí vuestro Rey". Y ellos gritaban: "Quita,
crucifícale". Les dice Pilatos: "¿A vuestro Rey he de
crucificar?" Respondieron los Pontífices: "No tenemos otro Rey sino
César". Y entonces se lo entregó para que fuese crucificado. (vv. 13-16)
San Agustín, in Ioannem, tract., 116
Los judíos
creyeron imponerse mejor a Pilato para que condenara a muerte a Cristo,
amenazándole con el César que con lo que anteriormente habían dicho:
"Nosotros ley tenemos, y, según ella, debe morir, porque se supuso Hijo de
Dios". Por eso dice: "Pero los judíos clamaban: Si das libertad a
éste, no eres amigo del César; pues todo el que se titula Rey", etc.
Crisóstomo, in Ioannem, hom. 83
Pero ¿de
dónde sacaréis las pruebas? ¿De la púrpura, de la diadema, de los carruajes, de
los soldados? ¿No iba siempre acompañado de sus doce discípulos, de villa en
villa, sin más que el alimento, el vestido y hospedaje?
San Agustín, ut supra
A Pilato le
importaba poco la Ley. Lo que más le importaba era lo de matar al Hijo de Dios.
Pero ahora no se atreve a despreciar al César, autor de su potestad, como
desprecia la Ley extranjera. Por eso sigue: "Pilato, pues, oyendo esto,
sacó fuera a Jesús y se sentó en su tribunal, llamado Lithóstrotos, y en hebreo
Gabbata".
Crisóstomo, ut supra
Salió, pues,
para examinar la causa, pues esto demostraba sentarse en el tribunal.
Glosa
Así como el
tribunal es propio de los jueces, lo es de los reyes el trono o el solio, y de
los doctores la cátedra.
Beda
Lithóstrotos, que significa sobre un pedestal, era un sitio elevado 1.
Sigue:
"Era, pues, Parasceve o víspera de la Pascua, cerca de la hora
sexta".
Alcuino
Parasceve
quiere decir preparación. Este es el nombre que se daba al sexto día, en el que
se preparaba lo necesario para el sábado 2; como se dijo del maná: "El día sexto recogeréis
doblado" ( Ex 16,26). Por cuanto en el día sexto fue hecho el hombre, y
descansó Dios en el séptimo, también en el día sexto padece por el hombre el
Salvador, y el sábado descansa en el sepulcro. Sigue: "Era, pues, como la
hora de sexta".
San Agustín, in Ioannem, tract., 117
¿Por qué San
Marcos dice "era la hora de tercia cuando le crucificaron" ( Mc
15,25) sino porque era en esta hora cuando fue crucificado el Señor por la
lengua de los judíos, y en la de sexta por las manos de los soldados, y
entendamos que era ya pasada la hora quinta y comenzada la sexta cuando Pilato
se sentó en el tribunal que es casi la hora de sexta de que habla San Juan, y
fue conducido y crucificado, sucediendo junto a la cruz lo que se refiere, al
cumplirse íntegra la hora sexta, desde la cual hasta la nona se oscureció el
sol y se extendieron las tinieblas, como certifican Mateo, Marcos y Lucas. Pero
como los judíos procuraron echar la culpa de la crucifixión de Jesús sobre
Pilato y sus soldados, San Marcos, pasando por alto la hora en que el Señor fue
crucificado, hace mención de la tercia, para que no aparezca que sólo los
soldados crucificaron a Jesús, sino que también los judíos pidieron a la hora
de tercia que fuese crucificado. También se presenta otra solución a esta
dificultad, que consiste en que no se cuente la hora de sexta desde principio
del día, sino desde la Parasceve, porque ni tampoco San Juan dijo que era como
la hora de sexta del día, sino que dijo: "Era la Parasceve casi hora de
sexta". Parasceve en latín es preparación. En nuestra Pascua fue inmolado Cristo,
como dice el Apóstol ( 1Cor 5,7). La preparación de la Pascua, si la empezamos
a contar desde la hora de nona de la noche, que fue cuando los Príncipes de los
sacerdotes pronunciaron la sentencia de inmolación del Señor (diciendo reo es
de muerte) ( Mt 26,66) hasta la hora de tercia del día que fue crucificado
Cristo, según atestigua el Evangelista San Marcos, consta de seis horas: tres
de noche y tres de día.
Teofilacto
Otros
resuelven esta dificultad culpando a los copistas de que las letras del
alfabeto griego fueron cambiadas, porque los griegos usaban las letras como
cifras y la letra griega g significa tres y la letra V seis. El copista puede
haber confundido ambos signos.
Crisóstomo, in Ioannem, hom. 83
Salió, pues,
Pilato para examinar la causa, y sin embargo, sin hacer examen alguno lo
entregó, esperando conmoverles; y por eso les dice a los judíos: "He aquí
vuestro rey".
Teofilacto
Como si
dijera: He aquí al hombre y confesad que es imposible que empuñe vuestro cetro
en el estado de humillación en que se encuentra, y que vosotros nada tenéis que
temer de El.
Crisóstomo, ut supra
Y en verdad
que lo que él decía era suficiente para que los judíos depusieran su cólera;
pero temblaban de que si le dejaban en libertad, volvería a reunir las turbas,
porque el amor al poder es bastante para seducir al alma. Por tanto, insisten
con más fuerza. Por esto dice: "Ellos, sin embargo, clamaban: quítale,
quítale". Ansían darle la muerte más ignominiosa y añaden:
"Crucifícale"; temiendo lo que pudiera venir después de El por su
celebridad.
San Agustín, ut supra
Pilato, sin embargo, intenta hacerse superior al terror que le había inspirado el nombre del César y les dice: "¿He de crucificar a vuestro rey?" Queriendo abatir con su propia ignominia a los que no puede aplacar con la ignominia de Cristo.
Sigue:
"Respondieron los Pontífices: No tenemos más rey que al César".
Crisóstomo, ut supra
Ellos mismos
se impusieron voluntariamente el suplicio. Por eso Dios los entregó y los dejó
precipitarse en su propia sentencia, por cuanto unánimes negaron el reino de
Dios y rechazaron el cetro de Cristo, imponiéndose a sí mismos el del César.
San Agustín, ut supra
Pero Pilato
es vencido otra vez por el temor y sigue: "Entonces se lo entregó para que
fuese crucificado". Hubiera parecido que se oponía abiertamente al César,
si hubiera persistido en dar otro rey a los que protestaban no admitir otro que
al César, dejando impune al que ellos habían entregado para morir, por haber
intentado esto mismo. No se ha dicho: se los entregó para que lo crucificaran,
sino para que fuese crucificado, esto es, por sentencia y autoridad del
procurador. El Evangelista dijo: "Entregado a ellos", para que fueran
complicados en el crimen de que intentaban ser inocentes; pues Pilato no
hubiera hecho esto, sino apremiado por ellos.
Notas
1. El nombre griego liqostrwton, enlosado, designaba el lugar que en arameo se conocía como gabbata, elevación. Algunos creen que habría estado situado cerca a la torre Antonia (ubicando también allí el pretorio), pero generalmente se considera que estaría ubicado en el palacio de Herodes, que quedaba en la parte alta de la ciudad.
2. Parasceve era el sexto día de la semana judía, y significa día de la preparación. En él se preparaba lo necesario para el sábado, en que no se podía trabajar.
17-18 Y
tomaron a Jesús y le sacaron fuera. Y llevando la cruz a cuestas, salió para
aquel lugar que se llama Calvario, y en hebreo Gólgota; y allí le crucificaron,
y con El a otros dos, de una parte y otra, y a Jesús en medio. (vv. 17-18)
Glosa
Por orden
del procurador, los soldados se apoderaron de Cristo para crucificarle. Sigue:
"Cogieron, pues, a Jesús, y le sacaron fuera".
San Agustín, in Ioannem, tract., 116
Puede esto
referirse a los alguaciles del procónsul; pues después se dice más claramente:
"Después que los soldados le crucificaron". El Evangelista atribuye
con razón a los judíos todo lo ocurrido, pues ellos fueron los que arrancaron a
Pilato la condenación.
Crisóstomo, in Ioannem, hom. 84
Como para
ellos era la cruz objeto de ignominia, no consentían ni aun el tocarla, y la
cargaron sobre Jesús como reo. Y sigue: "Y llevando la cruz a
cuestas", etc. Así sucedió con el que le prefiguró, porque Isaac cargó
sobre sí la leña, pero entonces no se llegó más que hasta lo que quiso
demostrar la voluntad del Padre; pero ahora tuvo cumplido efecto, pues era la
realidad.
Teofilacto
Así como
entonces fue Isaac libertado, y sacrificado el cordero, así en esta ocasión,
quedando impasible la naturaleza divina, es sacrificada la humanidad
representada por el cordero, como errante hijo de Adán. Pero, ¿cómo otro
Evangelista dice que obligaron a Simón a llevar la cruz?
San Agustín, De cons. evang. 3, 10
Ambas cosas
son verdad: en primer lugar, sucedió lo que dice San Juan, y en segundo lugar,
lo que dicen los otros tres evangelistas. De lo que se deduce que el mismo
Jesús llevaba la cruz al salir para el lugar citado.
San Agustín, in Ioannem, tract., 117
¡Gran
espectáculo y a los ojos de la impiedad gran escarnio! Pero a los de la piedad
grande misterio. Ríe la impiedad, viendo al rey llevar por cetro la cruz de su
suplicio; ve la piedad al rey llevando a cuestas la cruz en que ha de ser
clavado; cruz que había de fijarse hasta en la frente de los reyes; cruz objeto
de desprecio para los impíos, y en la que habían de gloriarse los corazones de
los Santos. Llevándola sobre sus hombros, la sublimaba como antorcha que ardía
sobre el candelabro, y no había de ocultarse bajo el celemín.
Crisóstomo, ut supra
Como los vencedores, así llevaba sobre sus hombros la insignia de su triunfo.
Pretenden
algunos que Adán murió y fue sepultado en el mismo lugar que llamaban Calvario,
a fin de que, en el mismo sitio donde triunfó la muerte, levantara Jesús el
trofeo de su victoria.
San Jerónimo, super Mat. cap. 27
Apreciable
interpretación y agradable al oído del pueblo; pero no es verdadera. Fuera de
la ciudad y de sus puertas, había lugares en donde se decapitaba a los reos, y
tomaron el nombre de calvario del de decapitados 1. Adán fue sepultado junto a Ebrón, y según se lee en
Jesús hijo de Nave, fue enterrado en Arbee 2.
Crisóstomo, ut supra
Le
crucificaron con dos ladrones; y sigue: "Y con él otros dos, uno a cada
lado y Jesús en medio". Con esto se cumplió la profecía: "Fue contado
entre los malvados" ( Is 53,12). Hacían servir a la verdad los mismos
ultrajes que le inferían. El demonio quería cubrir de tinieblas lo que pasaba,
pero no pudo, porque los milagros que ocurrieron entonces, a nadie pudieron
atribuirse sino sólo a Jesús, y todos los artificios del diablo fueron inútiles
para oscurecer la gloria de Jesús, pues la esclarecieron no poco. Porque
convertir en la cruz al ladrón y llevarle al Paraíso, no fue menos que desgajar
las rocas.
San Agustín, in Ioannem, tract., 31
Si bien lo
consideras, fue la misma cruz un tribunal, en el que sentado el juez, fue
absuelto el ladrón que creyó y condenado el que le injurió. Y esto significaba
lo que sucederá con los vivos y los muertos: unos a la derecha y otros a la
izquierda.
Notas
1. En griego, kranion, cráneo, que traduce el hebreo gólgota.
2. Sobre el sepulcro de Adán se conocen dos tradiciones. La tradición judía afirmaba que estaba enterrado en Quiryat-Arbá (antiguo nombre de Hebrón), al lado de los patriarcas. Otra tradición afirmaba que luego del diluvio Sem enterró la cabeza de Adán en el monte Calvario.
19-22 Y
Pilatos escribió también un título, y lo puso sobre la cruz. Y lo escrito era:
"Jesús Nazareno, Rey de los judíos". Y muchos de los judíos leyeron
este título, porque estaba cerca de la ciudad el lugar en donde crucificaron a Jesús.
Y estaba escrito en hebreo, en griego y en latín. Y decían a Pilatos los
Pontífices de los judíos: "No escribas Rey de los judíos, sino que El
dijo: Rey soy de los judíos". Respondió Pilatos: "Lo que he escrito,
he escrito". (vv. 19-22)
Crisóstomo, in Ioannem, hom. 84
Así como se
escribe sobre los trofeos el nombre del que alcanzó la victoria, así puso
Pilato el título sobre la cruz de Jesucristo. Por eso dice: "Y escribió
Pilato un título", etc. constituyéndose Pilato como apologista de Cristo,
separando su causa de la de los ladrones, y vengando la manifiesta malicia de
los judíos insurrectos contra su rey. Lo escribió. "Había, pues, escrito:
Jesús Nazareno, Rey de los judíos".
Beda
Esto
demuestra que desde entonces su reino se engrandecía, lejos de desaparecer como
ellos pensaban.
San Agustín, in Ioannem, tract., 118
¿Pero es que Jesucristo tan sólo es rey de los judíos, o lo es también de los gentiles? Ciertamente también de los gentiles, pues había dicho: "Yo he sido constituido por Dios, Rey sobre el monte santo de Sión" ( Sal 2,6), añadiendo después: "Pídeme a mí, y te daré en herencia las naciones" ( Sal 2,8). Queremos penetrar en este título 1 un gran misterio 2, porque en verdad, el olivo silvestre 3 ha sido hecho partícipe en la pinguosidad del olivo cultivado, y no éste de la savia del olivo silvestre ( Rom 11,17). Cristo, pues, Rey de los judíos, establece la circuncisión, no de la carne, sino del corazón; no de la letra, sino del espíritu ( Rom 2,29).
Sigue:
"Muchos de los judíos leyeron este título, porque estaba cerca de la
ciudad el lugar", etc.
Crisóstomo, ut supra
Creíble es
que con motivo de la festividad acudirían muchos gentiles, juntamente con los
judíos; y para que nadie lo ignorara, no escribió el título en una lengua, sino
en tres, y por eso añade: "Y estaba escrito en hebreo, en griego y en
latín".
San Agustín, ut supra
Estas tres
lenguas eran las que predominaban: la hebrea, por la ley judaica; la griega,
por la sabiduría de aquella nación, y la latina, por la dominación romana en
casi todo el mundo.
Teofilacto
También
significa esta inscripción, en tres lenguas, que Cristo es el Señor de tres
ciencias: la práctica, la física y la teológica; pues por la inscripción latina
está figurada la ciencia práctica, por cuanto el imperio romano era
poderosísimo y conquistador; la inscripción griega representa la sabiduría en
las ciencias especulativas; y, por fin, la hebrea, supone el conocimiento de
las cosas divinas encomendado a la nación judaica.
Crisóstomo, ut supra
Crucificado
el Señor, era todavía perseguido por la envidia de los judíos: "Decían,
pues, a Pilato: No escribas Rey de los judíos, sino que El dijo: Yo soy el rey
de los judíos". En verdad, esta inscripción no se diferenciaba de la
sentencia y si se le añadía "El ha dicho", venía a ser la
demostración de una ambición necia y criminal. Pero Pilato insistió en su
primer pensamiento, y por eso respondió: "Lo que escribí, escribí".
San Agustín
¡Oh inefable
poder de Dios, aun en los corazones de los que no le conocen! Esto no puede
llamarse sino una voz secreta que silenciosamente resonaba en el alma de
Pilato, repitiendo lo que tanto tiempo antes estaba escrito en los salmos:
"No alteres el título de la inscripción". Pero, ¿qué decís,
insensatos Pontífices? ¿Acaso no es esto una prueba de la verdad, de lo que Jesús
dice: ¿Yo soy el rey de los judíos? ¿Si no puede corregirse lo que Pilato ha
dicho, podrá alterarse lo que dijo la verdad? Si Pilato ha escrito lo que ha
escrito, es porque el Señor ha dicho lo que ha dicho.
Notas
1. Se refiere al título: "Jesús Nazareno, Rey de los Judíos".
2. Sacramentum.
3. El olivo silvestre o acebuche es menos frondoso que el cultivado y su fruto, conocido como oliva acebuchina es más pequeña y menos sustanciosa que la aceituna del olivo cultivado. El pasaje de Romanos 11, 17, que sirve de trasfondo, permite una mayor intelección de la figura que usa San Agustín. El acebuche u olivo silvestre son los gentiles que llegan a la fe, y son injertados en el olivo cultivado, el Pueblo escogido, del que han sido desgajadas algunas ramas por su falta de fe.
23-24 Los
soldados, después de haber crucificado a Jesús, tomaron sus vestiduras (y las
hicieron cuatro partes, para cada soldado su parte) y la túnica. Mas la túnica
no tenía costura, sino que era toda tejida desde arriba. Y dijeron unos a
otros: "No la partamos, mas echemos suertes sobre ella, cuya será":
para que se cumpliese la Escritura, que dice: Repartieron mis vestidos entre sí
y echaron suertes sobre mi vestidura. (vv. 23-24)
San Agustín, in Ioannem, tract., 118
Por
sentencia de Pilato, los soldados que estaban a sus órdenes crucificaron a
Jesús. Así dice: "Los soldados, pues, le crucificaron", etc. Los
demás evangelistas hablan poco sobre la distribución y sorteo de los vestidos,
pero éste lo dice muy claramente de este modo: "Hicieron cuatro
partes", etc. De aquí resulta que fueron cuatro los soldados que
obedecieron la orden de Pilato, crucificando al Salvador. Sigue: "Y
después tomaron la túnica", esto es, no echaron suertes sobre lo demás, y
lo repartieron. Pero la túnica no la dividieron; y sigue diciendo: "La
túnica era inconsútil", esto es, toda de una pieza.
Crisóstomo, in Ioannem, hom. 84
El
Evangelista hace la historia de esta túnica. En Palestina era costumbre
construir este traje con dos pedazos de tela cosidos, y San Juan nos da a
entender que así era la túnica de Jesús, indicando la pobreza de su vestido.
Teofilacto
Dicen otros,
que en la Palestina no se tejen las telas del mismo modo que entre nosotros,
dejando el estambre a la vista superior, y el tejido en la inferior, para que
vuelto se vea el tejido, sino que lo hacían al contrario.
San Agustín, ut supra
El
Evangelista dice por qué echaron suertes sobre ella. Dijeron unos a otros:
"No la partamos", etc. Se ve que los demás vestidos los repartieron
por partes iguales sin necesidad de sortearlos. Pero como la túnica no podía
repartirse sin que se cortara sin provecho, por eso convinieron en sortearla.
Esta narración del Evangelista, consta justificada por testimonio de los
profetas. Por esto dice: "Para que se cumpliese la Escritura, que dice:
Repartieron entre ellos mis vestidos" ( Sal 58), etc.
Crisóstomo, ut supra
Observa la
exactitud de la Escritura; pues el Profeta no sólo expresó lo que fue
repartido, sino que también lo que no lo fue; porque si bien dividieron los
vestidos, echaron suertes sobre la túnica, que no quisieron dividir.
San Agustín, ut supra
Según San
Mateo (27,35), repartieron sus vestidos, sorteándolos, queriendo dar a
entender, que si bien los demás vestidos fueron repartidos, la túnica fue
sorteada; y así es como dice San Lucas "Dividiéndose sus vestidos, echaron
suertes" ( Lc 23,34). Habiéndolos, pues, dividido, llegaron a la túnica,
de la cual hicieron sorteo, usando de la palabra suertes en plural, en igual
del singular. También San Marcos presenta alguna diferencia, diciendo:
"Los soldados echaron suertes sobre lo que a cada uno tocaría" ( Mc
15,24), como refiriéndose a todos los vestidos y no sólo sobre la túnica; pero
esta brevedad con que habla, engendra oscuridad. Así, pues, se ha dicho:
"Echando suertes sobre los vestidos", como si se dijese sorteándolos
para dividirlos. Cuando dice: "Qué es lo que tocaría a cada uno",
parece que se refiera, no sólo a la túnica, sino que también a todo lo demás,
para saber quién se quedaría con la túnica que era indivisible. Esta división
de los vestidos de nuestro Señor Jesucristo, en cuatro partes, figuraba su
Iglesia extendida por las cuatro partes del mundo. Pero la túnica es la figura
de la unidad de la cuatro partes, por el vínculo de la caridad. Pero si la
caridad lleva más elevado vuelo, y es superior a la ciencia, y se sobrepone a
todo precepto, según lo de San Pablo a los Colosenses: "Sobre todo esto,
tened caridad" ( Col 3,14), con razón el vestido que la simboliza debe ser
tejido de una sola pieza. Y añadió el Evangelista: "Toda ella",
porque nadie debe ser extraño a la caridad del todo, que se llama Iglesia
Católica. Es inconsútil (sin costuras), para que nunca se desuna, y tiende a la
unidad, porque a todos reúne en un centro. En la suerte se ve la figura de la
gracia de Dios, pues no la deciden los méritos de cada uno, sino el secreto juicio
de Dios.
Crisóstomo, ut supra
Dicen
algunos que la túnica sin costuras, tejida de una sola pieza de arriba abajo,
es la alegoría de la humanidad del crucificado enlazada con la divinidad.
Teofilacto
O de otro
modo: la túnica inconsútil, denota el cuerpo de Cristo concebido por el
Espíritu Santo y el poder del Altísimo en la Virgen, siendo, por tanto,
indivisible el cuerpo de Cristo; pues aunque a cada uno sea dado para que
santifique a la vez su cuerpo y su alma, permanece, sin embargo, entero en todos.
Y así como el mundo visible se compone de cuatro elementos, puede tomarse por
vestidura de Cristo este mundo visible que los demonios se reparten entre ellos
cuantas veces entregan a la muerte al Verbo de Dios que habita en nosotros,
consiguiendo dividirnos por las falacias de este mundo.
San Agustín, ut supra
Ni se diga que estas cosas nada significan, porque son obra de los malos. ¿Pero qué diremos, de la misma cruz, hecha igualmente por los impíos? Y, sin embargo, ella significa, perfectamente, como dice el Apóstol, cuál sea su latitud, su longitud, su altura y su profundidad ( Ef 3,18): su latitud, respecto del madero trasversal, sobre el que se extienden las manos, significa las buenas obras de la más extensa caridad; la longitud de la cruz, desde el madero trasversal hasta la tierra, significa la perseverancia en la duración del tiempo; la altura de la cruz, desde el leño trasversal hasta arriba, significa el supremo fin a que deben dirigirse todas nuestras obras; y la profundidad de aquella parte que se oculta en la tierra significa el abismo de la gracia de Dios, de donde proceden todas nuestras buenas obras, que aparecen y se levantan hasta Dios. Pero aun cuando la cruz de Cristo no signifique más que aquello que dice el Apóstol a los de Galacia: "Los que son de Cristo, crucificaron su carne con sus pasiones y sus concupiscencias" ( Gál 5,24), ¡cuán grande bien es! Finalmente; ¿cuál es la enseña de Cristo, sino la cruz de Cristo? Este es el signo que los creyentes trazan en su frente, bien sea con el agua regeneradora del bautismo, o con el óleo santo del crisma o con el alimento del sacrificio, y sin el cual nada se perfecciona.
25-27 Y los soldados, ciertamente, hicieron esto. Y estaban junto a
la cruz de Jesús, su Madre y la hermana de su Madre, María de Cleofás y María
Magdalena. Y como vio Jesús a su Madre, y al discípulo que amaba, que estaba
allí, dijo a su Madre: "Mujer, he ahí a tu Hijo". Después dijo al
discípulo: "He ahí a tu Madre". Y desde aquella hora el discípulo la
recibió por suya. (vv. 25-27)
Teofilacto
Mientras los
soldados se ocupaban de satisfacer su sórdida avaricia, Jesús cuidaba solícito
de su Madre. Por eso dice: "En efecto, los soldados hicieron esto; estaban
junto a la cruz de Jesús, su Madre", etc.
San Ambrosio, in epistolis
María, Madre
del Señor, estaba ante la cruz de su Hijo. Nadie me enseñó esto, sino San Juan
Evangelista. Otros describieron el trastorno del mundo en la pasión del Señor;
el cielo cubierto de tinieblas, ocultándose el sol y el buen ladrón recibido en
el Paraíso, después de su confesión piadosa. San Juan escribió lo que los otros
se callaron, de cómo puesto en la cruz llamó Jesús a su Madre, y cómo
considerado vencedor de la muerte, tributaba a su Madre los oficios de amor
filial y daba el reino de los cielos. Pues si es piadoso perdonar al ladrón,
mucho más lo es el homenaje de piedad con que con tanto afecto es honrada la
Madre por el Hijo: "He aquí tu hijo". "He aquí a tu Madre".
Cristo testaba desde la cruz y repartía entre su Madre y su discípulo los
deberes de su cariño. Otorgaba el Señor, no sólo testamento público, sino
también doméstico; y este testamento era refrendado por Juan. ¡Digno testimonio
de tal testador! Rico testamento, no de dinero, sino de vida eterna; no escrito
con tinta, sino con el espíritu de Dios vivo ( 2Cor 3) y pluma de lengua, que
escribe velozmente ( Sal 44,2). Pero María se mostró a la altura de la dignidad
que correspondía a la Madre de Cristo. Cuando huyeron los Apóstoles, estaba en
pie ante la cruz, mirando las llagas de su Hijo, no como quien espera la muerte
de su tesoro, sino la salvación del mundo. Y aun quizás porque conociendo la
redención del mundo por la muerte de su Hijo, ella deseaba contribuir con algo
a la redención universal, conformando su corazón con el del Salvador. Pero
Jesús no necesitaba de auxiliadora para la redención de todos los que sin ayuda
había conservado 1. Por eso dice: "He sido hecho
hombre sin auxiliador, libre entre los muertos" ( Sal 87,5). Aceptó, en
verdad, el afecto maternal, pero no buscó el auxilio ajeno. Imitad, madres
piadosas, a ésta, que tan heroico ejemplo dio de amor maternal a su amantísimo
Hijo único. Porque ni vosotras tendréis más cariñosos hijos, ni esperaba la
Virgen el consuelo de poder tener otro.
San Jerónimo, contra Helvidium
La María que
San Marcos y San Mateo llaman madre de Santiago y José, fue mujer de Alfeo y
hermana de María, Madre del Señor, y es la que Juan designa en esta ocasión con
el nombre de María Cleofé, bien sea por su padre o por razón de parentela o por
cualquier otra causa. Pero si os parece que es otra, y así lo parezca, porque
en otra parte se llame María, madre de Santiago el Menor, y aquí, María Cleofé,
fijáos en la costumbre de las escrituras de llamar con diverso nombre a una
misma persona.
Crisóstomo, in Ioannem, hom. 82
Y admira
cómo el sexo débil de las mujeres, aparece aquí más varonil, firme junto a la
cruz, cuando los discípulos huían.
San Agustín, De cons. evang. 3, 21
Si no fuera
porque San Mateo y San Lucas nombraron a María Magdalena podríamos decir que
unas estuvieron junto a la cruz y otras lejos, pues ninguno hace mención de la
Madre del Señor, más que San Juan. Veamos, pues, cómo se ha de entender que la
misma María Magdalena estuviese lejos con las demás mujeres, según dicen Mateo
y Lucas, y estuviese al mismo tiempo junto a la cruz, como dice San Juan. Esto
no puede conciliarse a menos que hubieran estado a tal distancia que pudiera
decirse: junto a la cruz; o porque, en su presencia, prontamente podrían
haberse acercado; o porque estaban lejos en comparación con la turba de
soldados y jefes que estaban más cerca. Podemos también suponer que las que
estaban cerca, con la Madre del Señor, comenzaron a marcharse después que Jesús
la encomendó a su discípulo, para alejarse de la confusión de las turbas y ver
de lejos lo demás que sucedió. Por ello los otros evangelistas, que las
mencionan después de la muerte del Señor, recuerdan que estaban ya lejos. En fin,
¿en qué altera la veracidad del hecho el que unas mujeres fueran citadas a un
tiempo por unos evangelistas, y a otro tiempo por otro evangelista?
Crisóstomo, ut supra
Habiendo
estado presentes otras mujeres, no recuerda el Evangelista a otra sino a la
Madre del Señor, dándonos a entender el respeto que debemos a las madres. Pues,
así como no conviene que los parientes se enteren de las cosas espirituales,
así también conviene darles conocimiento de ellas, prefiriéndola a los demás
cuando no se hayan de oponer. Por eso dice: "Como viese Jesús a su Madre y
al discípulo a quien amaba, dijo a su Madre: Mujer, he ahí a tu hijo".
Beda
El
Evangelista se designa con la señal del amor no porque fuese él sólo, con
exclusión de los otros discípulos amados del Salvador, sino por el privilegio
de la castidad con que sobresalía de los demás, por cuanto fue amado con un
afecto más familiar, siendo virgen desde su vocación y permaneciendo siempre.
Crisóstomo, ut supra
¡Con cuán
alto honor honró al discípulo! Pero él se oculta con la moderación de su
sabiduría; porque si hubiera querido vanagloriarse, hubiese expresado la causa
por qué era amado, y es preciso convenir que el motivo era grande y admirable.
Así es que Jesús nada más dijo a Juan, ni le consuela en su tristeza, porque no
era el momento oportuno de hablar de consuelo. Pero no era poco distinguirle
con tal honor, y como era conveniente procurar para su Madre, oprimida de
dolor, alguno que le reemplazara (porque Jesús se iba), dejó este encargo al
discípulo que amaba. Sigue: "Después dijo al discípulo: He ahí a tu
madre".
San Agustín, in Ioannem, tract., 119
Esta es, sin
duda, aquella hora en la que, habiendo de convertir el agua en vino, había
respondido Jesús a su Madre: "Mujer, ¿qué hay común entre ti y mí? aun no
ha llegado mi hora" ( Jn 2,4). En aquella ocasión en que debía empezar a
obrar milagros, no la reconoció como Madre de su divinidad, no siéndolo mas que
de su débil humanidad 2, pero ahora que ya padece en su
humanidad, honra con sentimiento humano a aquella, de la que había sido hecho hombre.
Esta es una instrucción y ejemplo que nos da el buen Maestro, para enseñarnos
los oficios de piedad que los hijos deben a sus padres, y así convirtió en
cátedra de maestro la cruz en que estaba clavado.
Crisóstomo, in Ioannem, hom. 84
De este modo
queda refutado el error de Marción. Si Jesucristo no fue engendrado según la
carne, ni tuvo Madre, ¿por qué tanto esmero por su cuidado? Observa cuán
tranquilamente dispone todas las cosas, en el momento de estar en la cruz,
hablando a sus discípulos de su Madre, cumpliendo las profecías y prometiendo
el cielo al buen ladrón. Antes de ser crucificado, se le ve temblar, pues
entonces demostraba la debilidad de la naturaleza; pero ahora ostenta la
grandeza de su poder. Así nos enseña, que si nos conturba la adversidad, no por
eso desistamos. Y cuando hubiéramos entrado en la lucha, soportarlo todo como
cosa fácil y ligera.
San Agustín, ut supra
Como proveía
a su Madre, en cierto modo, de otro hijo por el que la dejaba, manifestó el
motivo en las siguientes palabras: "Y desde aquella hora el discípulo la
recibió como suya". ¿Pero en qué recibió Juan como suya a la Madre del
Señor? ¿Acaso no era de los que habían dicho a Jesús: "He aquí que
nosotros lo hemos dejado todo, y te hemos seguido" ( Mt 19,27)? La recibió,
no por sus propiedades (pues nada tenía propio), sino en los cuidados que
solícito la había de dispensar.
Beda
Hay otra
versión que dice que el discípulo la recibió, no como algunos dicen como Madre
suya, sino más propiamente para cuidar de ella.
Notas
1. "El papel de María con relación a la Iglesia es inseparable de su unión con Cristo, deriva directamente de ella. 'Esta unión de la Madre con el Hijo en la obra de la salvación se manifiesta desde el momento de la concepción virginal de Cristo hasta su muerte' (LG 57). Se manifiesta particularmente en la hora de su pasión" ( Catecismo de la Iglesia Católica, 964).
2. El concilio de Efeso (431) enseña que "no nació primeramente un hombre vulgar de la santa Virgen, y luego descendió sobre El el Verbo; sino que unido desde el seno materno, se dice que se sometió a nacimiento carnal, como quien hace suyo el nacimiento de la propia carne... De esa manera (los padres) no tuvieron inconveniente en llamar madre de Dios a la santa Virgen".
28-30 Después
de esto, sabiendo Jesús que todas las cosas eran ya cumplidas, para que se
cumpliera la Escritura, dijo: "Sed tengo". Había allí un vaso lleno
de vinagre. Y ellos, poniendo alrededor de un hisopo una esponja empapada en
vinagre, se la aplicaron a la boca. Y luego que Jesús tomó el vinagre, dijo:
"Consumado es": e inclinando la cabeza, dio el espíritu. (vv. 28-30)
San Agustín, in Ioannem, tract., 119
Padecía todo
esto el que aparecía hombre, y lo disponía todo el que se ocultaba Dios. Por
esto dice: "Después, sabiendo que todo se había consumado, a fin de que se
cumpliera la Escritura", esto es, lo que había predicho la Escritura:
"Y en mi sed me dieron a beber vinagre" ( Sal 68,22), dijo:
"Tengo sed", como si dijera: Esto os falta hacer, dad lo que sois.
Como que los judíos eran el vinagre, degenerado del vino de los patriarcas y
profetas. Había, pues, allí, un vaso lleno de vinagre, como un corazón lleno de
iniquidad de este mundo, a manera de esponja, llena de cavernosas y engañosas
tortuosidades. Y sigue: "Y ellos, colocando una esponja empapada en
vinagre alrededor de un hisopo, la aplicaron a su boca".
Crisóstomo, in Ioannem, hom. 84
Pero ni a
pesar de lo que estaban viendo, se aplacaban, sino que se encrudecían más,
ofreciéndole para que bebiera la pócima de los condenados. Y por esta razón se
valen de la vara del hisopo.
San Agustín, ut supra
El hisopo en
que pusieron la esponja llena de vinagre, es un arbusto despreciable que purga
el pecho y representa la humanidad de Cristo que nos purifica. Ni hay que
buscar cómo pudieron aplicar la esponja a la boca de Jesús, que estaba elevado
de tierra sobre la cruz; pues según dicen los otros evangelistas, y éste
omitió, se valieron de una caña para elevar hasta la cruz la esponja con
semejante bebida.
Teofilacto
Algunos llaman caña al hisopo, porque tiene unas ramas parecidas a la caña.
Sigue:
"Como hubiese recibido Jesús el vinagre, dijo: Consumado es".
San Agustín, ut supra
¿Qué era
esto, sino lo que estaba profetizado tanto tiempo antes?
Beda
Aquí puede
preguntarse: ¿Por qué dice este evangelista: "Como hubiese tomado el
vinagre", cuando dice otro: "No quiso beber" ( Mt 27,34)? Esto
es fácil de resolver, porque no lo recibió para bebérselo, sino para que se
cumpliera la Escritura.
San Agustín, ut supra
Y porque no
convenía que quedase nada por cumplir antes de su muerte. Sigue: "E
inclinada la cabeza, dio su espíritu". Concluidas todas las cosas que
debían ejecutarse, esperaba como el que tenía poder para dejar su alma y volver
a tomarla.
San Gregorio, Moralium, 11, 3
Aquí se dice
espíritu en lugar del alma, porque si el Evangelista hubiera entendido por
espíritu otra cosa diferente que el alma, saliendo el espíritu, el alma hubiera
quedado.
Crisóstomo, ut supra
No inclinó
la cabeza porque expiró, sino que cuando inclinó la cabeza, entonces expiró.
Por cuya razón dijo el Evangelista que era el Señor de todas las cosas.
San Agustín, ut supra
¿Quién hay
que pueda dormir cuando quiera, como Jesús murió cuando quiso? ¡Cuán terrible
ha de ser su poder cuando juzgue, si tanto se manifiesta cuando muere!
Teofilacto
El Señor entregó su espíritu a Dios Padre, dándonos a entender que las almas de los Santos no permanecen en los sepulcros, sino que van a las manos del Padre de todos. Las de los pecadores son llevadas al lugar de las penas, esto es, al infierno.
31-37 Y
los judíos (porque era Parasceve), a fin de que no quedasen los cuerpos en la
cruz el sábado (porque aquél era el grande día del sábado), rogaron a Pilatos
que les quebrasen las piernas y que fuesen quitados. Vinieron, pues, los
soldados, y quebraron las piernas al primero, y al otro que fue crucificado con
El. Mas cuando llegaron a Jesús, viéndole ya muerto, no le quebrantaron las
piernas, sino que uno de los soldados le abrió el costado con una lanza y salió
luego sangre y agua. Y el que lo vio, dio testimonio, y verdadero es el
testimonio de él. Y él sabe que dice verdad, para que vosotros también creáis.
Porque estas cosas fueron hechas para que se cumpliera la Escritura: No
desmenuzaréis hueso de El. Y también dice otra Escritura: Verán en el que traspasaron.
(vv. 31-37)
Crisóstomo, in Ioannem, hom. 84
Como los
judíos se tragaban un camello y hacían escrúpulo de un mosquito, después de
consumar tan gran atentado discutían solícita y diligentemente lo que sigue:
"Los judíos, pues, como era Pascua, a fin de que no permaneciesen los
cuerpos en la cruz en el sábado", etc.
Beda
Parasceve
(esto es preparación) era llamado el día sexto, porque en aquel día los
israelitas preparaban dos comidas, pues era muy grande aquel día de sábado (por
la solemnidad de la Pascua). "Rogaron, pues, a Pilato que les rompieran
las piernas a los ajusticiados".
San Agustín, in Ioannem, tract., 120
No con el
objeto de quitarlos de la cruz, sino más bien para no horrorizar con este
espectáculo de un suplicio prolongado en el día de fiesta.
Teofilacto
Así se
mandaba en la Ley, que no se pusiera el sol estando un hombre en el suplicio, o
porque no quisieran ser tenidos por verdugos y homicidas en día festivo.
Crisóstomo, ut supra
Observa cuán
grande es el poder de la verdad, pues ellos mismos cuidan de que se cumpla la
profecía. Por lo que sigue: "Vinieron, pues, los soldados y quebrantaron
las piernas del primero y del otro crucificado con El; pero cuando llegaron a
Jesús, como le vieron ya muerto, no le quebraron las piernas, sino que un
soldado abrió su costado con una lanza".
Teofilacto
Para
complacer a los judíos, lancean a Cristo, ultrajando su cuerpo exánime; pero
esta injuria se trocó en milagro, porque el manar sangre de un cuerpo muerto es
milagro.
San Agustín, ut supra
Con mucha
precaución se abstuvo el Evangelista de usar las palabras hirió su costado, o
lo rasgó, sino abrió, a fin de que en cierto modo se franqueara la puerta por
donde brotaron los sacramentos de la Iglesia, sin los cuales no se entra en la
verdadera vida. Y sigue: "Y al instante salió sangre y agua". La
sangre fue derramada por la remisión de los pecados, y el agua para suave
bebida y purificación. Esto había sido prefigurado por la puerta que a Noé se
le mandó abrir en el costado del arca para que entraran los animales que se
habían de salvar del diluvio, en los que se simbolizaba la Iglesia. Por esta
razón fue hecha la primera mujer del costado de Adán dormido, y este segundo
Adán, inclinando la cabeza, durmió en la cruz, para que fuese formada su esposa
y saliera de su costado durante su sueño. ¡Oh muerte que a los muertos
resucitas! ¿Qué hay más puro que esta sangre? ¿Qué más saludable que esta
herida?
Crisóstomo, ut supra
Como de aquí
toman origen los sagrados misterios, cuando te acercares al tremendo cáliz,
acércate como si fueras a beber del costado de Cristo.
Teofilacto
Avergüéncense
los que en el sagrado sacrificio rehusan mezclar el agua con el vino, dando a
entender que no creen que del lado de Cristo fluyó agua. Puede haber quien
calumniosamente diga que algún resto de vida quedaría en el cuerpo de Cristo, y
que por esto brotó sangre, pero el manar agua es una prueba irrefutable contra
este argumento. Esta es la razón por qué el Evangelista añadió: "Y el que
lo vio dio testimonio".
Crisóstomo, ut supra
Como si dijéramos: No lo oyó a otro, sino que lo vio por sí mismo y es verdadero su testimonio, lo que añadió con razón, contando la injuria hecha a Cristo y dando éste señal admirable para llamar la atención. También lo dijo para que enmudecieran los herejes, y para profetizar futuros misterios que se ocultaban bajo este tesoro.
Sigue:
"Y él sabe que dice verdad, para que vosotros creáis".
San Agustín, ut supra
Lo dice
quien lo vio, para que crea el que no lo vio. Dos testimonios cita de las
Escrituras sobre estos acontecimientos; pues el que había dicho: "No
quebraron a Jesús las piernas", añadió: "Esto sucedió para que se
cumpliese la Escritura, que dice: No desmenuzaréis ninguno de sus huesos"
( Ex 12,46), etc. Este precepto había sido dado en la antigua Ley a aquellos
que inmolaban el cordero, que fue la figura de la Pasión del Señor. Uno de los
soldados abrió su costado con una lanza, y a esto se refiere el otro
testimonio, que dice: "Y otro pasaje de la Escritura dice: ellos
dirigieron su mirada al que atravesaron", cuyas palabras contienen la
promesa de Cristo que había de ser crucificado en su propia carne.
San Jerónimo
Este testimonio está tomado de Zacarías ( Zac 12,10).
38-42 Después
de esto, José de Arimatea (que era discípulo de Jesús, aunque oculto por miedo
a los judíos) rogó a Pilatos que le permitiese quitar el cuerpo de Jesús. Y
Pilatos se lo permitió. Vino, pues, y quitó el cuerpo de Jesús. Y Nicodemo, el
que había ido primeramente de noche a Jesús, vino también, trayendo una
confección, como de cien libras, de mirra y de áloe. Y tomaron el cuerpo de Jesús
y lo envolvieron en lienzos con aromas, así como los judíos acostumbran a
sepultar. Y en aquel lugar, en donde fue crucificado, había un huerto, y en el
huerto un sepulcro nuevo, en el que aun no había sido puesto alguno. Allí,
pues, por causa de la Parasceve de los judíos, porque estaba cerca el sepulcro,
pusieron a Jesús. (vv. 38-42)
Crisóstomo, in Ioannem, hom. 84
Creyendo
José que se había calmado el furor de los judíos al ser crucificado Cristo, se
acercó confiadamente para procurar su descendimiento de la cruz y su entierro.
"Después de esto, José de Arimatea rogó a Pilato", etc.
Beda
Arimatea es
la misma Rámatha, pueblo de Helcana y de Samuel. Providencialmente dispuso el
cielo que fuera un justo el que mereciese recibir el cuerpo del Señor. Por eso
se dice: "Por cuanto era discípulo de Jesús", etc.
Crisóstomo, ut supra
No de los doce,
sino de los setenta; pero ¿cómo no se acercó ninguno de los doce? Si alguno
alegaba como causa el temor a los judíos, también éste tenía la misma causa, y
por eso dice que se ocultaba por temor a los judíos. Pero era muy noble y
conocido de Pilato, por lo que consiguió la gracia que sigue: "Y dio
permiso Pilato", y él le enterró, no como sentenciado, sino como personaje
célebre. Sigue: "Vino, pues, y se llevó el cuerpo de Jesús".
San Agustín, De cons. Evang, 3, 22
En este
postrer deber de sepultura se preocupa menos de los judíos que cuando solía
guardarse de sus asechanzas para oír al Señor.
Beda
Aplacada
generalmente la ira de los judíos, porque se alegraban de haber triunfado de
Cristo, pidió su cuerpo, porque en ello no se veía la razón de discípulo, sino
la caridad de cumplir con los oficios de sepultura, cosa que los hombres,
buenos y malos, suelen hacer. Se le une también Nicodemo, y por eso sigue:
"Nicodemo, el que había ido primeramente de noche a Jesús, vino también,
trayendo una confección, como de cien libras, de mirra y de áloe"
San Agustín, in Ioannem, tract., 120
La palabra
primeramente no se refiere al hecho de haber llevado primero la mixtura de la
mirra, pues no debe unirse a trayendo una confección, etc., sino que pertenece
al verbo anterior: "el que había ido primeramente de noche a Jesús",
lo cual refiere San Juan en los primeros capítulos de su Evangelio. Se entiende
que, en aquella oportunidad, vino por primera vez y que después volvió a venir
varias veces para hacerse discípulo de Cristo. Los aromas que llevaron son los
más a propósito para preservar el mayor tiempo posible el cuerpo de la
corrupción. Todavía consideraban a Jesús como simple hombre y, sin embargo, le
demostraban tanto amor.
Beda
Es de notar que sería simplemente un ungüento, por no tener permiso para confeccionarlo de diferentes aromas.
Sigue:
"Tomaron, pues, el cuerpo de Jesús y lo vendaron", etc.
San Agustín, ut supra
Sobre esto
advierte el Evangelista que debe respetarse la costumbre que en cada nación se
observa respecto a la sepultura de los muertos. Era costumbre de aquella nación
el embalsamar con varios aromas los cuerpos de los muertos, para conservarlos
íntegros el mayor tiempo posible.
San Agustín, De cons. Evang, 3, 23
En esto no
está San Juan en oposición con los demás Evangelistas, porque los que no
hicieron mención de Nicodemo no afirmaron que el Señor fuese enterrado
solamente por José de Arimatea. Aunque otros sólo hicieran mención de él
diciendo que fue envuelto por José en una sábana, no quisieron dar a entender
que Nicodemo no trajera otra, y resultará cierto lo que dice San Juan, que no
fue envuelto en una sábana, sino en sábanas. Acerca del sudario y de las vendas
con que todo el cuerpo estaba envuelto (porque todo era de lino), aun cuando
hubiera sido una la sábana, pudo decirse con mucha verdad que fue envuelto en
linos, porque generalmente así se llama lo que se teje de lino.
Beda
De aquí
viene la costumbre de la Iglesia de consagrar el cuerpo de Jesús, no sobre
telas de seda bordadas de oro, sino sobre sábana limpia.
Crisóstomo, in Ioannem, hom. 84
Como urgía
el tiempo (pues Cristo había muerto a la hora de nona y la tarde avanzaba
mientras se hicieron las diligencias de obtener el permiso de Pilato y
descender a Cristo de la cruz), por eso le colocaron en el sepulcro inmediato.
Y así dice: "Había un huerto en el lugar donde fue crucificado, y en el
huerto un sepulcro nuevo", lo que sucedió por disposición divina para que,
no habiendo enterrado con El ningún otro cadáver, no pudiera suponerse que la
resurrección sea de otro que Jesucristo.
San Agustín, in Ioannem, tract., 120
Así como en
el seno de la Virgen María no fue concebido otro que Jesús, así en este
sepulcro, ni antes ni después, fue enterrado nadie.
Teofilacto
Este sepulcro nuevo es una figura mística de que la sepultura de Jesús es nuestra restauración sobre las ruinas de la muerte y de la corrupción. Observad la gran pobreza con que el Señor fue enterrado, pues el que en su vida no tuvo casa, en su muerte es enterrado en sepulcro ajeno, cubriendo José su desnudez.
Sigue:
"Allí, pues, porque era el tiempo de la Parasceve, pusieron a Jesús en
aquel sepulcro, que estaba cerca".
San Agustín, ut supra
El
Evangelista quiere dar a entender que se aceleró el acto de darle sepultura, a
fin de que tuviese lugar antes de anochecer, desde cuyo momento no se habría
obtenido permiso por la Parasceve (que los judíos llaman cena sencilla en
términos latinos).
Crisóstomo, ut supra
El sepulcro
estaba próximo para que los discípulos pudieran acercarse con facilidad y ser
testigos de lo que ocurría, y para que también lo fueran hasta los mismos
enemigos guardianes del sepulcro, a fin de que se comprobara la falsedad de la
suposición de un robo.
Beda
En sentido
místico el nombre José se interpreta Aumentado, por el aumento de las buenas
obras, cuya práctica se nos aconseja para que merezcamos recibir dignamente el
cuerpo del Señor.
Teofilacto
Ahora, pues, considera cuánto mortifica a Cristo el que es avaro con los pobres que padecen hambre. Sé tú, pues, también José y cubre la desnudez de Cristo, no una vez, sino con frecuencia, en el fondo de tu meditación. Cúbrela ungiéndole con la amargura de la mirra y aloe, considerando aquella sentencia que no puede ser más amarga: "Id, malditos, al fuego eterno" ( Mt 25,41).