VIACRUCIS
con textos de San Vicente de Paúl
Fuente: https://www.corazondepaul.org/
EJERCICIO DEL SANTO VIACRUCIS
Por la señal de la Santa Cruz
de nuestros enemigos,
líbranos Señor, Dios nuestro.
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén
ACTO DE CONTRICCIÓN
¡Señor mío, Jesucristo! Dios y Hombre verdadero, Creador, Padre y Redentor mío; por ser Vos quien sois, Bondad infinita, y porque os amo sobre todas las cosas, me pesa de todo corazón de haberos ofendido; también me pesa porque podéis castigarme con las penas del infierno. Ayudado de vuestra divina gracia propongo firmemente nunca más pecar, confesarme y cumplir la penitencia que me fuere impuesta. Amén.
Al principio de cada estación se dice:
V/. Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos
R/. Que por tu santa Cruz redimiste al mundo.
Y al final de cada estación:
V/. Señor, pequé.
R/. Tened piedad y misericordia de mí y de todos los pecadores.
V/. Bendita y alabada sea la Pasión y Muerte de nuestro Señor Jesucristo
R/. Y los Dolores de su Santísima Madre al pie de la cruz.
1ª ESTACIÓN
NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO ES
SENTENCIADO A MUERTE
“Señor mío y Dios mío, Jesucristo, Salvador mío, el más amable y amoroso de todos los hombres, que has practicado incomparablemente más que todos juntos la caridad y la paciencia, que has recibido más injusticias y afrentas que todos, y que has tenido por ellas menos resentimiento que nadie, escucha, por favor, la humildísima oración que te dirigimos, para que te plazca derramar sobre la Compañía el espíritu de la caridad que tú tuviste y el espíritu de mansedumbre y de paciencia que demostraste con tus amigos, a fin de que, por la práctica de estas virtudes, se cumplan en ella los designios eternos de la adorable voluntad de Dios” (Obras completas de San Vicente de Paúl IXA P. 280)
2ª ESTACIÓN
NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO ES CARGADO CON LA CRUZ
¡Admirable paciencia la de nuestro Señor! Fijaos en ese poste que sostiene todo el peso del techo; sin él, todo se derrumbaría; también Jesucristo nos ha sostenido en todas nuestras caídas, nuestras cegueras y nuestra pesadez de espíritu. Todos estábamos como aplastados de iniquidades y de miserias corporales y espirituales, y nuestro bondadosos Salvador se las ha cargado para sufrir su pena y su oprobio. (XIB p. 559)
3ª ESTACIÓN
NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO
CAE POR PRIMERA VEZ
No lleguéis en vuestra admiración a sentir orgullo por ello, porque lo ordinario es que Dios escoja a los sujetos más vulgares y más incapaces para hacer grandes cosas. Al servir a estos niños, al servir a los pobres enfermos, yéndolos a buscar, hacéis a Dios el mayor servicio que se le puede hacer, contribuís con todo vuestro esfuerzo a que la muerte del Hijo de Dios no sea inútil, honráis la vida de nuestro Señor Jesucristo, que muchas veces ha hecho esto mismo, y, al servir a los galeotes, honráis los sufrimientos y las calumnias que el Hijo de Dios sufrió en la Cruz. (IXA p.144)
4ª ESTACIÓN
NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO
SE ENCUENTRA CON LA SANTÍSIMA VIRGEN
Tú diste a la santísima Virgen gran abundancia de humildad; por ella te pedimos que a nosotros nos concedas alguna parte. Tú fuiste tan humilde que quisiste ser tenido por pecador y ser clavado en una cruz. Tú no sólo quisiste ser humilde durante tu vida, sino también después de muerto, para que te siguiesen tus hijos. Por tanto te pedimos, Señor y Salvador nuestro, la gracia de trabajar por la adquisición de esta virtud, tal como tú lo quieres de nosotros. Santísima Virgen, que quisiste compartir tan bien esta santa humildad, ayúdanos, alcánzanos de tu querido hijo esta virtud para toda la Compañía. (IXA p. 610)
5ª ESTACIÓN
EL CIRINEO AYUDA A NUESTRO SEÑOR
A LLEVAR LA CRUZ
Amemos a Dios, hermanos míos, amenos a Dios, pero que sea a costa de nuestros brazos, que sea con el sudor de nuestra frente. Pues muchas veces los actos de amor de Dios, de complacencia, de benevolencia, y otros semejantes afectos y prácticas interiores de un corazón amante, aunque muy buenos y deseables, resultan sin embargo muy sospechosos, cuando no se llega a la práctica del amor efectivo: “Mi Padre es glorificado, dice nuestro Señor, en que deis mucho fruto” (XIB p. 733)
6ª ESTACIÓN
LA VERÓNICA ENJUGA EL ROSTRO
DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO
No hemos de considerar a un pobre campesino o a una pobre mujer según su aspecto exterior, ni según la impresión de su espíritu, dado que con frecuencia no tienen ni la figura ni el espíritu de las personas educadas, pues son vulgares y groseros. Pero dadle la vuelta a la medalla y veréis con las luces de la fe que son ésos los que nos representan al Hijo de Dios, que quiso ser pobre; él casi ni tenía aspecto de hombre en su pasión y pasó por loco entre los gentiles y por piedra de escándalo entre los judíos; y por eso mismo pudo definirse como el evangelista de los pobres (XIB 725)
7ª ESTACIÓN
SEGUNDA CAÍDA DE NUESTRO SEÑOR
EN EL CAMINO DE LA CRUZ
¡Oh Salvador de nuestras almas, que nos has llamado al seguimiento de tus máximas y a la imitación de tu vida humilde y despreciada! Pon en nosotros las disposiciones necesarias para sufrir, de la manera que tú deseas, las persecuciones que tengas a bien enviarnos. Afírmanos en ese estado bienaventurado que has prometido a las personas afligidas y perseguidas. Haz que nos mantengamos firmes en la persecución, sin huir ni doblegarnos ante los ataques del mundo. Te lo pido por el mérito de tus sufrimientos. (XIB p. 573)
8ª ESTACIÓN
NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO CONSUELA
A LAS MUJERES DE JERUSALÉN
¡Dichosos nuestros hermanos que están en Polonia y que han sufrido tanto durante estas últimas guerras y durante la peste, y que todavía están sufriendo por ejercitar la misericordia corporal y espiritual y por aliviar, asistir y consolar a los pobres! ¡Felices misioneros, a los que ni los cañones, ni el fuego, ni las armas, ni la peste han hecho salir de Varsovia, donde los retiene la miseria de los demás; que han perseverado y todavía perseveran animosamente, en medio de tantos peligros y sufrimientos, por misericordia con los demás! ¡Qué felices son por emplear tan bien este momento de tiempo que es nuestra vida en la misericordia! Sí, este momento, porque nuestra vida no es más que un momento, que vuela y desaparece enseguida. (XIA 234)
9ª ESTACIÓN
NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO CAE
POR TERCERA VEZ
Nuestro Señor, en el huerto de los olivos, no sentía más que aflicción, y en la cruz sólo sentía dolores, que fueron tan excesivos que parecía como si, juntamente con el desamparo de los hombres, también lo hubiese abandonado su Padre; sin embargo, en los estertores de la muerte y en estos excesos de su pasión, se alegraba de cumplir la voluntad de su Padre y, a pesar de ser tan rigurosa, la prefería a todas las alegrías del mundo; ella era su comida y sus delicias. Hermanos míos, también nosotros hemos de alegrarnos al ver que se cumple en nosotros su voluntad por medio de las humillaciones, las pérdidas y las penas que nos llegan. (XIA p. 366)
10ª ESTACIÓN
NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO
ES DESPOJADO DE SUS VESTIDURAS
¡Oh dichosa y riquísima pobreza, que nuestro Señor practicó tan admirable y tan excelentemente! “El cual, siendo rico, por vosotros se hizo pobre a fin de que os enriquecierais con su pobreza”. No tenía siquiera una piedra donde descansar su cabeza; pobre, no solamente en su vida, sino también en su muerte. Es llevar la pobreza hasta el punto más alto adonde se puede llevar, morir desnudo en una cruz, sin tener nada en su cuerpo, a no ser quizás algún pobre harapo. ¿Y podemos ver todo esto, a Jesús clavado así en la cruz, sin sentir devoción a la práctica de esta virtud de la pobreza? (XIB p. 645)
11ª ESTACIÓN
NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO
ES CLAVADO EN LA CRUZ
«Sufrirán de buena gana y por amor de Dios las incomodidades, contradicciones, burlas, calumnias y otras mortificaciones que hasta del bien obrar podrán sobrevenirles, a ejemplo de Nuestro Señor, que después de haber padecido por culpa de los mismos que habían recibido de él tantos beneficios, hasta ser crucificado, rezó por ellos». Hermanas mías, ya veis cómo este artículo de las reglas se refiere a las incomodidades, los disgustos, los sufrimientos, las calumnias y las contrariedades que podrían sobrevenir sirviendo a los enfermos. Y veis por él cómo quiere Nuestro Señor que sufráis todo esto de buena gana y por amor a él. (IXB p. 793)
12ª ESTACIÓN
NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO
MUERE EN LA CRUZ
“(Nuestro Señor…) empezó su vida de ese modo obedeciendo hasta la muerte, incluso muerte de cruz; y por causa de eso, su Padre lo consideró mucho, lo ensalzó y elevó. Oh Salvador, ¿qué es entonces esta virtud de la obediencia? ¡Cuán excelente tiene que ser, si la encontraste digna de un Dios! ¿Hay alguna cosa más grande que obedecer hasta la muerte infame de la cruz? ¿Qué queda después de eso? ¡Qué maravilloso cuadro tenemos, hermanos míos, en ese ejemplo de obediencia que nuestro Señor nos ha mostrado! ¿Qué más motivos queréis? ¡La obediencia! ¡Hasta la muerte de un Dios hecho hombre!” (XIB p. 689)
13ª ESTACIÓN
NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO EN BRAZOS DE SU SANTÍSIMA MADRE
¡Salvador mío, cuán grande era el amor que tenías a tu Padre! ¿Podía acaso tener un amor más grande, hermanos míos, que anonadarse por él?… ¿Podía testimoniar un amor mayor que muriendo por su amor de la forma en que lo hizo ¡Oh, amor de mi Salvador! ¡Oh, amor! ¡Tú eras incomparablemente más grande que cuanto los ángeles pudieron comprender y comprenderán jamás! Sus humillaciones no eran más que amor; su trabajo era amor, sus sufrimientos amor, sus oraciones amor, y todas sus operaciones exteriores e interiores no eran más que actos repetidos de su amor. Su amor le dio un gran desprecio del mundo, desprecio del espíritu del mundo, desprecio de los bienes, desprecio de los placeres y desprecio de los honores. (XIA p. 412)
14ª ESTACIÓN
NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO ES PUESTO
EN EL SEPULCRO
Hay que considerar a nuestro Señor como Dios y como hombre. En esta cualidad hemos de amarle: 1.º porque se hizo hombre por amor a nosotros, para reconciliarnos con su Padre, cuya gracia habíamos perdido por el pecado de nuestro primer padre; 2.º porque nos ha merecido con su vida, su muerte y su pasión el cielo que habíamos perdido; 3.º porque hemos de ver a su Padre en él: “Felipe, quién me ve a mí, ve a mi Padre” , y la manera de vivir que hemos de seguir para agradarle, etcétera. Para conocer la grandeza de este bien, hemos de considerar que, por él, de hijos de la iniquidad hemos sido hechos hijos de Dios, de merecedores del infierno nos hemos convertido en personas dignas de poseer la gloria eterna. (XIB p. 735)
***
Para ganar la indulgencia concedida al rezo del Viacrucis, por las intenciones del Papa.
Padrenuestro, Avemaría y Gloria