sábado, 25 de marzo de 2023

ACCIÓN DE GRACIAS A LA VIRGEN. Dom Gueranger

 

ACCIÓN DE GRACIAS  A LA VIRGEN

Dom Gueranger

25 de marzo LA ANUNCIACIÓN

 

He aquí la esclava del Señor: hágase en mí según tu palabra.

ACCIÓN DE GRACIAS. — Con estas últimas palabras, oh María, nuestra suerte está determinada. Tú consentiste al deseo del cielo; y tu consentimiento asegura nuestra salvación. ¡Oh Virgen! ¡Oh Madre! Bendita entre las mujeres, recibe con los homenajes de los ángeles las acciones de gracias del género humano. Has reparado nuestra ruina, has levantado nuestra naturaleza pues eres el trofeo de la victoria del hombre sobre su enemigo. “Alégrate, padre Adán; y tú, madre Eva, salta de júbilo, porque así como fuisteis padres de todos, así fuisteis de todos homicidas, y, lo que es peor, primero homicidas que padres; consolaos con esta hija, y tal hija; pero alégrese Eva sobre todo, pues de ella primero nació el mal, pasando su oprobio a todas las mujeres. Porque ya se acerca el tiempo en que se quitará el oprobio y no podrá ya quejarse el hombre de la mujer. Aquél pretendiendo excusarse imprudentemente a sí mismo, no dudó acusarla con dureza diciendo: La mujer que me diste dióme del fruto del árbol y comí. Por tanto, corre Eva a María; corre a tu Hija. Ella responderá por ti, levantará tu oprobio, satisfará al Padre por su madre; pues ha dispuesto Dios que, ya que el hombre no cayó sino por la mujer, tampoco sea levantado sino por la mujer. ¿Qué es lo que decías, Adán? La mujer que me diste dióme del fruto del árbol y comí. Palabras maliciosas son éstas, que acrecientan tu culpa en vez de borrarla. Mas la Sabiduría ha vencido a la malicia, pues, aunque malograste la ocasión que Dios quería darte para el perdón de tu pecado cuando te preguntó, ha hallado en el tesoro de su inagotable piedad medios para borrar tu culpa. Te da otra mujer por ésa mujer, una prudente por esa fatua, una humilde por esa soberbia; la cual, en vez del árbol de la muerte, te dará el alimento de la vida; en vez de aquel venenoso y amargo bocado, te traerá la dulzura del fruto eterno. Por tanto, muda las palabras de la injusta acusación en alabanzas y acción de gracias a Dios y dile: “Señor, la mujer que me diste, dióme del fruto del árbol de la vida y comí; y ha sido más dulce que la miel para mi paladar, porque en él me has dado la vida'”. En el Ofertorio saludamos a María con las palabras del ángel unidas a las de Isabel cuando esta se inclina delante de la Madre de Dios.