LA SINAGOGA REPROBADA Y EL NUEVO PUEBLO ELEGIDO.
Dom Gueranger
Viernes de la II semana de Cuaresma
LA SINAGOGA REPROBADA. — Ya no son los hombres y figuras de la antigua alianza, que nos mostraban a nuestro Redentor de lejos y con rasgos indefinidos; estamos frente a la misma realidad. Un poco más de tiempo y la víctima tres veces santa sucumbirá bajo los golpes de sus émulos. ¡Qué terrible y solemne es la palabra de Jesús en estos últimos momentos! Sus enemigos sienten toda la gravedad de su peso; más, obcecados por el orgullo, quieren luchar hasta el fin con aquel que es la sabiduría del Padre, obstinándose en no reconocer en él esta Piedra terrible que hace añicos a aquel que la resiste y aplasta a aquel sobre quien cae. Esta Viña es la Verdad revelada, la norma de fe y costumbres, la esperanza del Mesías Redentor, el compendio de los medios de salvación; es también la familia de los hijos de Dios, su herencia, su Iglesia. Dios había escogido a la Sinagoga para que fuera la depositaría de tal tesoro; quería que su Viña fuese guardada fielmente, que fructificase en las manos de los viñadores, que la reconociesen siempre como su bien, fin de sus complacencias. Mas la Sinagoga de corazón sediento y avaro quiso apropiarse la Viña del Señor. Inútilmente envió en diversas ocasiones a sus Profetas para reivindicar sus derechos: los viñadores infieles los mataron. El mismo Hijo de Dios, el heredero viene en persona. ¿Le recibirán al menos con honor y deferencia? ¿Honrarán siquiera su carácter divino? No; han pensado matarle y después de haberle arrojado como un extranjero sacrílego, lo matarán.
EL NUEVO PUEBLO ELEGIDO. — ¡Daos prisa, Gentiles!, venid a cumplir el castigo del Padre; no dejéis piedra sobre piedra en esta ciudad deicida que un día gritó: “¡Que su sangre caiga sobre nosotros y sobre nuestros hijos”! Pero no sólo seréis ministros de la justicia celestial sino los predilectos del Señor. La reprobación de este pueblo ingrato os abre las puertas de la salvación. Sed en adelante los custodios de la Viña hasta el ñn de los siglos; alimentaos de sus frutos pues son vuestros. Gentes de Oriente al Occidente, del Mediodía al Aquilón venid a la Pascua, para todos hay lugar. Arrójate a la piscina salvífica, pueblo nuevo formado de todos los pueblos que existen bajo el cielo. Sé la alegría de la Iglesia tu Madre, que no cesa de alimentar hasta que se complete el número de los elegidos; su esposo viene como un juez para condenar “a los que no conocieron el ¡tiempo de la visita!”