23 DE ENERO
LA CONVERSIÓN DE
LOS ATEOS
Monición inicial.
Ofrecemos este
rosario por aquellos que niegan la existencia de Dios para que vencidas las
barreras de su incredulidad puedan llegar a la fe del Dios que los ha creado
por amor y quiere compartir con ellos su misma vida divina. Pedimos también por
aquellos que por su ignorancia, por su educación o ambiente viven sin conocer a
Dios imbuidos en un materialismo atroz que les apaga toda inquietud de búsqueda
de Dios. Tengamos presentes a aquellos que teniendo cierto conocimiento de Dios
lo rechazan o llevados por el relativismo y el indiferentismo, no quieren dar
lugar a Dios en sus vidas.
Meditamos el rosario de hoy con algunos
pensamientos de san Ildefonso,
que fue monje y rector de su cenobio, y después elegido obispo de Toledo. Autor
fecundo de libros y de textos litúrgicos, se distinguió por su gran devoción
hacia la santísima Virgen María, Madre de Dios. Entregó su alma a Dios en el
año 667.
MISTERIOS GOZOSOS
1.- La encarnación del Hijo de Dios en las entrañas
purísimas de la Virgen María.
“Señora
mía, Te predicaré cuanto debes ser predicada, te amaré cuanto debes ser amada,
te alabaré cuanto debes ser alabada, te serviré cuanto hay que servir a tu
gloria. Tú, al recibir sólo a Dios, eres posterior al Hijo de Dios; tú, al
engendrar a un tiempo a Dios y al hombre, eres antes que el hombre hijo, al
cual, al recibirle solamente al venir, recibiste a Dios por huésped, y al
concebirle tuviste por morador, al mismo tiempo, al hombre y a Dios. En el
pasado eres limpia para Dios, en el presente tuviste en ti al hombre y a Dios,
en el futuro serías madre del hombre y de Dios; alegre por tu concepción y tu
virginidad, contenta por tu descendencia y por tu pureza y fiel a tu Hijo y a
tu esposo. Conservas la fidelidad a tu Hijo, de modo que ni El mismo tenga
quien le engendre; y de tal modo conservas fidelidad a tu esposo, que él mismo
te conozca como madre sin concurso de varón. Tanto eres digna de gloria en tu
Hijo cuanto desconoces todo concurso de varón, habiendo sabido lo que debías
conocer, docta en lo que debías creer, cierta en lo que debías esperar y
confirmada en lo que tendrías sin pérdida alguna.”
2.-La Visitación de Nuestra Señora a su prima santa
Isabel.
“Todo
el que ama lo eterno, corre con avidez hacia él. Allí aprecia la certidumbre de
la salvación en medio de las adversidades.”
3.-El nacimiento del Niño Dios en el portal de Belén
“Dios,
luz verdadera que iluminas a todo hombre
que a este mundo viene; Dios, que
concedes sabiduría a los pequeñuelos y llamas a los insensatos para que caminen por la senda de la
prudencia, Dios que limpias lo inmundo, y al borrar los pecados, justificas, sin su propio merecimiento, al
pecador; concédeme luz para verte, sabiduría para comprenderte y haz que pueda
conseguir el perdón para mis iniquidades.”
4.-La purificación de Nuestra Señora y presentación del
Niño Jesús en el templo
" Deben mantenerse en el
temor del Señor, cumpliendo su voluntad amando a Dios y gozándose de él; y
porque no puede estar sin pecado, no sólo ha de precaverse de pecar, sino
también ha de esforzarse siempre por borrar sus pecados con constantes afectos
y lágrimas de penitencia hasta que la generosa misericordia de la bondad
divina, como borró su pecado original, borre también su pecado actual por su
dolor."
5.- El niño Jesús perdido y hallado en el templo
“Jesús,
Hijo de David, ten compasión de mí, ilumina mis ojos para que vea que debo
llegarme a ti, asegura mis pasos hacia ti para no desviarme del camino, abre mi boca para que pueda hablar de ti.”
ORACIÓN PRESCRITA
POR S.S. BENEDICTO XV
Indulgencia plenaria si se
realiza durante los 8 días,
indulgencia parcial por cada
día.
Ant. Ut omnes unum sint, sicut tu,
Pater, in me, et ego in te; ut et ipsi in nobis unum sint: ut credat mundus
quia tu me misísti. (Jn 27, 21)
V/. Ego
dico tibi, quia tu es Petrus.
R/. Et super hanc Petram ædificábo Ecclésiam meam.
Orémus.
Domine Jesu Christe, qui dixísti Apóstolis tuis:
Pacem relínquo vobis, pacem meam do vobis: ne respícias peccáta mea, sed
fidem Ecclésiæ tuæ; eámque secúndum voluntátem tuam pacificáre et coadunáre
dignéris: Qui vivis et regnas Deus in sæcula sæculórum. R. Amen.
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Ant. Que todos sean una misma
cosa, como tú, oh Padre, estás en mi y yo en ti; que sean ellos una misma
cosa en nosotros, para que el mundo crea que tu me has enviado.
V/. Yo
te digo: Tú eres Pedro
R/. Y
sobre esta piedra edificaré mi Iglesia.
Oremos.
Señor
nuestro Jesucristo, que dijiste a tus apóstoles: la paz os dejo, mi paz os
doy, no mires nuestros pecados, sino la fe de tu Iglesia; y dígnate
conservarla en la paz y en la unidad según tu voluntad. Que vives y reinas
por los siglos de los siglos.
R.
Amén.
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