martes, 27 de diciembre de 2016

LA IGLESIA ES AQUELLA QUE ACOGE LA PALABRA Reflexión diaria acerca de la Palabra de Dios.



LA IGLESIA ES AQUELLA QUE ACOGE LA PALABRA
Reflexión diaria acerca de la Palabra de Dios.
El Señor pronuncia su Palabra para que la reciban aquellos que han sido creados precisamente «por medio» del Verbo mismo. «Vino a su casa»: la Palabra no nos es originariamente ajena, y la creación ha sido querida en una relación de familiaridad con la vida divina. El Prólogo del cuarto Evangelio nos sitúa también ante el rechazo de la Palabra divina por parte de los «suyos» que «no la recibieron» (Jn1,11). No recibirla quiere decir no escuchar su voz, no configurarse con el Logos. En cambio, cuando el hombre, aunque sea frágil y pecador, sale sinceramente al encuentro de Cristo, comienza una transformación radical: «A cuantos la recibieron, les da poder para ser hijos de Dios» (Jn1,12). Recibir al Verbo quiere decir dejarse plasmar por Él hasta el punto de llegar a ser, por el poder del Espíritu Santo, configurados con Cristo, con el «Hijo único del Padre» (Jn1,14). Es el principio de una nueva creación, nace la criatura nueva, un pueblo nuevo. Los que creen, los que viven la obediencia de la fe, «han nacido de Dios» (cf. Jn 1,13), son partícipes de la vida divina: «hijos en el Hijo» (cf. Ga 4,5-6; Rm 8,14-17).
He aquí el rostro de la Iglesia como aquella que acoge el Verbo de Dios que, haciéndose carne, ha venido a poner su morada entre nosotros (cf. Jn 1,14).
Cfr. Verbum Domini 50