Por la señal…
CONSAGRACIÓN compuesta por S. Maximiliano Kolbe
"Oh Inmaculada, reina del cielo y
de la tierra, refugio de los pecadores y
Madre nuestra amorosísima, a quien Dios
confió la economía de la misericordia. Yo, pecador indigno, me postro ante ti,
suplicando que aceptes todo mi ser como
cosa y posesión tuya. A ti, Oh Madre, ofrezco todas las dificultades de mi alma y mi cuerpo,
toda la vida, muerte y eternidad. Dispón también, si lo deseas, de todo mi ser, sin ninguna reserva, para cumplir lo que de ti ha sido dicho: "Ella
te aplastará la cabeza", y también: "Tú
has derrotado todas las herejías en el mundo". Haz que en tus manos
purísimas y misericordiosas me convierta en instrumento útil para introducir y
aumentar tu gloria en tantas almas
tibias e indiferentes, y de este modo,
aumentar en cuanto sea posible el bienaventurado Reino del Sagrado Corazón de Jesús.Donde tú
entras oh Inmaculada, obtienes la gracia
de la conversión y la santificación, ya que toda gracia que fluye del Corazón de Jesús para nosotros,
nos llega a través de tus manos. Ayúdame a alabarte, Oh Virgen Santa y dame
fuerza contra tus enemigos.
Y se dice tres veces:
Oh María sin pecado concebida, R/. Rogad por nosotros que recurrimos a Vos.
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. Del Evangelio según san Juan
19, 25-27
"Junto a la cruz
de Jesús, estaba su madre, con su hermana María, mujer de Cleofás, y María
Magdalena. Al ver a su madre y cerca de ella al discípulo a quién él amaba,
Jesús le dijo: "Mujer, aquí tienes a tu hijo". Luego dijo al
discípulo: "Aquí tienes a tu madre". Y, desde aquel momento, el
discípulo la recibió en su casa"
De los escritos de San Maximiliano
Kolbe: "A veces se desencadenará a
nuestro alrededor la tempestad, caerán los rayos, pero nosotros, consagrados
ilimitadamente a la Inmaculada, estaremos seguros de que no nos sucederá nada,
mientras nuestra óptima Madrecita no lo permita, y descansaremos agradablemente
trabajando y sufriendo por la salvación de las almas.".
Oración para finalizar todos los días
de San Maximiliano Kolbe
Dime quién eres, Oh Inmaculada, Reina
del cielo y de la tierra, quiero
ardientemente conocerte, conocerte cada
vez más profundamente y sin algún
límite, para amarte con un ardor
igualmente sin límites. Deseo que tú
seas conocida por otras almas, a fin de
que también por ellas, cada vez más
numerosas, tú seas amada.
●Pida cada uno la
gracia que desea alcanzar en esta novena:
(Breve silencio)
1.
Por tu Inmaculada Concepción, María, concédenos la pureza del alma, la
limpieza de corazón y la castidad del cuerpo.
Avemaría y Gloria
2.
Por tu Inmaculada Concepción, María, danos el detestar el pecado y la
fortaleza para apartarnos de la ocasión de ofender a Dios.
Avemaría y Gloria
3.
Por tu Inmaculada Concepción, María, concédenos amar y desear la virtud,
resplandor de la belleza divina.
Avemaría y Gloria
AVE
MARÍA PURÍSIMA,
R/.
Sin pecado concebida.