domingo, 18 de diciembre de 2016

JORNADAS DE LOS DIVINOS PEREGRINOS JESUS, MARIA Y JOSÉ. TERCERA JORNADA



JORNADAS DE LOS DIVINOS PEREGRINOS
JESUS, MARIA Y JOSÉ

Puesta el alma en presencia de nuestros Peregrinos sagrados, harás todos los días de la novena el siguiente:
ACTO DE CONTRICCION
Señor mío Jesucristo, divino y eterno Verbo y Dios encarnado en las entrañas de María Santísima; el amor que me tienes te hizo bajar del Cielo a la Tierra, hasta ponerte en un establo. ¡Oh, cuanto siente haberte cerrado las puertas de mi corazón, dándote con ellas en la cara, haciéndose sordo a tus divinas inspiraciones y llamamientos, cuando con tanto amor viniste a los desiertos del mundo a  buscar la perdida oveja de mi alma con tantos trabajos, para llevarla a los apriscos de tu Gloria! Rompe, Señor, los cerrojos de este ingrato corazón mío con la luz y conocimiento de mi aborrecible ingratitud. Si buscas pesebre donde reclinar la cabeza,  pesebre pobrísimo es mi corazón; consume con el fuego de tu amor hasta las pajas de imperfecciones, y aparte de mí todas mis abominables culpas, las cuales de todo mi corazón me pesa de haberlas cometido contra Ti y delante de Ti, por ser quien eres. Y, pues, vienes a buscar no justos, sino pecadores, yo soy el mayor de todos, y quien más que todos te ha ofendido: confió en tu misericordia que me perdonaras y darás gracias para servirte y para saber amarte con perseverancia hasta el fin de mi vida. Amen.

18 DE DICIEMBRE. TERCERA JORNADA
La tercera jornada de nuestra Purísima Reina es desde la ciudad de Nain hasta los campos de Samaria, donde salieron al encuentro del Niño Dios en su mayor edad diez leprosos. Considera como siendo mucha la gente que cruzaba aquel camino para cumplir con el edicto del Cesar, al ver a nuestros sagrados Peregrinos con tan suma pobreza, unos los atropellaban, otros los apartaban como a gente humilde y despreciable, y, de esta suerte, míralos llegar a los campos de Samaria, y sin tener donde alojarse, y lo que sentiría el santo Patriarca alojándose en aquel despoblado campo, todo cubierto de nieve, sin poder aliviar la pena que padecía con los aires fríos la más tierna y delicada Doncella, y lo que padecería el divino Niño en sus entrañas cuando viese así tratada a su Santísima Madre; y mira cuantas veces atropellas al Niño Dios traspasando su santa ley, apartándole de tu corazón y de tu alma por hacer tu gusto y voluntad; y procura en esta posada salir al encuentro al divino Niño para que te sane como a los leprosos, manifestándole tus llagas, pues no viene a otra cosa que a curar la lepra de todo el linaje humano.
Acabarás cada día con nueve Avemarías, que rezaras de rodillas como quien va acompañando a la santísima Virgen Maria; y llegando a las palabras bendito es el fruto de tu vientre, Jesús, besaras la tierra o el suelo, adorando al Verbo encarnado en sus purísimas entrañas con profunda humildad y reverencia; y esto mismo harás todos los días, y luego dirás la siguiente oración final

Oración de San Agustín a la
SANTISIMA VIRGEN MARIA
Madre de toda piedad, acordaos que desde que el mundo es no se sabe que hayáis dejado sin consuelo a quien llego a pedírosle; que no se ha oído jamás decir que quien llego a vuestros ojos con miserias dejase de salir de vuestra presencia sino remediado; y así, confiado en vuestras piadosas entrañas y afable condición, me arrojo a vuestros pies. No queráis ¡oh Madre del Verbo y palabra eterna!, despreciar mis palabras y ruegos, sino oídme propicia; otorgad lo que con lágrimas de mi corazón os suplico.
Hay concedidos 460 días de indulgencia por cada vez que se rece esta oración, pidiendo al Señor por las necesidades de la Iglesia y del Estado.