domingo, 11 de diciembre de 2016

LA HUMILDAD DE JUAN. San Gregorio Magno





Comentario al Evangelio

III DOMINGO DE ADVIENTO

Forma Extraordinaria del Rito Romano

NO SOY DIGNO DE DESATAR SU ZAPATO. “¿Qué significa decir: No soy digno de desatar la correa de su zapato  (Jn 1,27), sino confesar clara y humildemente la ignorancia? Es como si dijera: ¿Qué extraño es que se me anteponga Aquel a quien veo, si, aunque nació después de mí, no comprendo el misterio de su nacimiento? He aquí como el Bautista, lleno de don de profecía, brilla en la  ciencia sobrenatural y nos indica lo que ignora.”

LA HUMILDAD, GUARDA DE LA VIRTUD. En este punto, carísimos hermanos, debemos considerar y pensar atentamente como los santos, a fin de conservar la virtud de la humildad, cuando por un don especial del cielo saben algunas cosas, procuran traer a su imaginación lo que ignoran, para que, viendo sus debilidades, no se enorgullezca su alma por lo que tiene de perfecta. La ciencia es ciertamente una virtud, pero la humildad la custodia. Conviene, por lo tanto, hermanos míos, que nuestro entendimiento se humille en lo que sabe, para que no se lleve el viento del orgullo lo que ha reunido la virtud de la ciencia.
Cuando hagáis alguna obra buena, traed siempre ante vuestra consideración el mal que hayáis hecho, para que viendo cautamente la culpa, jamás el ánimo se regocije incautamente en el bien cumplido.
Considerad como superiores a vuestros prójimos, principalmente a aquellos a quienes no estáis encomendados, porque sabéis si aun los que obran mal ocultan algún bien dentro de sí mismos.

EL QUE SE HUMILLA SERÁ ENSALZADO. Procure cada uno ser grande, pero ignore que lo es, a fin de que no pierda su grandeza cuando con arrogancia se la atribuya. A este propósito dice el profeta: ¡Ay de los que son sabios a sus ojos y son prudentes delante de sí mismos! (Is 5, 21). Y San Pablo añade: No seáis prudentes a vuestros propios ojos (Rm 12,16). De aquí que se dijera contra el soberbio Saúl: Hallándote tú pequeño a tus propios ojos, has venido a ser el jefe de las tribus de Israel… (1 Re 15,17). Lo que equivale a decir: Por haberte considerado pequeño, te hice yo más grande que los demás; mas como te has estimado grande, te tengo yo por pequeño. Por el contrario, cuando el rey David valoraba en nada el fausto de su autoridad real y brillaba en presencia del arca de la alianza, dijo: Danzaré yo y aun más vil que esto quiero parecer todavía y rebajarme más a tus ojos. (2 Re 6, 21-22)
Luego si los santos, cuando ejecutaban grandes cosas, sienten pobremente de sí, ¿qué han de decir en su defensa los que engríen sin virtudes? Aun las buenas acciones carecen de valor cuando no estas sazonadas por la virtud de la humildad. Las más grandes, practicadas con soberbia, en vez de ensalzar rebaja. El que acople virtudes sin humildad arroja polvo al viento; y donde parece que obra provechosamente, allí incurre en más lastimosa ceguera. Por lo tanto, hermanos míos, mantened en todas vuestras obras la humildad. No miréis a los que son menos que vosotros, sino a los que os aventajan, para que el proponeros los ejemplos de los buenos podáis subir siempre a mayor perfección.
Transcripto por Dña. Ana María Galvez