Comentario al Evangelio
III DOMINGO DE ADVIENTO
Forma Extraordinaria del Rito Romano
NO SOY
DIGNO DE DESATAR SU ZAPATO. “¿Qué significa decir: No soy digno de desatar la
correa de su zapato (Jn 1,27), sino
confesar clara y humildemente la ignorancia? Es como si dijera: ¿Qué extraño es
que se me anteponga Aquel a quien veo, si, aunque nació después de mí, no
comprendo el misterio de su nacimiento? He aquí como el Bautista, lleno de don
de profecía, brilla en la ciencia
sobrenatural y nos indica lo que ignora.”
LA
HUMILDAD, GUARDA DE LA VIRTUD. En este punto, carísimos hermanos, debemos
considerar y pensar atentamente como los santos, a fin de conservar la virtud
de la humildad, cuando por un don especial del cielo saben algunas cosas,
procuran traer a su imaginación lo que ignoran, para que, viendo sus
debilidades, no se enorgullezca su alma por lo que tiene de perfecta. La
ciencia es ciertamente una virtud, pero la humildad la custodia. Conviene, por
lo tanto, hermanos míos, que nuestro entendimiento se humille en lo que sabe,
para que no se lleve el viento del orgullo lo que ha reunido la virtud de la
ciencia.
Cuando
hagáis alguna obra buena, traed siempre ante vuestra consideración el mal que
hayáis hecho, para que viendo cautamente la culpa, jamás el ánimo se regocije incautamente
en el bien cumplido.
Considerad
como superiores a vuestros prójimos, principalmente a aquellos a quienes no
estáis encomendados, porque sabéis si aun los que obran mal ocultan algún bien
dentro de sí mismos.
EL QUE SE
HUMILLA SERÁ ENSALZADO. Procure cada uno ser grande, pero ignore que lo es, a
fin de que no pierda su grandeza cuando con arrogancia se la atribuya. A este
propósito dice el profeta: ¡Ay de los que son sabios a sus ojos y son prudentes
delante de sí mismos! (Is 5, 21). Y San Pablo añade: No seáis prudentes a
vuestros propios ojos (Rm 12,16). De aquí que se dijera contra el soberbio
Saúl: Hallándote tú pequeño a tus propios ojos, has venido a ser el jefe de las
tribus de Israel… (1 Re 15,17). Lo que equivale a decir: Por haberte
considerado pequeño, te hice yo más grande que los demás; mas como te has
estimado grande, te tengo yo por pequeño. Por el contrario, cuando el rey David
valoraba en nada el fausto de su autoridad real y brillaba en presencia del arca
de la alianza, dijo: Danzaré yo y aun más vil que esto quiero parecer todavía y
rebajarme más a tus ojos. (2 Re 6, 21-22)
Luego si
los santos, cuando ejecutaban grandes cosas, sienten pobremente de sí, ¿qué han
de decir en su defensa los que engríen sin virtudes? Aun las buenas acciones
carecen de valor cuando no estas sazonadas por la virtud de la humildad. Las
más grandes, practicadas con soberbia, en vez de ensalzar rebaja. El que acople
virtudes sin humildad arroja polvo al viento; y donde parece que obra
provechosamente, allí incurre en más lastimosa ceguera. Por lo tanto, hermanos
míos, mantened en todas vuestras obras la humildad. No miréis a los que son
menos que vosotros, sino a los que os aventajan, para que el proponeros los
ejemplos de los buenos podáis subir siempre a mayor perfección.
Transcripto por Dña. Ana María Galvez