jueves, 2 de abril de 2015

SANTO ROSARIO PARA EL TIEMPO DE PASIÓN MEDITADO CON LA CARTA A LOS HEBREOS


MISTERIOS LUMINOSOS
Monición inicial: 
Cercana ya el Sagrado Triduo Pascual, la Iglesia nos invita a recoger nuestros sentidos e introducirnos en los momentos culminantes de nuestra redención, uniéndonos íntimamente a nuestro Señor Jesucristo y a su Madre y madre nuestra, la Virgen Dolorosa.
Al contemplar los misterios luminosos, hemos de fijarnos en la resistencia y el rechazo en aceptar a Jesús a pesar de realizar signos y milagros.  
Señor mío Jesucristo... 

1.-El Bautismo del Señor en el Jordán
“Que cuantos fueron una vez iluminados, gustaron el don celestial y fueron hechos partícipes del Espíritu Santo,  saborearon las buenas nuevas de Dios y los prodigios del mundo futuro, y a pesar de todo cayeron, se renueven otra vez mediante la penitencia, pues crucifican por su parte de nuevo al Hijo de Dios y le exponen a pública infamia.” Hb 6, 4-6
2.-El Milagro de las Bodas de Cana
“Tengan todos en gran honor el matrimonio, y el lecho conyugal sea inmaculado; que a los fornicarios y adúlteros los juzgará Dios.”  Hb 13, 4
3.- El anuncio del Reino invitando a la conversión.
“Temamos, pues; no sea que, permaneciendo aún en vigor la promesa de entrar en su descanso, alguno de ustedes parezca llegar rezagado. También nosotros hemos recibido una buena nueva, lo mismo que los que salieron de Egipto. Pero la palabra que oyeron no aprovechó nada a aquellos que no estaban unidos por la fe a los que escucharon.” Hb 4, 1-2
4.-La Transfiguración del Señor
“Por tanto, hermanos santos, partícipes de una vocación celestial, consideren al apóstol y Sumo Sacerdote de nuestra fe, a Jesús, que es fiel al que le instituyó, como lo fue también Moisés en toda su casa; pero Cristo lo fue como hijo, al frente de su propia casa, que somos nosotros, si es que mantenemos la entereza y la gozosa satisfacción de la esperanza.”  Hb 3, 1-2.6
5.- La Institución de la Eucaristía

“Nosotros que recibimos un reino inconmovible, hemos de mantener la gracia y, mediante ella, ofrecer a Dios un culto que le sea grato, con religiosa piedad y reverencia, pues nuestro Dios es fuego devorador.” Hb 12, 28