MANTENER Y AVIVIAR LOS
ÍMPETUS DE AMOR
Parecen también las almas con estos
ímpetus de amor una hoguera grande que hay que alimentar constantemente para
que no se extinga; y ellas quieren traer leña, aunque sea con sacrificio de sí
mismas, para que este fuego no se apague. Yo soy tan pobre que me contentaría
con poder echar pajas en ese fuego, y eso hago algunas veces; a veces me río y
otras lloro mucho por no poder echar leña grande. El ardor interior me incita a
servir en algo y, ya que no puedo hacer cosas grandes, pongo ramos y flores a
las imágenes, me dedico a barrer, ordeno el oratorio y hago unas cositas tan
insignificantes, que me llenan de vergüenza; si hago alguna penitencia es tan pequeña
y poca que, de no ser porque Dios mira la voluntad, veo yo que no vale nada, y
yo misma me burlo de mí (V 30, 20).