martes, 14 de abril de 2015

TESTIMONIO DE SAN JUSTINO SOBRE LA SANTA MISA


"Terminadas las oraciones, damos mutuamente el ósculo de la paz. Se presenta, entonces, a quien preside a los hermanos, pan y un vaso de agua y vino, y él tomándolos da alabanzas y gloria al Padre del universo por el nombre de su Hijo y por el Espíritu Santo, y pronuncia una larga acción de gracias en razón de los dones que de él nos vienen.

Cuando el presidente termina las oraciones y la acción de gracias, el pueblo presente aclama diciendo: Amén...
Una vez dadas las gracias y hecha la aclamación por el pueblo, los que entre nosotros se llaman diáconos ofrecen a cada uno de los asistentes parte del pan, el vino, el agua, sobre los cuales se dijo la acción de gracias, y la llevan a los ausentes. Este alimento se llama entre nosotros Eucaristía, no siendo lícito participar de él sino al que cree ser verdadero lo que fue enseñado por nosotros y ya se haya lavado en el bautismo de la remisión de los pecados y de la regeneración, profesando lo que Cristo nos enseñó.
Porque no tomamos estas cosas como pan y bebida comunes, sino de la misma forma que Jesucristo, nuestro Señor, se hizo carne y sangre por nuestra salvación, así también se nos enseñó que por virtud de la oración del Verbo, el alimento sobre el cual fue dicha la acción de gracias -alimento de que, por transformación, se nutren nuestra sangre y nuestras carnes- es la carne y la sangre de aquel mismo Jesús encarnado.
Y fue así que los Apóstoles, en las Memorias por ellos escritas, llamadas Evangelios, nos transmitieron lo que les había sido ordenado hacer, cuando Jesús, tomando el pan y dando gracias, dijo: ‘Haced esto en memoria mía, esto es mi cuerpo'. E igualmente, tomando el cáliz y dando gracias, dijo: ‘Esta es mi sangre', la cual solamente a ellos dio a participar...
En el día que se llama del Sol (domingo) se celebra una reunión de los que viven en las ciudades y en los campos y allí se leen, cuanto el tiempo permite, las Memorias de los Apóstoles o los escritos de los profetas.
Apenas el lector termina, el presidente hace una exhortación e invitación para imitarnos tales bellos ejemplos. Levantémonos, entonces, y elevemos en conjunto nuestras preces, después de las cuales se ofrecen pan, vino y agua, como ya dijimos.
El presidente también, en la medida de su capacidad, hace elevar a Dios sus preces y acciones de gracias, respondiendo todo el pueblo ‘Amén'. Se sigue la distribución a cada uno, de los alimentos consagrados por la acción de gracias, y su envío a los enfermos, por medio de los diáconos.
Los que tienen, y quieren, dan lo que les parece, conforme su libre determinación, siendo la colecta entregada al presidente, que así auxilia a los huérfanos y viudas, los enfermos, los pobres, los encarcelados, los forasteros, constituyéndose, en una palabra, el proveedor de cuantos se encuentran en necesidades".