"Terminadas las oraciones,
damos mutuamente el ósculo de la paz. Se presenta, entonces, a quien preside a
los hermanos, pan y un vaso de agua y vino, y él tomándolos da alabanzas y
gloria al Padre del universo por el nombre de su Hijo y por el Espíritu Santo,
y pronuncia una larga acción de gracias en razón de los dones que de él nos
vienen.
Cuando el presidente termina las oraciones y la acción de gracias, el pueblo
presente aclama diciendo: Amén...
Una vez dadas las gracias y hecha la aclamación por el pueblo, los que entre
nosotros se llaman diáconos ofrecen a cada uno de los asistentes parte del pan,
el vino, el agua, sobre los cuales se dijo la acción de gracias, y la llevan a
los ausentes. Este alimento se llama entre nosotros Eucaristía, no siendo
lícito participar de él sino al que cree ser verdadero lo que fue enseñado por
nosotros y ya se haya lavado en el bautismo de la remisión de los pecados y de
la regeneración, profesando lo que Cristo nos enseñó.
Porque no tomamos estas cosas como pan y bebida comunes, sino de la misma forma
que Jesucristo, nuestro Señor, se hizo carne y sangre por nuestra salvación,
así también se nos enseñó que por virtud de la oración del Verbo, el alimento
sobre el cual fue dicha la acción de gracias -alimento de que, por
transformación, se nutren nuestra sangre y nuestras carnes- es la carne y la
sangre de aquel mismo Jesús encarnado.
Y fue así que los Apóstoles, en las Memorias por ellos escritas, llamadas
Evangelios, nos transmitieron lo que les había sido ordenado hacer, cuando
Jesús, tomando el pan y dando gracias, dijo: ‘Haced esto en memoria mía, esto
es mi cuerpo'. E igualmente, tomando el cáliz y dando gracias, dijo: ‘Esta es
mi sangre', la cual solamente a ellos dio a participar...
En el día que se llama del Sol (domingo) se celebra una reunión de los que
viven en las ciudades y en los campos y allí se leen, cuanto el tiempo permite,
las Memorias de los Apóstoles o los escritos de los profetas.
Apenas el lector termina, el presidente hace una exhortación e invitación para
imitarnos tales bellos ejemplos. Levantémonos, entonces, y elevemos en conjunto
nuestras preces, después de las cuales se ofrecen pan, vino y agua, como ya
dijimos.
El presidente también, en la medida de su capacidad, hace elevar a Dios sus
preces y acciones de gracias, respondiendo todo el pueblo ‘Amén'. Se sigue la
distribución a cada uno, de los alimentos consagrados por la acción de gracias,
y su envío a los enfermos, por medio de los diáconos.
Los que tienen, y quieren, dan lo que les parece, conforme su libre
determinación, siendo la colecta entregada al presidente, que así auxilia a los
huérfanos y viudas, los enfermos, los pobres, los encarcelados, los forasteros,
constituyéndose, en una palabra, el proveedor de cuantos se encuentran en
necesidades".
Contenido publicado en es.gaudiumpress.org, en el enlace http://es.gaudiumpress.org/content/37379-Descripcion-de-la-Santa-Misa-en-la-Iglesia-primitiva-por-San-Justino--martir-#ixzz3XH0dmPED