a quien solo pertenece el honor y la gloria,
no permitáis ese desorden.
Soy el último de vuestros esclavos,
lo digo convencido,
nada me es debido sino el oprobio,
no quiero actuar ya más que para vos,
únicamente por vos.
Sería demasiado enemigo de mí mismo si pensara de otro modo.
Voy a prestar una atención especial a no decir nunca nada
que pueda hacer que me estimen,
que pueda exponerme a querer atribuirme algo
de esa gloria que os pertenece.