DÍA TRIGÉSIMO
El reinado del Corazón de Jesús
MES DE JUNIO
EN HONOR AL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS
CON SANTA MARGARITA MARÍA DE ALACOQUE
ORACIÓN PARA COMENZAR
TODOS LOS DÍAS:
Por la señal de la Santa Cruz, de nuestros enemigos, líbranos, Señor, Dios nuestro. En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Poniéndonos en la presencia de Dios, adoremos su majestad infinita, y digamos con humildad:
OFRECIMIENTO AL PADRE ETERNO.
Oración de Santa Margarita María Alacoque
Padre eterno, permitid que os ofrezca el Corazón de Jesucristo, vuestro Hijo muy amado, como se ofrece Él mismo, a Vos en sacrificio. Recibid esta ofrenda por mí, así como por todos los deseos, sentimientos, afectos y actos de este Sagrado Corazón. Todos son míos, pues Él se inmola por mí, y yo no quiero tener en adelante otros deseos que los suyos. Recibidlos para concederme por sus méritos todas las gracias que me son necesarias, sobre todo la gracia de la perseverancia final. Recibidlos como otros tantos actos de amor, de adoración y alabanza que ofrezco a vuestra Divina Majestad, pues por el Corazón de Jesús sois dignamente honrado y glorificado. Amén.
Se meditan los textos dispuestos para cada día.
DÍA TRIGÉSIMO
El reinado del Corazón de Jesús
MEDITACIÓN
Punto Primero. El gran triunfo del Corazón deífico de Jesús es, conseguir que llegue a desaparecer la criatura, para vivir Él en ella y por ella. Triunfo tan costoso, como meritorio para esta misma criatura, y tan glorioso, como poderoso por parte del divino Vencedor. Hasta ahí llegan las aspiraciones del Sagrado Corazón de Jesús, y mientras esto no tenga lugar, no están satisfechos sus deseos ¡Por eso lanza ese divino Salvador tan profundas quejas, por eso le abrasa tan devoradora sed, y cierto que más de una vez dirige de nuevo la misma queja, que en la cruz manifestó, y más de una vez hablando confiadamente a las almas, en sus amorosas y divinas comunicaciones les dice, que se abrasa, que tiene sed, y les pide con amor una gota de agua! ¡Oh! sí, el Corazón Sagrado tiene sed de corazones, y ¿quién sabe el tiempo que te está pidiendo ese refrigerio, y el que estás negándoselo tú? ¿Cuántas veces tal vez no queriendo oír la verdadera significación de sus deseos, le has dado muchas cosas, sí, pero reservando siempre para ti, aquello precisamente que te pedía con empeño? Ese afecto un tanto desmedido a la criatura esos intereses excesivos por la honra, por el aprecio, por tu estimación esos respetos humanos, siempre triunfadores ese amor propio que se insinúa aun en lo más santo no son esas otras tantas gotas de agua, con que quiere el divino Corazón de Jesús aliviar su sed mediante la posesión completa de tu corazón ¡Oh Corazón divino! ya es hora de que triunféis, ya ha llegado el momento de vuestra victoria, muera yo, para que viváis Vos.
Punto Segundo. Tanto penetró en el corazón de la Beata Margarita María esta celestial doctrina del Sagrado Corazón de Jesús; tan completamente estableció en su alma su reinado, que plenamente convencida de la necesidad de anonadarse, para que llegase Él a reinar, exclama y repite muchas veces:
«Tengo que anonadarme y perderme, para vivir pobre, desconocida y oculta en el Sagrado Corazón de mi divino Maestro, olvidada y despreciada de todas las criaturas, pues este deifico Corazón pretende reinar por medio de mi propia destrucción, y del anonadamiento de mi ser». De este modo tuvieron su cumplimiento las palabras que un día le dirigió el mismo amoroso Corazón, cuando le dijo: «Te empobreceré de tal modo, te presentaré tan miserable y abyecta a tus propios ojos, y destruiré de tal modo las aspiraciones de tu corazón, que sobre esa nada pueda yo edificar». Ved pues aquí el obrar de este divino Corazón. Durante este mes sin duda que habrá trabajado mucho en tu corazón, ojalá que haya conseguido lo que desea, es decir, tu destrucción para empezar Él a levantar su obra. Mira y considera que, sin esta, perdidos quedan los deseos de este amoroso Corazón, desatendidos sus suspiros y aumentadas sus angustias ¿Amas al Corazón deífico? Pues sacrifícale lo que te pide, que es tu corazón, pero sin reservarte ni una sola cosa para él, sino que todo sea posesión del Corazón divino. ¿Queréis mi corazón, amante Jesús mío? ¿Suspiráis por poseerle, dulce y tierno Corazón de mi Dios? Podéis en mis manos, saciar los deseos del deseado de las gentes, y rehusaré hacerlo ¡Oh no, jamás amantísimo Corazón de Jesús! ahí os lo entrego, vuestro es ya, y vuestro será para siempre. Tomad juntamente con él mi entendimiento, a fin de que Vos entendáis por mí; tomad mi memoria, para que Vos seáis quien os acordéis de tantos beneficios, hechos por Vos y recibidos por mí y tomad por último mi voluntad, para que Vos os améis en mí y por mí, y así no teniendo yo como propio ni entendimiento, ni memoria, ni voluntad lo tendré todo en Vos, pues os tendré a Vos.
Jaculatoria. ¡Oh Corazón deífico de mi Señor Jesucristo! todo para mayor honra y gloria vuestra, por los siglos de los siglos.
Aspiraciones hacia el Corazón de Jesús
«¡Oh buen Jesús, que habéis querido padecer una infinidad de oprobios y de humillaciones por mi amor! imprimid poderosamente el amor y la estimación de ellos en mi corazón, y hacedme desear su práctica. ¡Oh Corazón favorable, que halláis tanto placer en hacernos bien! concededme la gracia de llenar la deuda, que he contraído con la divina justicia. Yo soy impotente, pagad por mí. Reparad los males que he hecho, con los bienes que vos habéis hecho. Y a fin de que todo lo deba a Vos, recibidme ¡oh caritativo Corazón! a la hora de mi muerte, que será tan terrible para mí. Qué gloria os dará, Jesús mío, la pérdida de un miserable átomo. Pero será muy grande para Vos, el salvar a una tan grande pecadora. Salvadme, pues, puro amor mío, porque ansío amaros eternamente, cuésteme lo que me costase. Sí, yo os quiero amar, a pesar de todo, yo os quiero amar con todo mi corazón. Así sea».
PARA FINALIZAR
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Sagrado Corazón de Jesús, en vos confío.
Inmaculado Corazón de María, sed la salvación mía.
Glorioso Patriarca san José, ruega por nosotros.
Santos Ángeles Custodios, rogad por nosotros.
Santa Margarita María de Alacoque, ruega por nosotros.
Todos los santos y santas de Dios, rogad por nosotros.
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Ave María Purísima, sin pecado concebida.