miércoles, 18 de junio de 2025

19. NUESTROS CORAZONES, SANTUARIOS. MES DEL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS

 

DÍA DECIMONOVENO

Nuestros corazones: santuarios del Corazón de Jesús

 

MES DE JUNIO

EN HONOR AL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS

CON SANTA MARGARITA MARÍA DE ALACOQUE

 

ORACIÓN PARA COMENZAR

TODOS LOS DÍAS:

 

Por la señal de la Santa Cruz, de nuestros enemigos, líbranos, Señor, Dios nuestro. En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

 

Poniéndonos en la presencia de Dios, adoremos su majestad infinita, y digamos con humildad:

 

OFRECIMIENTO AL PADRE ETERNO.

Oración de Santa Margarita María Alacoque

 

Padre eterno, permitid  que os  ofrezca el Corazón de Jesucristo,  vuestro  Hijo muy  amado, como se ofrece Él mismo, a Vos  en sacrificio. Recibid  esta ofrenda por mí, así como por todos los deseos, sentimientos, afectos  y actos de este Sagrado Corazón. Todos son  míos, pues Él se inmola por mí,  y yo no quiero tener en adelante otros deseos que los suyos. Recibidlos para concederme por  sus méritos todas las gracias que me son necesarias, sobre todo la gracia de la perseverancia  final. Recibidlos como otros tantos actos de amor, de adoración y alabanza que ofrezco a vuestra  Divina Majestad, pues por el Corazón de Jesús sois dignamente honrado y glorificado. Amén.

 

Se meditan los textos dispuestos para cada día.

DÍA DECIMONOVENO

Nuestros corazones: santuarios del Corazón de Jesús

 

MEDITACIÓN

 

Punto Primero. Si queremos que nuestro corazón sea un verdadero santuario, donde resida y encuentre sus delicias el deífico Corazón de Jesús, vaciémosle en primer lugar, de todos los apegos, y afectos desordenados a las criaturas ¡Ay! ¡si pudiésemos llegar a comprender, cuánto detienen estos apegos, ligeros en la apariencia, las corrientes de las gracias de Dios en nuestros corazones! ¡Y si viésemos claramente, las espinas que le clavan, nuestros afectos, e inclinaciones hacia las mismas! Dadnos luz, Corazón amante, descubrid con vuestra gracia los lazos en que están enredados nuestros corazones, y dadnos fuerza, para romper definitivamente cuanto nos sirva de obstáculo, para llegar a Vos. Esto nos conducirá a lo segundo, que requiere el divino Corazón, para descansar en los nuestros, el silencio recogido, que aparta al alma, de cuanto la derrame en lo exterior. Y mediante ese vacío de afectos, y ese silencio tan elocuente, descenderá como rocío divino el amante y dulce Corazón, llenando lo vacío, y enseñando en el silencio.

Punto Segundo. Escuchemos atentamente a la Beata Margarita María: «Mirad siempre a Dios, dice, dentro de vosotros mismos porque este mirar, recogerá así nuestras potencias, como nuestros sentidos.» «¡Cuando deseamos, prosigue, tener el amor del Sagrado Corazón, por huésped, es preciso desprender el nuestro del afecto de todas las, criaturas, y de nosotros mismos; porque todo aquello a que nos apegamos, nos le arrebata, quitándonos a Dios, y a su puro amor, que reina en el padecer, triunfa en la humildad ¡para gozar en la unidad!» ¡Qué enseñanzas!  ¡el amor de Dios, reina en el padecer! ¡ya se ve, si descansa en un trono de dolor el deífico Corazón de Jesús, siendo el manantial del amor! ¡Triunfa en la humildad! ¡Cómo no, si por la humildad ha establecido su reinado en los corazones aún más altivos! ¡Oh padecer! ¡Oh humildad, que producís el goce de la unidad! Tomad posesión de mi corazón, divididle para unirle; y ojalá que esta unión, producida por esa humildad y ese padecer, me haga menos indigno de oír del Corazón deifico, aquellas palabras que dirigiera un día a su amada Margarita María: Hija mía, he escogido tu alma, para que me sirva de cielo, de descanso sobre la tierra, y tu corazón para trono de delicias a mi divino amor» Así sea, Corazón amante y dolorido de Jesús, descansad en un corazón que os ama, y reinad en el trono de la nada, que os ofrece vuestra criatura.

 

Jaculatoria. ¡Purificad, santificad y reinad!

 

Oración en nuestro Señor como verdadero Rey en el Santísimo Sacramento

Yo os adoro ¡oh Jesús! como Rey y poderoso, sobre vuestro trono de amor y de misericordia. Recibidme como vuestra esclava y vuestra sierva, y perdonad, os ruego, mis resistencias y rebeliones a vuestro soberano dominio sobre mi alma ¡Ay Rey benigno! Acordaos que no podríais ser misericordioso si no tuvieseis súbditos miserables. Extended, os suplico, vuestra liberal mano para remediar mi extrema indigencia con el precioso tesoro de vuestro santo amor y puesto que él no es otra cosa que Vos mismo, despojadme de todo este miserable amor propio y de todos estos vanos respetos humanos que me tienen como atada y encadenada. Venid ¡oh soberano Rey mío! a romper mis ataduras y a librarme de esta mala servidumbre y estableced vuestro imperio en mi corazón. Quiero reinar en el vuestro por una ardiente caridad con mi prójimo; no hablando de él sino caritativamente, soportándole, excusándole, haciendo y queriendo para con él, lo que yo quisiese hiciesen conmigo, no permitiendo que mi lengua pronuncie jamás palabra alguna ofensiva o de resentimiento. No me turbaré con nada para que mi Rey halle en mí un imperio de paz. Así sea.

 

 

 

PARA FINALIZAR

***

Sagrado Corazón de Jesús, en vos confío.

Inmaculado Corazón de María, sed la salvación mía.

Glorioso Patriarca san José, ruega por nosotros.

Santos Ángeles Custodios, rogad por nosotros.

Santa Margarita María de Alacoque, ruega por nosotros.

Todos los santos y santas de Dios, rogad por nosotros.

 

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¡Querido hermano, si te ha gustado esta meditación, compártela con tus familiares y amigos!

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Ave María Purísima, sin pecado concebida.