DÍA VIGÉSIMO QUINTO
EL CELO DEL CORAZÓN DE JESÚS
MES DE JUNIO
EN HONOR AL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS
CON SANTA MARGARITA MARÍA DE ALACOQUE
ORACIÓN PARA COMENZAR
TODOS LOS DÍAS:
Por la señal de la Santa Cruz, de nuestros enemigos, líbranos, Señor, Dios nuestro. En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Poniéndonos en la presencia de Dios, adoremos su majestad infinita, y digamos con humildad:
OFRECIMIENTO AL PADRE ETERNO.
Oración de Santa Margarita María Alacoque
Padre eterno, permitid que os ofrezca el Corazón de Jesucristo, vuestro Hijo muy amado, como se ofrece Él mismo, a Vos en sacrificio. Recibid esta ofrenda por mí, así como por todos los deseos, sentimientos, afectos y actos de este Sagrado Corazón. Todos son míos, pues Él se inmola por mí, y yo no quiero tener en adelante otros deseos que los suyos. Recibidlos para concederme por sus méritos todas las gracias que me son necesarias, sobre todo la gracia de la perseverancia final. Recibidlos como otros tantos actos de amor, de adoración y alabanza que ofrezco a vuestra Divina Majestad, pues por el Corazón de Jesús sois dignamente honrado y glorificado. Amén.
Se meditan los textos dispuestos para cada día.
DÍA VIGÉSIMO QUINTO
EL CELO DEL CORAZÓN DE JESÚS
MEDITACIÓN
Punto Primero. Nada hay más general en el mundo, que las miras interesadas de cada uno; el egoísmo tiene asentado su trono, (¡quién lo creyera!) aun en las mismas almas que por deber y obligación están llamadas a olvidarse de sí, para mirar y atender por los intereses de los prójimos, que son, por lo tanto, los intereses de Dios. ¡Cuántos y cuántos no se ven, que, ocupados únicamente en su propio aprovechamiento, parece como que olvidan, que Cristo Jesús dio su vida por todos sus hermanos; y que su Corazón, oprimido con agonías de muerte, derramó por todos ellos, hasta la última gota de su sangre ¡que encerraba su Corazón deífico!
¿Cuántas almas se abrasan hoy en este celo? ¡Oh y cómo sufre el Sagrado Corazón de Jesús, por esta falta de celo! ¡y qué quejas tan amargas le arranca esa incredulidad de los hombres, hacia sus intereses más queridos, que son las almas! Y a veces ¡qué sangre brota de su Corazón dolorido por la herida, que le abre la indiferencia por la salvación de las mismas! ¡Oh divino y amante Corazón! yo os consolaré, yo os aliviaré, rodeando vuestro deifico Corazón de la aureola que más le agrada, de almas amantes, aunque para ganároslas, tuviese yo que poner a riesgo mi vida.
Punto Segundo. ¡Cuánto desea el divino Corazón encontrar almas generosas, que detengan el brazo de la justicia de Dios, para que perdone y tenga misericordia! Claramente nos lo descubre en una de esas comunicaciones íntimas y amorosas, que tenía con su esposa predilecta, Margarita María de Alacoque.
«Un día, dice, me enseñó nuestro Señor unos corazones, que estaba pronto a desechar por sus infidelidades y me dijo: Recibe esta carga y participa de las amarguras de mi Corazón, derrama dolorosas lágrimas sobre la ingratitud de estos corazones que escogí para que estuviesen consagrados a mi amor; o si no, déjalos que se pierdan en su desdicha, y ven a gozar de mis delicias». Pero dejando, prosigue la Beata, todas las dulzuras, dejé correr mis lágrimas, sintiéndome como cargada de esos corazones, que iban a ser privados de amor, y aunque continuamente me sentía invitada, a ir a gozar del santo amor, postrándome ante su divina bondad, le presenté esos corazones para que los abrasase en caridad; pero mucho tuvo que padecer para conseguirlo, y el infierno no es más horrible, ¡que un corazón privado del amor de mi Jesús! Saca de esto la consecuencia, alma cristiana, de lo mucho que puedes hacer por glorificar al Sagrado Corazón, y piensa si no has dado lugar, por tu indiferencia, a algunas de las quejas que sin cesar se escapan de su Corazón ¿Qué quieres hacer en el porvenir? ¡Oh mi Jesús desde ahora encontrareis en mí, un celoso propagador de vuestras glorias, y un generoso y fiel amigo en quien depositéis vuestras penas. Desde ahora, trataré por todos los medios posibles de ganaros almas, para colocarlas como trofeo de vuestra victoria, en el altar de vuestro propio Corazón.
Jaculatoria. ¡Oh Corazón abrasado de amor, ojalá encendieseis la tierra en vuestras purísimas llamas, para que se abrasasen en ellas las criaturas todas!
Aspiraciones de amor hacia el Corazón de Jesús
«¡Oh amorosísimo Corazón del único amor mío Jesús! No pudiendo amaros, honraros y glorificaros, según la extensión del deseo que me dais, yo convido al cielo y a la tierra para que lo hagan por mí; y me uno a los ardientes Serafines para amaros ¡Oh Corazón abrasado de amor! ¿Por qué no inflamáis el cielo y la tierra con vuestras puras llamas y consumiendo cuanto encierran, hacéis que todas las criaturas no respiren más que vuestro amor? Haced que o sufra o muera, o a lo menos hacedme toda corazón, para que os ame y me consuma en vuestros ricos ardores. ¡Oh fuego divino, oh llamas purísimas del Corazón de mi único amor Jesús! ¡Abrasadme sin piedad, consumidme sin resistencia! ¡Ay! ¿Por qué no lo hacéis, puesto que no merezco más que el fuego, ni sirvo más que para ser quemada? ¡Oh amor del cielo y de la tierra, venid todo sobre mi corazón, para reducirle a cenizas! ¡Oh fuego devorador de la divinidad, venid, venid, caed sobre mil! Abrasadme, consumidme en medio de vuestras llamas vivas, que dan la vida a los que mueren». Así sea.
PARA FINALIZAR
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Sagrado Corazón de Jesús, en vos confío.
Inmaculado Corazón de María, sed la salvación mía.
Glorioso Patriarca san José, ruega por nosotros.
Santos Ángeles Custodios, rogad por nosotros.
Santa Margarita María de Alacoque, ruega por nosotros.
Todos los santos y santas de Dios, rogad por nosotros.
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¡Querido hermano, si te ha gustado esta meditación, compártela con tus familiares y amigos!
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Ave María Purísima, sin pecado concebida.