jueves, 26 de junio de 2025

27. PADECIMIENTO. MES DEL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS

DÍA VIGÉSIMO SÉPTIMO

El Corazón de Jesús padece en el silencio más profundo.

 

MES DE JUNIO

EN HONOR AL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS

CON SANTA MARGARITA MARÍA DE ALACOQUE

 

ORACIÓN PARA COMENZAR

TODOS LOS DÍAS:

 

Por la señal de la Santa Cruz, de nuestros enemigos, líbranos, Señor, Dios nuestro. En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

 

Poniéndonos en la presencia de Dios, adoremos su majestad infinita, y digamos con humildad:

 

OFRECIMIENTO AL PADRE ETERNO.

Oración de Santa Margarita María Alacoque

 

Padre eterno, permitid  que os  ofrezca el Corazón de Jesucristo,  vuestro  Hijo muy  amado, como se ofrece Él mismo, a Vos  en sacrificio. Recibid  esta ofrenda por mí, así como por todos los deseos, sentimientos, afectos  y actos de este Sagrado Corazón. Todos son  míos, pues Él se inmola por mí,  y yo no quiero tener en adelante otros deseos que los suyos. Recibidlos para concederme por  sus méritos todas las gracias que me son necesarias, sobre todo la gracia de la perseverancia  final. Recibidlos como otros tantos actos de amor, de adoración y alabanza que ofrezco a vuestra  Divina Majestad, pues por el Corazón de Jesús sois dignamente honrado y glorificado. Amén.

 

Se meditan los textos dispuestos para cada día.

 

DÍA VIGÉSIMO SÉPTIMO

El Corazón de Jesús padece en el silencio más profundo.

 

MEDITACIÓN

Punto Primero. Hay una ciencia admirable, desconocida para el mundo, hasta que vino a él el Hijo de Dios eterno, y tomando un Corazón a semejanza del nuestro, encierra en Él por su unión con el Verbo los misterios más ocultos y más altos a la vez. Esta enseñanza tan nueva y desconocida, hasta que Cristo Jesús nos la dio en su Corazón Sagrado, es la de padecer en el silencio más profundo. El dolor entró en el mundo con el pecado, por lo tanto, poco estuvo este sin ser la mansión de los trabajos; pero los hombres han huido siempre, de todo lo que pudiera tener sombra de padecer, y han tratado por cuantos medios han podido, de mitigar y aliviar sus congojas, si ya no de otro modo, al menos buscando compasión. Sólo el Corazón deífico de Jesús ama y gusta de padecer en el silencio y en la soledad; quiere darnos ejemplo, para que a su semejanza, no vayamos a mendigar consuelos, y sepamos ocultar nuestras penas en la soledad de su corazón. Es tanto lo que le agrada ese padecer en silencio y olvido de todo consuelo, que si bien exteriormente ha querido manifestar algunos de sus trabajos, ha guardado los más dolorosos y delicados para su interior; de suerte que la mayoría de las almas, ignorarán toda la intensidad de ellos; y aun las mismas escogidas para penetrar en sus dolores, algo verán, si algo les manifestará; ¿quién lo duda? pero excederá infinitamente lo que ignoran, a lo que ven y comprenden. Hasta este extremo llega el amor del Corazón de Jesús por padecer en silencio y sin alivio.

Detente y considera atentamente lo que encierra esta lección que nos da hoy ese divino Corazón. Busca corazones que se le asemejen, de ellos quiere formar en torno de su Corazón una diadema de gloria ¿puede contar con el tuyo? ¡Oh Jesús! yo os lo entrego: ahí le tenéis, contad con él, seguro de que en adelante os imitará en ese silencio de amoroso padecer.

Punto Segundo. Cuanto aprecia Dios la cruz, nos lo manifiesta hoy la Beata Margarita María: «Un día, dice, se me presentaron las tres divinas personas de la Santísima Trinidad, dando grandísimos consuelos a mi alma. Difícilmente explicaré lo que por mi pasó; solo diré que presentándome el Padre una cruz grande, toda erizada de espinas, rodeada de todos los instrumentos de la pasión, díjome: «Toma, hija mía, te hago el mismo presente que hice a mi Hijo muy amado. Y yo, dijo Jesucristo, te enclavaré en ella como yo lo estuve, haciéndote allí fiel compañía. La adorable persona del Espíritu Santo me dijo, que siendo todo amor me consumiría en él purificándome. Jamás se borrará de mi espíritu la impresión que en él han dejado las tres adorables personas». Después de considerado esto ¿huiremos todavía de la cruz, que es precioso obsequio que nos ofrece nuestro Padre celestial? ¿No querremos dejarnos enclavar en ella, puesto que allí nos acompañará sin duda el mismo Jesucristo? ¿No nos anima el pensamiento de que cuanto más sepamos de padecer, más sabremos y conoceremos de la vida interior del deífico Corazón'?

¡Oh Corazón amante! no más cobardía, quiero acompañaros fielmente, y tener el consuelo de saber vivir con Vos en cruz, para morir como Vos enclavado en ella.

 

Jaculatoria. Amar, sufrir y callarse, es el secreto de los verdaderos amantes del Corazón de Jesús.

 

Oración a nuestro Señor como médico todopoderoso

¡Oh Jesús amor mío! en memoria del sacrificio que hicisteis de Vos mismo sobre la cruz, y que hacéis ahora en el Santísimo Sacramento, os suplico aceptéis el que os hago de todo mi ser, inmolado y sacrificado a vuestros adorables designios y a vuestra voluntad. Recibidme en espíritu de penitencia y de sacrificio ¡Oh médico celestial de mi alma y soberano remedio de mis males! Yo me presento a Vos como un enfermo desahuciado por todos, menos por vuestro adorable Corazón, que es el único que conoce mis males y que puede curarlos. Esto es lo que deseo de Vos y lo espero de vuestra bondad, puesto que os habéis hecho un remediador universal en este Sacramento. Mi frialdad en vuestro amor ha sido la causa de todas mis enfermedades; pero podéis, si queréis, curarme, porque estoy pronta a sufrir todo por conseguirlo. Cortad, quemad, destruid; con tal de amaros y salvarme, me someto a todo. Por mi parte estoy dispuesta, a emplear el hierro y el fuego, por una entera mortificación y crucifixión de mí misma, para curar las heridas, que el orgullo y el amor propio han causado a mi alma ¡Oh mi caritativo médico! tened piedad de mis debilidades y libradme de ellas por la gloria de vuestro nombre. Así sea.

 

 

 

PARA FINALIZAR

***

Sagrado Corazón de Jesús, en vos confío.

Inmaculado Corazón de María, sed la salvación mía.

Glorioso Patriarca san José, ruega por nosotros.

Santos Ángeles Custodios, rogad por nosotros.

Santa Margarita María de Alacoque, ruega por nosotros.

Todos los santos y santas de Dios, rogad por nosotros.

 

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¡Querido hermano, si te ha gustado esta meditación, compártela con tus familiares y amigos!

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Ave María Purísima, sin pecado concebida.