DÍA VIGÉSIMO OCTAVO
El amor a la Cruz del Sagrado Corazón
MES DE JUNIO
EN HONOR AL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS
CON SANTA MARGARITA MARÍA DE ALACOQUE
ORACIÓN PARA COMENZAR
TODOS LOS DÍAS:
Por la señal de la Santa Cruz, de nuestros enemigos, líbranos, Señor, Dios nuestro. En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Poniéndonos en la presencia de Dios, adoremos su majestad infinita, y digamos con humildad:
OFRECIMIENTO AL PADRE ETERNO.
Oración de Santa Margarita María Alacoque
Padre eterno, permitid que os ofrezca el Corazón de Jesucristo, vuestro Hijo muy amado, como se ofrece Él mismo, a Vos en sacrificio. Recibid esta ofrenda por mí, así como por todos los deseos, sentimientos, afectos y actos de este Sagrado Corazón. Todos son míos, pues Él se inmola por mí, y yo no quiero tener en adelante otros deseos que los suyos. Recibidlos para concederme por sus méritos todas las gracias que me son necesarias, sobre todo la gracia de la perseverancia final. Recibidlos como otros tantos actos de amor, de adoración y alabanza que ofrezco a vuestra Divina Majestad, pues por el Corazón de Jesús sois dignamente honrado y glorificado. Amén.
Se meditan los textos dispuestos para cada día.
DÍA VIGÉSIMO OCTAVO
El amor a la Cruz del Sagrado Corazón
MEDITACIÓN
Punto Primero. ¡Qué elocuentemente enseña el amor a la cruz el divino Corazón de Jesús! Díganlo esas almas grandes y generosas, que penetrando hasta lo más íntimo de sus enseñanzas divinas, salieron de allí, como trasformadas, y respirando y deseando solamente trabajos y dolores. Dígalo, una Teresa de Jesús, cuando en el exceso de su amor, exclamaba: “O padecer o morir” dígalo un San Juan de la Cruz, que con sólo el recuerdo de sus trabajos pasados, quedaba su espíritu suspenso y arrebatado, por el gozo que le proporcionaba su memoria; dígalo, por último, la Beata Margarita María, que encontraba su centro y su vida en las humillaciones, desprecios y penas. ¡Ah! y ¿cómo nos hemos de extrañar de esto, siendo cierto, como lo es, que el Esposo celestial, apacienta sus rebaños al medio día de sus dolores y trabajos, y que el Corazón deífico de Jesús, que es el sol divino de justicia, al reflejar sus rayos sobre los corazones, susceptibles de recibirlos, deja en ellos impresa su divina semejanza? ¿En qué consiste, por lo tanto, que produciendo esos rayos, tales frutos en tantas y tantas almas, los rechacen nuestros corazones, tal vez con mayor fuerza que vinieron? Qué es esto, Corazón amante, ser Vos tan poderoso, para triunfar de algunos corazones, y serlo otros tanto, ¡para salir tristemente victoriosos de Vos!
¡Oh! Corazón dulcísimo de Jesús, heridme profundamente con uno de esos dardos, que lanzáis con tanto amor, y entonces llegaré yo también a exclamar con vuestro gran santo, Juan de la Cruz: ¡Señor, padecer y no morir!
Punto Segundo. La cruz es mi gloria, dice la Beata Margarita María: Alma cristiana, alma religiosa, gloríate tú también en ella, hasta poder añadir: es el lugar de mi descanso, donde quiero vivir y morir. El amor lleva a ella, prosigue la amante del Corazón divino de Jesús, ojalá te sea también dado a ti, alma religiosa, la misma gracia, para concluir diciendo: el amor me posee, y él sólo me basta. Qué dicha la tuya, si siendo la posesión del amor, puedes decir con la misma Margarita María: «Gracias a Dios, soy pobre de todos modos y maneras, y en nada deseo riqueza, fuera del puro amor, de los sufrimientos, desprecios y humillaciones del Corazón divino. En una palabra, Jesús, su amor, y su cruz, son la única felicidad de mi vida». ¿Lo has oído, alma religiosa Jesús y qué más puedes apetecer, puesto que, en Él están encerrados todos los bienes? Su amor, Él es poderoso, para triunfar de todos los obstáculos; entrégate a Él, y basta Su cruz, única herencia digna de desearse, puesto que ella te alcanzará la posesión de tu patria. Pesa en la balanza del Corazón Sagrado, el valor de estas tres palabras: Jesús su amor su cruz ¡Oh Corazón dolorido y enamorado de la cruz, donde queréis estar, enclavado con durísimos clavos, yo tampoco quiero encontrar ningún descanso, sino en verme clavada, y fuertemente atada con Vos en ella, hasta morir!
Jaculatoria. Corazón deífico de Jesús enamórame de lo que constituye vuestra bienaventuranza sobre la tierra.
Unión a Jesús inmolado
Oh dulce Jesús, único amor de mi corazón, dulce suplicio de mi alma y agradable martirio de mi carne y de mi cuerpo; la sola gracia que os pido, para honrar vuestro estado de sacrificio en el Santísimo Sacramento es, que yo viva y muera víctima de vuestro Sagrado Corazón, por medio de un amargo disgusto de todo lo que no sea Vos; víctima de vuestra alma santísima, por medio de todas las angustias de que la mía es capaz; víctima de vuestro cuerpo, por el alejamiento de cuanto pueda satisfacer el mío y por el odio de una carne criminal y maldita.
PARA FINALIZAR
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Sagrado Corazón de Jesús, en vos confío.
Inmaculado Corazón de María, sed la salvación mía.
Glorioso Patriarca san José, ruega por nosotros.
Santos Ángeles Custodios, rogad por nosotros.
Santa Margarita María de Alacoque, ruega por nosotros.
Todos los santos y santas de Dios, rogad por nosotros.
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Ave María Purísima, sin pecado concebida.