COMENTARIO AL EVANGELIO
DE LA CATENA AUREA DE SANTO TOMÁS DE AQUINO
Juan 14, 15-17 "Si me amáis, guardad mis
mandamientos; y yo rogaré al Padre y os dará otro Consolador
para que more siempre con vosotros: el Espíritu de la Verdad, a quien no puede
recibir el mundo, porque ni lo ve ni lo conoce; mas vosotros lo conoceréis,
porque morará con vosotros y estará en vosotros". (vv. 15-17)
Crisóstomo In Ioannem hom., 74.
Habiendo
dicho el Señor: "Todo lo que pidiereis esto haré" ( Jn 14,13), para
que no creyesen que bastaría sencillamente hacer una petición cualquiera,
añade: "Si me amáis, guardad mis mandamientos". Como diciendo:
Entonces haré lo que pedís. O bien porque ellos naturalmente se turbasen al
oírle decir que iba a su Padre, dijo: "No es amarme el que os turbéis,
sino el que hagáis mis mandamientos". Y esto es en verdad el amor:
obedecer y creer al que se ama. Pero como era natural que ellos lo buscasen en
su presencia corpórea, y deseasen ardientemente el consuelo que antes tuvieron,
les dice: "Y yo rogaré al Padre y os dará otro consolador".
San Agustín In Ioannem tract., 74.
En tales
palabras manifiesta que El era también el Consolador. La palabra Paracletus 1 significa
abogado, y así se dijo de Cristo: "Tenemos un abogado en Jesucristo para
con el Padre" ( 1Jn 2,1).
Alcuino.
O bien, Paráclito quiere decir Consolador, porque
efectivamente tenían ellos a la sazón en El un consolador que solía elevarlos y
fortalecerlos con la dulzura de sus milagros y con su predicación.
Dídimo De Spiritu Santo.
Llamó al Espíritu Santo otro Consolador, no por la
diversidad de esencia sino de operación, porque el Salvador desempeñaba el
oficio de mediador y de enviado, para que a modo de Pontífice rogase por
nosotros pecadores, y la denominación de Paráclito respecto del Espíritu Santo
ya tiene otro sentido, y es el de consolador de los tristes. Mas no se vaya a
deducir de esta diversidad de operaciones que la esencia del Hijo es distinta
de la del Espíritu Santo, siendo así que en otro lugar el Espíritu Paráclito
desempeña el papel de enviado delante del Padre. Así se lee: "El mismo
Espíritu pide por nosotros" ( Rom 8,26). Y en cambio, el Salvador consuela
los corazones de aquellos que necesitan de consolación, como se lee: "Y
consoló a los humildes del pueblo" ( 1Mac 14,14).
Crisóstomo ut supra.
Dijo "Rogaré al Padre", para hacerles más
dignas de fe las palabras que les dirigía. Porque si hubiese dicho: "Yo
enviaré", no lo hubiesen creído simplemente.
San Agustín Contra Arianos cap. 19.
Mas para demostrar que sus acciones y las del Padre
eran inseparables, dijo en otra parte: "Cuando hubiere marchado, lo
enviaré a vosotros" ( Jn 16,7).
Crisóstomo.
¿Y en qué sería mayor que los apóstoles, si sólo
rogase al Padre que les concediese el Espíritu? Muchas veces hicieron los
apóstoles lo mismo aun sin preceder oración.
Alcuino.
Dice "Rogaré a mi Padre", como inferior que
soy en cuanto a la humanidad, pero a quien soy igual y consustancial respecto
de la divinidad.
Crisóstomo ut supra.
También dice: "Para que permanezca entre vosotros
eternamente", porque ni aun después de la muerte se separa. Aquí insinúa
implícitamente que el Espíritu Santo no morirá como El, ni tampoco se separará.
Y a fin de evitar que creyeran, escuchando lo del Paráclito, en otra
encarnación, y que lo habían de ver con los ojos, dice: "El Espíritu de
verdad, que el mundo no puede recibir porque no lo ve, ni lo conoce".
San Agustín ut supra.
Este es en la Trinidad el Espíritu Santo, a quien la
Iglesia proclama coeterno y consustancial con el Padre y con el Hijo.
Crisóstomo In Ioannem hom., 74.
Llámalo Espíritu de verdad, porque explica las figuras
del Antiguo Testamento. Por mundo se significa a los malos, y por visión un
conocimiento evidente, dado que la vista es el más claro de los sentidos.
Beda.
Obsérvese además que cuando llama al Espíritu Santo
Espíritu de verdad, manifiesta que el Espíritu Santo es su propio Espíritu.
Después, cuando promete que el Padre lo mandará, que es también el Espíritu del
Padre. Por esta razón el Espíritu Santo procede del Padre y del Hijo.
San Gregorio Moralium 5, 20
Todo aquello que el Espíritu Santo llenare con su
presencia, se eleva al deseo de las cosas invisibles. Y como los corazones
mundanos no desean sino las visibles, no lo recibe este mundo, que no sabe
levantarse hasta el amor de lo invisible. Las almas mundanas tanto menos
espacio dejan para recibir al Espíritu cuanto más se dilatan por sus deseos
hacia las cosas exteriores.
San Agustín In Ioannem tract., 74.
Dice que el mundo no puede recibir al Espíritu Santo,
de la misma manera que si dijéramos: La injusticia no puede ser justa. El mundo
(esto es, sus amadores) no puede recibirlo, porque no lo ve. Porque el amor
humano no tiene ojos invisibles, y éstos son los únicos que pueden ver lo
invisible, como es el Espíritu Santo. Prosigue: "Mas vosotros le
conoceréis, porque permanecerá con vosotros". Y para evitar que
sospechasen que permanecería a la manera de un huésped que está visiblemente
entre los hombres, dice: "Estará en vosotros".
Crisóstomo ut supra.
Es decir: "No permanecerá entre vosotros como yo,
sino que habitará en vuestras almas".
San Agustín ut supra.
Primeramente es existir en algún sitio, y luego
permanecer. Pero el Señor expuso lo que había dicho: "Junto a
vosotros", cuando añadío: "en vosotros", pues si no está en
vosotros, su ciencia no puede existir en vosotros. Así pues es vista por
vosotros en vosotros y en vuestra conciencia.
San Gregorio Moralium 4, 41
Mas si el Espíritu Santo ha de permanecer también en
los discípulos, ¿cómo podrá ya ser un signo especial su permanencia en el
mediador? Se lee en el Evangelio: "Sobre el que vieres al Espíritu
descender y permanecer, éste es el que bautiza" ( Jn 1,33). Para
comprender esta dificultad hay que distinguir los dones del Espíritu. El
Espíritu Santo mora siempre en todos los escogidos con aquellos dones sin los
cuales no podrían venir a la vida. Pero en aquellos dones que no son necesarios
para nuestra propia vida, sino para salvar la de los demás, no mora siempre. A
veces no se da a conocer por la exterioridad de los milagros, para que de este
modo se posean sus virtudes más humildemente, pero Cristo lo tuvo siempre y en
todas ocasiones presente.
Crisóstomo ut supra
Con esta sola frase destruyó de un solo golpe muchas
herejías. Porque al decir otro ( Jn 14,16), demostró la diferencia de persona
entre El y el Espíritu Santo; y al decir Paráclito, que le era conocida su
esencia.
San Agustín Contra Arianos cap.19
El Apóstol llama a Dios consolador (oficio que reserva
al Espíritu Santo como tercera persona de la Trinidad). Dice el Apóstol:
"Dios, que consuela a los humildes, nos consoló" ( 2Cor 7,16). Luego,
el Espíritu Santo que consuela a los humildes es Dios. Y si quieren entender esto
del Apóstol refiriéndose al Padre o al Hijo, cesen de separar al Espíritu Santo
del Padre y del Hijo, como si fuese exclusivo de El consolar a los humildes.
San Agustín In Ioannem tract., 74.
Y si el amor de Dios se extendió en nuestros corazones
por el Espíritu Santo ( Rom 5,5), que se nos dio, ¿cómo podremos amar y guardar
los mandamientos de Cristo y hacernos dignos de recibirlo? ¿Es que acaso hay en
nosotros un amor precedente con el cual amamos a Cristo, y por su amor y la
guarda de sus mandamientos nos hacemos acreedores a recibir el Espíritu Santo,
y después se llenan nuestros corazones del amor del Padre? Reprobable es esta
creencia, porque el que cree que ama al Hijo sin amar al Padre, ciertamente no
ama al Hijo, sino que ama una ficción de su imaginación. Sólo nos queda una
explicación, y es que el que ama tiene ya al Espíritu Santo, y teniéndolo
merece tenerlo más, y teniéndole más merece amar más. Así, pues, los discípulos
ya tenían el Espíritu que el Señor les prometía, pero se les había de dar de
una manera más excelsa. Lo tenían en estado latente, y debían recibirlo con
toda solemnidad. Por cuya razón se promete con fundamento no sólo al que no lo
tiene sino también al que lo tiene: al que no lo tiene para que lo tenga, y al
que lo tiene para que lo posea más.
Crisóstomo ut supra.
El Espíritu Santo debía descender sobre sus discípulos
de un modo más especial, cuando ya los había purificado de sus faltas, cuando
el pecado había sido destruido, y cuando aquellos iban a ser expuestos a los
peligros y sufrimientos. No inmediatamente después de la resurrección, a fin de
que lo recibiesen con mayor suma de gracias, a causa del mayor deseo.
Notas
1. En griego, paraklhtoV , el que ayuda consolando, exhortando, mediando. También significa abogado, particularmente el que aboga ante Dios.
18-21 "No os
dejaré huérfanos: vendré a vosotros. Todavía un poquito, y el mundo ya no me
ve. Mas vosotros me veis, porque yo vivo y vosotros viviréis. En aquel día
vosotros conoceréis que yo estoy en mi Padre, y vosotros en mí y yo en
vosotros. Quien tiene mis mandamientos y los guarda, aquél es el que me ama. Y
el que me ama será amado de mi Padre y yo le amaré, y me le manifestaré a mí
mismo". (vv. 18-21)
San Agustín In Ioannem tract., 75.
Para que no creyese alguno que el
Señor daría el Espíritu Santo de tal manera que El se separase de ellos para
siempre, dijo en seguida: "No os dejaré huérfanos". La palabra griega
huérfano 1 equivale a
la latina pupilo. Y aunque el Hijo de Dios nos adoptó a nosotros como a hijos
de su Padre, sin embargo, en esto manifiesta El mismo un amor paternal hacia
nosotros.
Crisóstomo In Ioannem hom., 74.
Ya desde el principio les había
dicho: "Vendréis donde yo voy". Pero como era mucho el intervalo de
tiempo, les prometió el Espíritu, e ignorando ellos en qué consistía el
Espíritu, les prometió lo que más deseaban, que era su presencia propia,
diciendo: "Vendré a vosotros". Pero insinuando al mismo tiempo
ocultamente (y con objeto de que no creyesen que había de venir en la forma
corporal que a la sazón tenía) el modo de su venida, diciendo: "Todavía un
poco, y el mundo ya no me ve", es decir: Vendré a vosotros, mas no como
antes viviendo diariamente entre vosotros. Y para que no le objeten: ¿Cómo es
que dijiste a los judíos "dentro de poco no me veréis"?, contesta de
antemano diciendo: "Vendré a vosotros solos".
San Agustín In Ioannem tract., 75.
Entonces lo veía el mundo con los ojos carnales, revelándose claramente en la humanidad, mas no veía al Verbo que se ocultaba tras el velo de la carne. Pero como después de la resurrección no quería demostrar a quienes no eran sus discípulos, esta misma carne que a los suyos no sólo permitió ver, sino también tocar, dijo: "Todavía un poco, y el mundo no me verá, mas vosotros me veréis". Pero como en el día del juicio lo verá también el mundo, con cuyo nombre significó a los extraños al reino de su Padre, parece preferible entender aquí aquel tiempo, o sea, cuando en el día del juicio se apartará de la vista de los condenados, para que lo vean solamente los que lo aman. Y dijo "un poco", porque lo que a los hombres parece de larga duración es de duración brevísima para Dios.
"Porque yo vivo y vosotros
vivís".
Teofilacto.
Como diciendo: Aunque muera,
resucito sin embargo. "Vosotros también viviréis", esto es, cuando me
hubiereis visto os alegraréis, y con mi aparición resucitaréis como si
hubieseis estado muertos.
Crisóstomo ut supra.
Me parece que no alude a la vida
presente sino a la futura, como si dijese: La muerte de cruz no me separará
para siempre de vosotros, sino que me ocultará a vosotros un breve momento.
San Agustín ut supra.
¿Por qué al decir que El vive habla
de presente, y cuando dice que ellos vivirán, de futuro, sino porque la vida
del cuerpo resucitado, que había de preceder en El, seguiría también en ellos?
Y como su resurrección había de ser muy en breve, pone el verbo en presente,
para significar la premura. Y en cambio, como la de ellos se dilataría hasta el
fin del mundo, no dice vivís, sino viviréis. Porque El vive, viviremos nosotros.
Por el hombre la muerte y por el hombre la resurrección de los muertos ( 1Cor
15,21). De aquí que sigue: "En aquel día (en que vosotros viviréis)
conoceréis (no como ahora por la fe sino por la contemplación) que yo estoy en
el Padre y vosotros en mí, y yo en vosotros". Porque en tanto que vivamos
aquella vida que destruye la muerte, llegará a su perfección lo que entonces
empezó por El, esto es, que El esté en nosotros y nosotros en El.
Crisóstomo ut supra.
O bien: Conoceréis, desde el mismo
día en que yo resucite. Porque cuando vieron que había resucitado y que
habitaba con ellos, adquirieron una fe certísima, porque la virtud del Espíritu
Santo les enseñaba todas las cosas. Dijo: "Yo estoy en mi Padre",
como signo de humildad. Y al decir: "Y vosotros en mí, y yo en
vosotros", alude a la humanidad y al auxilio divino. La Escritura suele
usar muchas palabras en sentido distinto cuando las refiere a Dios y cuando las
refiere a los hombres.
San Hilario De Trin. lib. 8.
También El está en el Padre por la
divinidad, nosotros en El por su nacimiento corpóreo, y de nuevo El en nosotros
por el misterio del sacramento. Porque El atestiguó ( Jn 6,56): "Quien
come mi cuerpo y bebe mi sangre, permanece en mí y yo en El".
Alcuino.
Por el amor y observancia de sus
mandamientos se llevará a cabo lo que se empezó por El, a saber: que El esté en
nosotros y nosotros en El. Y para que se comprenda que esta felicidad es
asequible a todos y no sólo a los apóstoles, añade: "El que tiene mis
mandamientos y los guarda", etc.
San Agustín ut supra.
Quien los tiene presentes en la
memoria y los guarda en la vida; quien los tiene en sus palabras, y los
practica en sus obras; quien los tiene en sus oídos, y los practica haciendo;
quien los tiene obrando y perseverando, "Ese es el que me ama". El
amor debe demostrarse con obras, para que su nombre no sea infructuoso.
Teofilacto.
Como diciendo: Vosotros creéis que
es signo de amor el contristaros por mi muerte, y yo sólo reputo como signo el
observar mis mandatos. Qué ventajas reporta el que ama, lo manifiesta diciendo:
"Porque el que me ame a mí, será amado por el Padre, y yo lo amaré".
San Agustín ut supra.
Pero ¿qué es eso de le amaré? ¿Es
que al presente no ama? Se explica esta dificultad por lo siguiente: "Y me
manifestaré a El", esto es, hasta tal punto lo amaré, que me manifestaré a
él, y obtendremos como premio de nuestra fe la visión. Entonces nos amaba hasta
concedernos la fe; después hasta darnos la visión. Ahora amamos creyendo lo que
veremos, mas entonces amaremos viendo lo que hemos creído.
San Agustín Ad Paulinam de videndo Deo cap. 1.
Prometió que sería visto por sus
amadores, como Dios con el Padre, y no a la manera que era visto en la tierra,
en cuerpo, y hasta por los malos.
Teofilacto.
O porque después de la resurrección
aparecería a ellos en forma corporal que dejase ver mejor la divinidad, y les
predice esto para que después no crean que es un simple espíritu o fantasma. Y
entonces, viéndolo, no desconfíen, sino que recuerden que se aparece a ellos
porque han guardado sus mandamientos. De esta manera quedarían obligados a
guardarlos siempre, para que siempre se aparezca a ellos.
Notas
1. En griego, orfanoV , huérfano. Se refiere tanto a los que han dejado de tener padres por muerte como por abandono.