VIERNES DE LAS TÉMPORAS DE PENTECOSTÉS
COMENTARIO AL EVANGELIO
DE LA CATENA AUREA DE SANTO TOMÁS DE AQUINO
Lucas
5, 17-26 Y aconteció que un día, Él estaba sentado enseñando, y había
también sentados unos fariseos y doctores de la ley, que habían venido de todos
los pueblos de la Galilea y de la Judea y de Jerusalén: y la virtud del Señor
obraba para sanarlos. Y vinieron unos hombres, que traían sobre un lecho a un
hombre que estaba paralítico, y le querían meter dentro y ponerle delante del
Señor: mas no hallando por dónde poderlo meter por el tropel de la gente,
subieron sobre el tejado y le descolgaron con su cama, poniéndole en medio
delante de Jesús. Y cuando vio la fe de ellos dijo: "Hombre, perdonados te
son tus pecados". Y los escribas y fariseos comenzaron a decir:
"¿Quién es éste que habla blasfemias? ¿Quién puede perdonar los pecados
sino sólo Dios?" Y Jesús, como entendió los pensamientos de ellos, les
respondió y dijo: "¿Qué pensáis en vuestros corazones? ¿Qué es más fácil
decir: Perdonados te son tus pecados; o decir: Levántate y anda? Pues para que
sepáis que el Hijo del hombre tiene potestad en la tierra de perdonar pecados
(dijo al paralítico), a ti digo, levántate, toma tu lecho, y vete a tu casa".
Y se levantó luego a vista de ellos, y tomó el lecho en que yacía, y se fue a
su casa, dando gloria a Dios. Y quedaron todos pasmados, y daban gloria a Dios.
Y penetrados de temor, decían: "Maravillas hemos visto hoy". (vv.
17-26)
San Cirilo.
Los escribas
y los fariseos, que eran testigos de los milagros de Jesús, le oían también
cuando predicaba. Por esto dice el Evangelista: "Y aconteció que un día El
estaba sentado enseñando, y había también sentados allí unos fariseos",
etc. Y el poder del Señor obraba para curarlos, no porque hubiese recibido el
poder de otro, sino porque, como Dios y Señor, obraba con autoridad propia.
Muchas veces los hombres se hacen dignos de las gracias espirituales, pero se
apartan ordinariamente del fin que se propone el Autor de los dones. Esto no
sucedió en Jesucristo, porque la gracia divina abundaba en El, para remedio de
todos los males. Mas como era necesario hacer algo extraordinario en presencia
de tantos escribas y fariseos como allí estaban reunidos, para demostrar su gran
poder, quiso hacer el milagro del paralítico en presencia de los que le
menospreciaban; en cuyo milagro, como la medicina era insuficiente, el enfermo
era llevado por sus amigos a la presencia del Médico celestial. Por lo cual
sigue: "Y vinieron unos hombres que traían sobre un lecho", etc.
Crisóstomo.
Son dignos
de admiración los que llevaban al paralítico porque, no habiendo podido meterlo
por la puerta, inventaron un medio nuevo y extraño. De aquí prosigue: "Mas
no hallando por dónde poderlo meter, subieron sobre el techo", etc.
Rompiendo el techo, descendieron la camilla y colocaron al paralítico en medio
de la casa. De aquí prosigue: "Y por el tejado le descolgaron".
Alguno dirá que era poco elevado el lugar por el cual descendieron el lecho del
paralítico.
Beda.
Cuando el
Señor se disponía a curar al paralítico, le perdona primero los pecados, dando
a conocer que por sus culpas estaba enfermo, y que sin el perdón de sus pecados
no podía recobrar el uso de sus miembros. De donde prosigue: "Y cuando vio
la fe de ellos", etc.
San Ambrosio.
Grande es el
Señor que, por los méritos de unos, perdona a otros; y mientras prueba a unos,
perdona a otros sus errores. ¿Cómo puede suceder, respecto de ti, que eres
hombre, que tu compañero no tenga valimiento, cuando respecto de Dios, un
simple esclavo tiene derecho de presentar sus méritos, y alcanzar el perdón? Si
desconfías del perdón de tus graves pecados, encomiéndate a las oraciones de
otros, acude a la Iglesia para que rueguen por ti, a fin de que el Señor te
perdone por sus méritos lo que pudiera negarte a ti.
Crisóstomo, in Mat hom 30
Ocurría
también que el paciente había tenido gran fe, pues no hubiera permitido que le
introdujesen por el techo, si no hubiese creído.
San Agustín, , de cons. evang. 2, 45
Respecto de
lo que dice: "Hombre, perdonados te son tus pecados", equivale a
decir que se le perdonaban los pecados, pues, por ser hombre, no podía decir
"no he pecado". También para que se entendiese que Aquel que
perdonaba al hombre era Dios.
Crisóstomo
Cuando sufrimos corporalmente, procuramos separar de nosotros lo que nos daña; y por el contrario, cuando el alma está enferma diferimos el remedio, y por eso no somos curados aun de las enfermedades del cuerpo. Sequemos la fuente del mal y cesará la corriente de las enfermedades. Los fariseos no se atrevían a dar a conocer sus intenciones, porque temían a las turbas, y así solamente meditaban en su corazón. De donde prosigue: "Y los escribas y fariseos comenzaron a pensar y decir: ¿Quién es éste que habla blasfemias?".
Crisóstomo
Y en esto
casi deciden darle muerte. Estaba mandado en la ley que se castigase con pena
de muerte a todo el que blasfemase contra Dios.
San Ambrosio
Así el Hijo
de Dios recibía de ellos un testimonio en favor de sus obras. Y en verdad que
nada hace más fe que lo que se confiesa por fuerza, ni confirma tanto la prueba
de culpabilidad como la negación de los que no dicen verdad. Y prosigue:
"¿Quién puede perdonar los pecados sino sólo Dios?" Gran locura de
aquellas gentes sin fe se encuentra en este testimonio, porque mientras
confiesan que sólo Dios puede perdonar los pecados, no creen en Dios, que es
quien los perdona.
Beda
Bien dicen:
sólo Dios puede perdonar los pecados, el cual los perdona también por medio de
aquéllos a quienes da su poder. Y por lo tanto, se prueba que Cristo es
verdaderamente Dios, porque puede perdonar los pecados como Dios.
San Ambrosio
El Señor,
queriendo salvar a los pecadores, les da a conocer que es Dios, aclarándoles
las cosas ocultas. Y prosigue: "Y para que conozcáis", etc.
San Cirilo
Como
diciendo: Oh fariseos, vosotros decís: ¿quién puede perdonar los pecados sino
sólo Dios? Os respondo: ¿Quién puede conocer los secretos del corazón, sino
sólo Dios? El dice por medio de sus profetas ( Jer 17,10). "Yo soy el
Señor, que escudriña los corazones y reconozco las entrañas".
Crisóstomo, ut sup
Si sois
incrédulos respecto de lo primero (esto es, en cuanto a la remisión de los
pecados), añado: descubro vuestros pensamientos más íntimos. Más todavía,
consolido el cuerpo del paralítico. Y prosigue el Salvador: "¿Qué es más
fácil?", etc. Es claro que es más fácil fortalecer el cuerpo del
paralítico; pues cuanto más noble es el alma que el cuerpo, tanto más excelente
es la absolución de los pecados. Pero como aquello no lo creéis, porque está
oculto, añadiré lo que es de menos importancia, pero más ostensible, a fin de
que por ello se demuestre lo que está oculto. Y en verdad, cuando habló al
enfermo no dijo: Te perdono tus pecados, dando a conocer así su autoridad
propia, sino se te perdonan tus pecados. Pero como ellos le obligasen, declara
terminantemente su propia autoridad, diciendo: "Pues para que
sepáis", etc.
Teofilo
Observa que
perdona los pecados en la tierra. Mientras estamos, pues, sobre la tierra,
podemos obtener el perdón de nuestros pecados; pero en cuanto salimos de este
mundo, no podemos confesar; se cierra la puerta.
Crisóstomo, in Mat hom 30
Demuestra el
perdón de los pecados por medio de la curación del cuerpo. Por lo que prosigue:
"Dice al paralítico: Te digo: Levántate". Demuestra la curación del
cuerpo cuando le manda que lleve sobre sí su propio lecho, para que así no se
crea fantasía lo que es una realidad. Y prosigue: "Toma tu lecho",
como diciendo: Yo quería sanar por medio de tu enfermedad a los que parece que
están sanos, pero que en realidad están enfermos del alma; pero como no
quieren, enseña tú a los que viven contigo.
San Ambrosio
Y la curación
no se hace esperar: a un mismo tiempo se oyen las palabras del Salvador, y se
presencia la curación. De donde prosigue: "Y se levantó
inmediatamente", etc.
San Cirilo
Con lo cual
se demostró que podía perdonar los pecados sobre la tierra, diciendo esto por
sí y para nosotros. El, pues, como Dios hecho hombre, perdona los pecados como
Señor de la ley. Nosotros hemos recibido de El esta gracia tan admirable. Por
eso dijo a sus discípulos: "Aquéllos de quienes perdonareis los pecados,
les serán perdonados" ( Jn 20,23). ¿Cómo no perdona El más bien los
pecados, que dar a otros ese poder? Los Reyes y los Príncipes de la tierra
pueden perdonar a los criminales los castigos terrenos, pero no pueden perdonar
los pecados.
San Ambrosio
Los
incrédulos miran al que se levanta y se admiran de que se marche. Por lo que
prosigue: "Y quedaron todos pasmados", etc.
Crisóstomo, in Mat hom 30
Poco a poco
los judíos empiezan a alabar a Dios, pero no creen que Jesús sea Dios; se lo
estorbaba la carne, y no creían que era poco considerarle como el más sublime
de los mortales, y creer que descendía de Dios.
San Ambrosio
Quieren más
bien temer los milagros de la mano de Dios, que creer en El. Y prosigue:
"Y penetrados de temor", etc. Si hubieran creído, no hubiesen temido,
sino que hubiesen amado; porque el amor perfecto expele al temor. La curación
de este paralítico no es vana ni oscura, porque procedió la oración del Señor;
pues no oró por necesidad, sino para dar ejemplo.
San Agustín, de cuest. evang., 2, 4
Puede verse
en ese paralítico una imagen del alma, privada del uso de sus miembros, esto
es, de sus operaciones para buscar a Jesucristo (esto es, la voluntad del
Divino Verbo). Es impedida por las turbas, a saber, de sus pensamientos, hasta
que levanta el techo -esto es, el velo de las Escrituras- y por esto llegan a
conocer a Cristo, esto es, a descender piadosamente hasta la humildad de la fe.
Beda
Y se dice
bien que la casa de Jesús estaba cubierta de tejas, porque bajo el velo
despreciable de las letras se encuentra la virtud de la gracia espiritual.
San Ambrosio
Cada enfermo
debe procurar quiénes pidan por su salud, para que por medio de sus oraciones
se desligue la enfermedad de nuestra vida, y los pasos vacilantes de sus actos
se reformen con el remedio del Verbo Divino. Haya pues, directores de las almas
que eleven hacia el cielo el espíritu del hombre, entorpecido por la debilidad
del cuerpo exterior, y cuyo auxilio le halle dócil, lo levante, lo humille para
colocarle delante de Jesús, resultando digno de la mirada de Dios, pues el
Señor mira a la humildad.
San Agustín, De quaest. Evang., 2, 4
Aquellos que
depositan al paralítico, pueden significar los buenos doctores de la Iglesia.
El lecho sobre el cual está depositado, significa que Cristo debe ser conocido
por el hombre, constituido aun en esta carne.
San Ambrosio
Dando a
conocer el Señor la verdadera esperanza de la resurrección, perdona los pecados
de las almas y hace desaparecer la debilidad de los cuerpos. Esto es, pues, que
todo el hombre ha sido curado. Aunque es grande perdonar los pecados a los
hombres, es más divino resucitar los cuerpos, porque Dios es la resurrección; y
el lecho que se manda recoger no es otra cosa que el cuerpo humano.
San Agustín, de cuest. evang. 2, 4
Para que la
enfermedad del alma no descanse ya en los goces terrenos, como en su propio
lecho; sino que refrene más las afecciones carnales, y se encamine hacia su
casa, esto es, hacia el descanso de los secretos de su corazón.
San Ambrosio
O volver a su casa, esto es, al paraíso. Aquélla es la verdadera casa que recibió la primera al hombre y que no perdió por derecho, sino por fraude. Con razón, pues, se restituye, puesto que había venido el que aboliría el fraude y reformaría el derecho.