SÁBADO DE LAS TÉMPORAS DE PENTECOSTÉS
COMENTARIO AL EVANGELIO
DE LA CATENA AUREA DE SANTO TOMÁS DE AQUINO
38-39 Y
saliendo Jesús de la sinagoga entró en casa de Simón. La suegra de Simón
padecía recias calenturas, y le rogaron por ella. E inclinándose hacia ella,
mandó a la fiebre, y la dejó. Y levantándose al momento, les servía. (vv.
38-39)
San Ambrosio
Después que
San Lucas refirió que un hombre había sido librado del espíritu maligno,
continuó refiriendo la curación de una mujer; el Señor había venido a curar a
todos de uno y otro sexo, y debió curar primero al que fue creado primero. De
aquí prosigue: "Y saliendo Jesús de la sinagoga, entró en la casa de
Simón".
San Crisóstomo, hom. 28, in Matth
Permanecía
entre los discípulos, honrándolos y animando su celo.
San Cirilo, in Cat. graec. Patr
Mira cómo en casa de un hombre pobre permanece Cristo, que quiso sufrir la pobreza por nosotros, para que aprendamos a vivir con los pobres y a no despreciar a los necesitados y a los afligidos.
Prosigue:
"La suegra de Simón padecía recias calenturas, y le rogaron por
ella".
San Jerónimo, sup. Mat
En cuanto
rogaban al Salvador, en seguida curaba los enfermos; dando a entender que
también atiende las súplicas de los fieles contra las pasiones de los pecados,
y les hace conocer lo que ellos no conocen de sus faltas. Las perdona sin que
ellos las conozcan, según lo que se dice en el salmo: "¿Quién conoce los
pecados? Señor, purifícame de mis delitos ocultos" ( Sal 18,13-14).
Crisóstomo, ut sup
Lo que San
Mateo calló aquí no contiene una contradicción, o nada importa. El uno quería
ser breve y el otro quería dar una explicación más completa. Prosigue: "E
inclinándose hacia ella, mandó a la fiebre", etc.
San Basilio
San Lucas
habla aquí en sentido figurado, como de un precepto hecho a un ser animado,
pues dice que el Señor mandó a la fiebre, y la fiebre obedeció. Por lo cual
sigue: "Y ella se levantó luego y les servía".
Crisóstomo, ut sup
Como la enfermedad
era curable, dio a conocer su elevada potestad en el modo de curar, haciendo lo
que no podía hacer la medicina. Después de la curación de la fiebre necesitan
los enfermos mucho tiempo para recobrar su antigua salud; pero entonces se hizo
todo a la vez.
San Ambrosio
Si
examinamos esto con más elevación de miras, deberemos entender la salud del
alma con la del cuerpo, de suerte que el espíritu contagiado de la malicia de
la serpiente sea absuelto el primero. Además Eva no tuvo hambre antes que la
tentase la malicia de la serpiente; y por tanto la medicina del Señor debió
aplicarse primero contra el mismo autor del pecado. Acaso también la figura de
aquella mujer acosada de varias calenturas, representa nuestra naturaleza, que
desfallece oprimida por varias calenturas de los pecados, y no diré que la
fiebre del amor sea menor que la del calor.
Beda
Si decimos
que aquel hombre librado del demonio representa nuestra alma libre de todo
pensamiento malo, deberemos añadir que aquella mujer, afectada por las
calenturas y curada en virtud del poder de Dios, representa nuestra carne
preservada del ardor de la concupiscencia por los preceptos de la continencia.
San Cirilo
Nosotros, pues, recibamos a Jesús, porque cuando nos visita y lo llevamos en nuestra memoria y en nuestro corazón, El extingue en nosotros el calor de las más enormes pasiones, y nos librará de ellas, para que le sirvamos, esto es, para que hagamos lo que El desea.
40-41 Y
cuando el sol se puso, todos los que tenían enfermos de diversas enfermedades,
se los traían. Y El, poniendo las manos sobre cada uno de ellos, los sanaba.
Los demonios salían de muchos, gritando y diciendo: "Que tú eres el Hijo
de Dios": Y reprendiéndoles, no les permitía decir que sabían que El era
Cristo. (vv. 40-41)
Teofilacto
Debe
considerarse cuánto era el deseo de aquellas turbas, porque en cuanto el sol se
ponía, le traían los enfermos, sin que les arredrase lo intempestivo de la
hora; por lo cual dice: "Y cuando el sol se puso, todos los que tenían
enfermos de diversas enfermedades, se los traían".
Orígenes, ut sup
Se los
traían cerca de la puesta del sol, esto es, cuando había pasado el día, ya
porque durante el día estaban ocupados en otras cosas, o ya porque creían que
no era lícito curar en día de sábado. Pero Jesús los curaba; por lo cual sigue:
"Y El, poniendo las manos sobre cada uno de ellos", etc.
San Cirilo, ut sup
Aunque como
Dios hubiese podido curarlos a todos con una sola palabra, sin embargo, los
toca, dando a entender que su carne tenía virtud bastante para remediar todos
los males; porque era carne de un Dios. Así como el fuego colocado en un vaso
de bronce le comunica su propio calor, así el Omnipotente Verbo de Dios, cuando
se unió realmente al templo, animado e inteligente, tomado de la Virgen, le
hizo participante de los efectos de su poder. Que nos toque también a nosotros;
mejor aún, toquémosle nosotros a El, para que nos libre de las enfermedades del
alma, de los ataques del demonio y de la soberbia. Prosigue, pues: "Y
salían de muchos los demonios", etc.
Beda
Los demonios confiesan al Hijo de Dios; por eso después se dice: "Sabían que El era el Cristo". Cuando el demonio le vio fatigado por el ayuno, creyó que era un puro hombre; pero como no pudo triunfar en su tentación, dudó si sería Hijo de Dios; y ahora, por el poder de los milagros, comprende, o más bien, sospecha que es el Hijo de Dios. No persuadió a los judíos a que lo crucificasen porque creyera que no era el Hijo de Dios, sino porque no previó que él mismo sería condenado por su muerte.
Acerca de
este misterio, oculto desde la eternidad, dice el Apóstol ( 1Cor 2,8),
"que ningún príncipe de este mundo le ha conocido, porque si le hubieran
conocido, nunca hubiesen crucificado al Dios de la gloria".
Crisóstomo, in Marc. hom 5
Y en esto
que sigue: "Y los reñía, y no les permitía decir", etc., mira la
humildad de Jesucristo, que no dejaba a los demonios inmundos publicar su
poder. No convenía, pues, que ellos tuviesen la gloria de ejercer el oficio de
los apóstoles, ni convenía que los misterios de Jesucristo fuesen publicados
por medio de lenguas infernales.
Teofilacto
No es
gloriosa la alabanza cuando procede de la boca de un pecador ( Eclo 15,9), o
porque no quería Jesús encender la envidia de los judíos si era alabado por
todos.
Beda
A los Apóstoles también se les manda callar, no fuera que, conocida la majestad divina, se dilatase la realización de la pasión.
42-44 Y
cuando fue de día salió para irse a un lugar desierto, y las gentes le
buscaban, y fueron hasta donde El estaba. Y le detenían para que no se apartase
de ellos. El les dijo: "A las otras ciudades es menester también que yo
anuncie el reino de Dios, porque para eso he sido enviado". Y predicaba en
las sinagogas de la Galilea. (vv. 42-44)
Crisóstomo
Después que
hubo dispensado muchos beneficios a los pueblos por medio de sus milagros,
convenía que Jesús se marchase; porque los milagros parecen más grandes en
ausencia del que los ha hecho; hablan más alto, y hacen veces de predicación.
Por lo cual prosigue: "Y cuando fue de día salió para irse", etc.
Griego
Se fue a un
desierto (como dice San Marcos) y oraba, no porque El necesitase de oración,
sino para enseñarnos la manera de obrar bien.
Crisóstomo
Los
fariseos, ante la elocuencia de los milagros, se escandalizaban del poder de
Cristo; mas los pueblos, que oían la divina palabra, se conformaban con ella y
seguían a Jesús. De aquí prosigue: "Y las gentes le buscaban", etc.
No eran ni los príncipes ni los escribas, sino todos aquellos a quienes no
había cegado el engaño de la malicia, y que tenían la conciencia limpia.
Griego
Respecto de
lo que dice San Marcos, que los apóstoles habían venido a Jesús, diciéndole:
"Todos te buscan", en lugar de lo que dice San Lucas: "Vinieron
los pueblos", no hay contradicción entre ellos; pues los pueblos habían
acudido a El siguiendo los pasos de los apóstoles. El Señor gozaba de verse así
rodeado; pero ordenaba que le dejasen, para que otros fuesen participantes de
su doctrina celestial, porque su permanencia sobre la tierra no había de ser
duradera. Prosigue: "Y les dijo: A las otras ciudades es menester también
que yo anuncie el reino de Dios", etc. San Marcos dice: "Para esto
vino" ( Mt 1,38), manifestando así la grandeza de su divinidad y su
voluntaria humillación. Y San Lucas dice: "He sido enviado para
esto", manifestando el objeto de su encarnación, y llamando a su misión el
beneplácito del Padre. Y aquél dice simplemente: "Para predicar", y
éste añade: "el reino de Dios", que es el mismo Cristo.
Crisóstomo
Considera
también que, aun permaneciendo en un mismo lugar, podía atraerlos todos a sí, y
sin embargo no lo hizo, dándonos ejemplo para que andemos y busquemos a los que
perecen, así como el médico busca también al enfermo. Con una sola alma que se
salve por la mediación de otro, puede obtenerse el perdón de muchos pecados. Y
de aquí prosigue: "Y predicaba en las sinagogas de la Galilea".
Frecuentaba las sinagogas enseñando que El no era un seductor; porque si
solamente habitara lugares desiertos, le hubieran acusado de conspirador.
Beda
Si el ocaso del sol es una figura mística de la muerte del Señor, la vuelta del día es el signo de su resurrección; el pueblo creyente lo busca por el resplandor de su luz. Después de haberle hallado en el desierto de las gentes, lo rodea para que no se vaya, especialmente siendo así que esto sucedía en el día siguiente al sábado, en el cual debía verificarse la resurrección.