LOS VALORES SOCIALES: LA
LIBERTAD
Reflexión
diaria del Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia (n. 200)
La libertad, don dado por Dios al hombre que lo
hace imagen y semejanza con él, debe ser
reconocida y respetada en las relaciones interpersonales.
El derecho al ejercicio de la libertad es una exigencia inseparable de
la dignidad de la persona humana. Pero este no ha de entenderse como ejercicio arbitrario e incontrolado de la propia autonomía personal.
La libertad propia ha de vivirse en la relación con la libertad de los otros,
guiados por la verdad y la justicia, dentro de los límites del bien común y del
orden público y, en todos los casos, bajo el signo de la responsabilidad.
Libertad
no es hacer lo que a uno le apetece. Es un don que ha de vivirse en conexión
con todo el ser de la persona, con Dios y con los otros. En la medida que el
hombre se reconoce criatura dependiente de Dios, llamado a conocerle,
obedecerle y amarle en comunión con los otros, vive su libertad.
La libertad es vivida plenamente cuando está regida
por la verdad –“la verdad os hará libres”- dice Jesús en el Evangelio. Y por
tanto, ser libre implica el rechazo de la mentira, el error y el mal.
Es cierto que libremente podemos escoger el mal y
el error, pero esta es una libertad aparente –que puede ser atractiva- pero que
termina en una esclavitud destructora.
Los
santos son los hombres libres por excelencia en cuanto que hicieron en su vida
la voluntad de Dios: pues somos libres, porque Cristo no ha libertado del
dominio de nuestros enemigos: demonio, mundo y carne.