LA CARIDAD FRATERNA
¡Oh!, que quedan unos gusanos que no se manifiestan hasta que, como el que royó
la yedra a Jonás (Jon 4, 6), nos han roído las virtudes con un amor propio, una
propia estima, un juzgar a los hermanos, aunque sea en cosas pequeñas; una
falta de caridad con los hermanos no queriéndolos como a nosotros mismos.
Porque aunque a rastras cumplimos con la obligación para no pecar, no llegamos
con mucho a lo que debe hacerse para estar del todo unidos con la voluntad de
Dios (V M 3, 6).
***
Alabadle,
hijas, que lo sois verdaderamente de esta Señora, y así no tendréis por qué
afrentaros de que yo sea ruín. Pues tenéis tan buena madre, imitadla y
considerad qué tal debe de ser la grandeza de esta Señora y el bien de tenerla
por patrona, pues no han bastado mis pecados y ser la que soy, para deslustrar
en nada esta sagrada Orden (III M 1, 3).