COMENTARIO
AL EVANGELIO
VII
DOMINGO DESPUES DE PENTECOSTÉS
Forma
Extraordinaria del Rito Romano
El deseo de la vida más grande es un signo
de que Él nos ha creado, de que llevamos su “huella”. Dios es vida, y cada
criatura tiende a la vida; en un modo único y especial, la persona humana,
hecha a imagen de Dios, aspira al amor, a la alegría y a la paz. Entonces
comprendemos que es un contrasentido pretender eliminar a Dios para que el
hombre viva. Dios es la fuente de la vida; eliminarlo equivale a separarse de
esta fuente e, inevitablemente, privarse de la plenitud y la alegría: «sin el
Creador la criatura se diluye» (Con. Ecum. Vaticano. II, Const. Gaudium et
Spes, 36). La cultura actual, en algunas partes del mundo, sobre todo en
Occidente, tiende a excluir a Dios, o a considerar la fe como un hecho privado,
sin ninguna relevancia en la vida social. Aunque el conjunto de los valores,
que son el fundamento de la sociedad, provenga del Evangelio –como el sentido
de la dignidad de la persona, de la solidaridad, del trabajo y de la familia–,
se constata una especie de “eclipse de Dios”, una cierta amnesia, más aún, un
verdadero rechazo del cristianismo y una negación del tesoro de la fe recibida,
con el riesgo de perder aquello que más profundamente nos caracteriza.
Por este motivo, queridos amigos, os
invito a intensificar vuestro camino de fe en Dios, Padre de nuestro Señor
Jesucristo. Vosotros sois el futuro de la sociedad y de la Iglesia. Como
escribía el apóstol Pablo a los cristianos de la ciudad de Colosas, es vital
tener raíces y bases sólidas. Esto es verdad, especialmente hoy, cuando muchos
no tienen puntos de referencia estables para construir su vida, sintiéndose así
profundamente inseguros. El relativismo que se ha difundido, y para el que todo
da lo mismo y no existe ninguna verdad, ni un punto de referencia absoluto, no
genera verdadera libertad, sino inestabilidad, desconcierto y un conformismo
con las modas del momento. Vosotros, jóvenes, tenéis el derecho de recibir de
las generaciones que os preceden puntos firmes para hacer vuestras opciones y
construir vuestra vida, del mismo modo que una planta pequeña necesita un apoyo
sólido hasta que crezcan sus raíces, para convertirse en un árbol robusto,
capaz de dar fruto.