Por la señal...
Monición inicial: Se hace hoy memoria de de San Benito, Patrono principal de Europa, nacido en Nursia, en
Umbria, pero educado en Roma, abrazó luego la vida eremítica donde pronto se
vio rodeado de muchos discípulos. Su Regla siendo hoy un medio adecuado
para la vida de entrega al Señor. En ella, San Benito no menciona a la Virgen,
pero si sus actitud de perfecta obediencia a Dios. Pidiendo la gracia de imitar las virtudes de la Virgen María,
ofrecemos este rosario por Europa para que sea fiel a sus raíces cristianas.
Señor mío Jesucristo...
1.-LA ENCARNACIÓN DEL HIJO DE DIOS EN
LAS ENTRAÑAS PURÍSIMAS DE LA VIRGEN
Oigamos con suma reverencia la voz de
Dios que a diario nos dice: Ojalá escuchéis hoy su voz: No endurezcáis el
corazón.
2.-LA VISITACIÓN DE NUESTRA SEÑORA A
SU PRIMA SANTA ISABEL
Ceñida, pues, la cintura con la fe y la
observancia de las buenas obras, sigamos su camino, guiados por el Evangelio,
para que merezcamos ver a quien nos ha llamado a su reino. Si queremos habitar
en su reino, no llegaremos a él si no adelantamos en buenas obras.
3.-EL NACIMIENTO EN BELÉN DEL HIJO DE
DIOS
Creemos que Dios está presente en todas
partes, y que "los ojos del Señor vigilan en todo lugar a buenos y
malos", pero debemos creer esto sobre todo y sin la menor
vacilación, cuando asistimos a la Obra de Dios. Consideremos, pues, cómo
conviene estar en la presencia de la Divinidad y de sus ángeles, y asistamos a
la salmodia de tal modo que nuestra mente concuerde con nuestra voz.
4.-LA PRESENTACIÓN EN EL TEMPLO Y LA
PURIFICACIÓN DE NUESTRA SEÑORA
Al preguntarle al Señor, hermanos, por
el que ha de habitar en su morada, hemos oído sus condiciones: cumplir los
deberes del morador de su casa. Por tanto, debemos disponer nuestros corazones
y nuestros cuerpos para militar en la santa obediencia de sus preceptos.
Roguemos al Señor nos dé la ayuda de su gracia para superar lo que exceda a
nuestra naturaleza.
5.-EL NIÑO PERDIDO Y HALLADO EN EL
TEMPLO
Los que obedecen sin demora y nada
estiman tanto como a Cristo, dejan al momento sus cosas, abandonan la propia
voluntad, desocupan sus manos y dejan sin terminar lo que estaban haciendo, y
obedeciendo a pie juntillas, ponen por obra la voz del que manda. Y así, no
viven a su capricho ni obedecen a sus propios deseos y gustos.