EL FUEGO DEL
AMOR Y EL AGUA DE LAS LÁGRIMAS
Y si es agua que llueve del cielo, menos
aún apagará este fuego; no son elementos contrarios fuego de amor y lágrimas
del cielo, pues tienen el mismo origen; no tengáis miedo de que el uno
perjudique al otro, al contrario, se ayudan el uno al otro a encender más el
amor; porque el agua de las lágrimas verdaderas, que son las que proceden de
verdadera oración y son regalo del Rey del cielo, ayudan a encender más el
fuego y hacen que dure más, y el fuego ayuda a enfriar el agua (C 19, 5).
¡Oh, válgame Dios, qué cosa tan hermosa y
maravillosa, ver que el fuego enfría! Sí, y no sólo enfría, sino que el fuego
hiela todos los afectos mundanos, cuando se une con el agua viva del cielo, que
es la fuente de donde brotan estas lágrimas, que son infusas y no adquiridas
con el esfuerzo nuestro. Es pues, bien seguro, que este fuego enfría el amor a
las cosas del mundo, hace que el alma no se detenga en ellas, sino para ver si
puede prender con ellas fuego, pues es propio de él no contentarse con poco,
sino que, si pudiera, abrasaría a todo el mundo (C 19, 5).