Virgen María,
Madre mía,
Tú eres mi
reina, mi dueña, mi Madre y todas mis cosas.
Ilumíname,
protégeme y nunca dejes que me olvide de ti,
para que tu
recuerdo sea mi luz, mi fortaleza y mi consuelo.
Virgen María,
me pongo enteramente en tus manos,
y de ahora en
adelante, tuyos son mis ojos, mis oídos,
mi voz, mi
corazón y todo mi ser.
Cuídame, Madre
mía, como cosa tuya mientras viva en esta tierra,
y llévame después contigo
para estar con Cristo, para siempre. Amén